En junio de 2016, Silvina Pueyrredón visitó junto con un pequeño equipo de mujeres voluntarias el barrio popular de Itatí en Quilmes, uno de los más vulnerables en la provincia de Buenos Aires. Al llegar, se encontró con un panorama desolador pero, también, vio potencial. Sin un plan claro y estructurado, optaron por ayudar a los vecinos. Esta pequeña iniciativa fue la semilla de un proyecto que se concretaría dos años después bajo el nombre Construyendo.
Más que asistencia, Construyendo se rige bajo el lema de potenciar a las personas que habitan y trabajan en estos barrios. “Se fundó con el objetivo de impulsar a emprendimientos productivos existentes en este tipo de sectores en la provincia”, explica Silvina. “Construyendo es oportunidad. Es el desarrollo y la realización de un negocio formal dentro de la vulnerabilidad del barrio”, profundiza su fundadora.
El trabajo, para Construyendo, es una manera de empoderar y de dignificar a la persona y, consecuentemente, mejorar la calidad de vida de su núcleo familiar y su comunidad. Para eso, asesoran a las personas con el fin de que puedan desarrollarse de manera profesional y con un estándar de calidad que les permita competir en el mercado.
Una guía, el comienzo del camino
Para acompañar un emprendimiento, en primer lugar, se elige, junto con referentes del barrio, a los emprendedores a los que se va a acompañar. El principal requisito es tener expertise en un oficio e, idealmente, un producto o emprendimiento desarrollado.
En segundo lugar, Construyendo designa a un padrino o una madrina, que trabaja mano a mano con el emprendedor en el desarrollo de su producto. Este rol lo desempeñan tanto integrantes del equipo estable de Construyendo como también voluntarios interesados en la iniciativa. “Uno de los desafíos es encontrar un padrino o madrina que pueda comprender muy bien la realidad que vive el grupo de personas que van a desarrollar el emprendimiento”, comenta Pueyrredón acerca de esta elección.
En tercer lugar, hay una capacitación para el emprendedor en relación a la administración de su negocio, su formalización laboral y otros aspectos del emprendimiento como la comunicación, identidad de marca y gestión de pedidos. Acá hay otro gran desafío al que se enfrenta Construyendo: lograr que los emprendedores apliquen nuevos conocimientos y puedan sistematizar procesos. La madrina o padrino juega un rol clave en esto.
Por último, todo este proyecto se tiene que materializar en las ventas para que haya ganancias y así poder comenzar a ver los resultados del trabajo. Para ello, la fundación facilita y busca canales de venta para los productos tanto de manera virtual (redes sociales, páginas web) como en diferentes ferias. “Somos el nexo entre el sector social, con una necesidad de un trabajo digno, y el sector privado”, manifiesta Silvina.
Con donaciones de particulares y empresas que confían en el proyecto, actualmente, Construyendo apoya a cinco emprendimientos: PH, una marca de zapatos del barrio de Puerta de Hierro en La Matanza; BAB, una marca textil de Almirante Brown en Tigre; Panadería de Itatí ubicada en el barrio Itatí en Quilmes; Palenque, un emprendimiento de carpintería del barrio El Palenque en José C. Paz y EsperanZa, ubicado en Costa Esperanza en San Martín, que elabora productos de cuero y cuyo crecimiento en los últimos cuatro años ayuda a ilustrar el trabajo de Construyendo.
EsperanZa, sinónimo de oficio y de continuidad
Rosalina Florenciano Caballero, mejor conocida como Rosa, y su marido Antonio Leguizamón viven en el barrio de Costa Esperanza en el municipio de San Martín y, por mucho tiempo, Antonio trabajó en una marca de carteras muy importante. Su trabajo quedaba en Avellaneda, lo que implicaba un largo y costoso viaje todos los días. Así surgió la idea de armar su propio taller. En 2017, renunció a su puesto y apostó a Costa Esperanza, su proyecto junto con Rosa en el cual vendían mochilas y carteras y que luego cambió al nombre EsperanZa.
“Yo ya venía con muchas ganas de hacer cosas para mí, para mi casa, tener mi propio trabajo y así dejarles una enseñanza a mis hijos de que se puede salir adelante”, comenta Rosa. En su hogar armaron un taller y confeccionaron sus primeros productos con ecocuero y lona que, luego, salían a vender por el barrio los fines de semana.
En noviembre de 2019 su emprendimiento dio un giro drástico. Rosa y Antonio conocieron Construyendo, que comenzó a asistirlos en su proyecto. Este fue el empujón para potenciar su oficio y convertirlo en un trabajo que no solo les generara ingresos a ellos, sino también a oportunidades laborales a otras personas del barrio.
Calidad, la clave del crecimiento
Según Rosa, lo más importante que les dio Construyendo es el aprendizaje para sacar un producto de calidad. Previo a la colaboración, el catálogo era muy limitado, ya que no contaban con todo el equipamiento y la gente necesaria para ampliarlo y producirlo. Hoy han desarrollado más de 21 productos, todos manufacturados 100 % con cuero argentino.
Por un lado, crearon toda una línea asociada a los accesorios: más de cinco modelos de carteras diferentes, llavero, mochila, tarjetero, neceseres de distintos tamaños, porta anteojos y portacelular. Por otro lado, tienen su línea EZ Home, que incluye productos para la casa como portavasos, pad de cuero para la computadora y para el mouse, lapicero, cuaderno y portacomputadora.
Cada producto se puede elegir dentro de una paleta de colores que tiene hasta 18 variaciones. Además, cualquier producto puede tener un grabado personalizado que, por ejemplo, pueden ser las iniciales de una persona o también el logo de una empresa.
Realizar cada uno de estos productos es todo un arte. Junto con Construyendo, Antonio y Rosa diseñaron una cadena de producción eficiente en la que hoy participan ya 17 vecinos, la cual comienza con Rosa, que busca los materiales en diferentes barrios de la Ciudad de Buenos Aires. Por ejemplo, el cuero en Villa Crespo, los herrajes en Boedo, los forrados en Once.
Estos materiales llegan al taller, en donde Antonio y Francisco se dedican al corte. Luego, pasa a lo que Rosa llama “la mesa de trabajo principal” en donde se hace el rebajado, se pegan los cierres. Al terminar, van a la mesa de Lucía que, junto con otras dos personas, confeccionan todas las partes. El proceso sigue con el preparado, cuando se pintan los bordes, las correas y las manijas.
Por último, llega a la terminación: se limpia el producto, se cortan los hilos sobrantes, se realizan los últimos detalles, se plancha y se pone el producto en la bolsa de entrega, una bolsa de tela creada por Antonio con el sello de EsperanZa (que a la vez estampa otro empleado). En simultáneo, hay todo un equipo que trabaja en la coordinación de los horarios de entrega, los pedidos y demás temas administrativos.
La calidad del producto para Construyendo también implica un arduo trabajo sobre la marca. Por ejemplo, su nombre cambió a EsperanZa en vez de Costa Esperanza porque para la clientela generaba muchas dudas en relación a la ubicación del emprendimiento. Algunos hablaban pensando que ellos estaban en la costa atlántica argentina.
Les abrieron, además, los canales de venta para que ellos pudieran comenzar a promocionar sus productos en ferias como la de la Embajada de Uruguay, en colegios, en barrios de Pilar, entre otros. “Es una muy buena oportunidad para estar en contacto con la gente y que vengan a ver los productos”, expresa Rosa. Al generar ganancias, el proyecto y la posibilidad de invertir en su crecimiento aumenta.
Transformación en el barrio
Más allá de sus ambiciones profesionales, Antonio y Rosa siempre tuvieron un objetivo en paralelo: mejorar la calidad de vida de los habitantes del barrio. “La gente que trabaja con y como nosotros puede salir adelante”, analiza Rosa.
Y pone su propio ejemplo: su sueño siempre fue que sus hijos pudieran tener un cuarto y ahora, años después, lo logró. También pudo realizar mejoras en el baño de su casa así como también destinar algunos de sus ingresos para salir a pasear con sus hijos. “Hay que seguir enseñándoles que el trabajo es fundamental para lograr este tipo de crecimiento. El esfuerzo y la responsabilidad es todo lo que nos acompaña”.
Nicolas Martinez, de 21 años, empleado de EsperanZa encargado de la producción, se unió al proyecto en mayo del 2022. “Estar trabajando en el taller me enseñó muchas cosas”, remarca. “Por ejemplo, aprender cómo manejar y gestionar un emprendimiento o por lo menos tener una noción de ello, lo que me lleva a tratar de crecer y seguir aprendiendo para así el día de mañana tener uno propio”, agrega.
Noelia Ledesma, de 38 años, es quien se ocupa del sector de ventas y explica que el mercado laboral para los jóvenes sin experiencia es muy complicado, especialmente cuando en el CV figura que residen en un barrio vulnerable. “Hay prejuicios al respecto y muchas puertas suelen cerrarse frente a eso”, comenta.
Lucía Obarri, de 33 años, es otro caso donde se ve el progreso y la mejora en su calidad de vida. Ella entró a EsperanZa como costurera y ahora es la segunda de Antonio en la producción. “Hay un gran ambiente de compañerismo y de trabajo en equipo”, resalta.
Por otro lado, EsperanZa decidió dirigir una parte de sus ingresos al comedor Las Violetas. Este lugar comenzó a funcionar también por iniciativa de Antonio y Rosa, quienes antes de EsperanZa habían detectado las necesidades del barrio. Empezaron organizando meriendas en la vereda y hoy, también con el apoyo del municipio que les da algunos alimentos, tienen un espacio en donde les dan de comer a muchas familias. “Mientras tengamos trabajo, no le va a faltar comida a la gente”, afirma Rosa.
A propósito, Noelia, de ventas, aclara que siempre estuvo interesada en formar parte de un espacio laboral con enfoque social. “Es muy gratificante poder trabajar en algo que va más allá de tener un ingreso para una, sino que también estás ayudando a otros”, remarca Noelia.
Todo esto que lograron se trata, para Rosa y su equipo, solo del comienzo. La emprendedora concluye: “Deseamos siempre tener trabajo para poder seguir acompañando a la gente”.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.