La comunicación en torno a la renuncia de Martín Guzmán y el nombramiento de Silvina Batakis fue una sinfonía de improvisaciones. El gobierno, una vez más, ante la oportunidad de rectificar el rumbo.
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Impericia. El sábado 2, en plena “crisis de crecimiento”, el Ministro de Economía renuncia por Twitter y adjunta una carta de 7 páginas con la esperanza de que la historia sea benévola con él. No está claro qué lo desgastó más: si el asedio de Cristina Kirchner o el respaldo tibio de Alberto Fernández. Con el país en vilo, durante el domingo 3, Sergio Massa ya se siente Jefe de Gabinete y salvador de la Patria. Ofrece el cargo de ministro a varios economistas y todos declinan el honor. Mientras, el presidente se niega a hablar con la vicepresidenta, hasta que una Abuela de Plaza de Mayo tiende el puente. Trasciende que se gritan por teléfono y que acuerdan dejar afuera a Massa. Casi a las 9 de la noche, un tuit de la Portavoz Presidencial por fin hace oficial el nombre de la nueva Ministra de Economía: Silvina Batakis. Difícil hacerlo peor.
La comunicación política tiene códigos que son como la ley de la gravedad: si no se quiere terminar mal, mejor no cuestionarlos. El gobierno argentino parece haberse ensañado contra ellos:
- Previsión. A un líder pueden sorprenderlo los desastres naturales, los accidentes fortuitos o las arbitrariedades de los dementes. Nunca el comportamiento de su propio equipo. La renuncia por Twitter de un ministro clave, un sábado, hace pensar que el Presidente no la vio venir. O que negaba lo que veían sus ojos. El público interpreta: no puede anticipar lo que hará uno de sus ministros más cercanos, cómo va a conducir el país. Mal.
- Tiempo. Máxima de oro: la gravedad de una crisis tiene relación directa con su duración. Las 29 horas que pasaron desde la renuncia de Guzmán hasta el anuncio del nombramiento de Batakis fueron una eternidad: no hicieron más que aumentar la ansiedad. Dio tiempo para que en los medios y las redes se especulara sobre todo tipo de cambios. El público confirma: no la vio venir, mucho menos pensó en un plan B. Más daño autoinfligido.
- Gestos. El diablo está en los detalles: renuncia de Guzmán por Twitter; silencio presidencial por horas; funcionarios clave en reuniones familiares o la cancha de fútbol; anuncio de quién es la nueva ministra con un tuit de Cerruti, en lugar de un mensaje del Presidente o, al menos, su Jefe de Gabinete. Ya, al día siguiente, en la jura de la nueva ministra, Alberto no habla y Cristina ni siquiera va. Resultado: asume devaluada. Y el público lee: Batakis era lo que había, nadie está convencido de que sea la mejor opción. El vuelo del dólar no hace más que confirmarlo.
En política, construir poder lo es todo. Y comunicar mal es debilitarse. El presidente parece no verlo. O lo ve y prefiere negarlo.
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Tres preguntas a Andrew Wear. Es un autor y speaker internacional australiano, especializado en la generación de políticas públicas para salir de las crisis.
- Algunas grandes crisis fueron seguidas de muy buenos momentos, ¿no?
Murieron 50 millones de personas con ocasión de la fiebre española de 1918 y 1919. Fue una pandemia que llegó justo después de la Primera Guerra Mundial, que había traído muerte y destrucción. Fueron tiempos terribles, pero en los años siguientes, los Estados Unidos explotaron: el PBI per cápita se duplicó, millones de americanos entraron en una fase de prosperidad que antes ni soñaban. Para los Estados Unidos, la crisis de la gripe española se convirtió en una oportunidad. Nosotros, con el covid, vivimos una crisis global terriblemente dura en la que perdimos a muchos de nuestros seres queridos, enfrentamos dificultades financieras, e incluso nuestra salud mental quedó comprometida, sobre todo si te tocó quedar encerrado con niños pequeños por meses, lidiando con los desafíos del trabajo remoto. Qué pasaría si pudiéramos anticipar que la próxima década va a ser de prosperidad y alegría, y no de depresión… si pudiéramos capitalizar las experiencias de las crisis pasadas y las convirtiéramos en activos para encarar los años que vienen.
- ¿Cómo crees que el mundo puede aprovechar una crisis como la del covid?
Lo que se puede hacer es tomar como referencia cómo salimos de otras crisis en el siglo pasado (pandemias, desastres naturales, recesiones) y ver si hay algo aprovechable ahí. Hay múltiples ejemplos de ciudades o países que, después de grandes desafíos, pudieron crear un futuro mejor. Cuando eso pasó, se debió a varios factores. El primero, la apertura a aprender de la experiencia de la crisis. Las crisis son horriblemente intensas, pero enseñan mucho sobre nuestras instituciones, nuestros sistemas y nosotros mismos. Veinte años antes de covid el mundo enfrentó otro desafío importante de salud: el síndrome agudo respiratorio (SARS), que generaba falta de aire y agitación, como el covid. Impactó mucho en Lejano Oriente. Taiwan tuvo una tasa de mortalidad alta, pero una vez que terminó la epidemia decidieron aprender: estudiaron el SARS en los Estados Unidos, y montaron un centro muy sofisticado de manejo de epidemias, además de la preparación de protocolos para epidemias. Cuando llegó el covid, estaban listos. Tuvieron pocas muertes, y en un tiempo relativamente breve pudieron volver a la normalidad.
- ¿Además de la actitud para aprender, qué más se puede hacer?
Una segunda clave es la preparación para el trabajo conjunto. Los problemas complejos involucran a muchos, y coordinarnos para hacerlo bien es clave. El ejemplo de lo hecho en Indonesia después del tsunami de 2004 es revelador. Se asignó una enorme ayuda humanitaria en términos de dólares, equipos, gente… y el desafío fue coordinar todo eso para que fuera efectivo. La clave fue que la misma comunidad afectada se organizara, y contar con un único master plan que incluyera a todos los actores. Hoy, las zonas más afectadas por el tsunami siguen teniendo problemas, pero creció la confianza, hay mejor infraestructura y mucha menos pobreza que antes de la catástrofe. La tercera clave es la capacidad de mirar hacia adelante, no sólo hacia atrás. Después de la fiebre española, muchos países miraron hacia atrás, hacia cómo era la sociedad en 1913, pero Estados Unidos miró hacia adelante, hacia la tecnología que se venía: la combustión a través de la nafta, la electrificación masiva. Invirtieron en ciencia y tecnología, y eso hizo la diferencia.
Las tres preguntas a Andrew Wear se tomaron de la presentación “How to turn a crisis into an opportunity”, dada en originalmente en el contexto de TEDxUniversityofEdinburgh. Para acceder a la versión completa podés hacer clic acá.
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Derecho al olvido. Hace meses comentamos que la Corte Suprema analizaba el caso de Natalia Denegri vs. Google sobre el derecho al olvido. Esta semana el máximo tribunal se pronunció, dándole la razón al buscador: no está obligado a desindexar las viejas notas de los medios que mencionan a Denegri en el contexto del llamado “caso Coppola”. Este artículo de Héctor Guyot distingue con sutileza la natural empatía que produce una mujer que no se siente identificada con una historia triste, lejana en el tiempo, y desea que no se pueda acceder a ella, de la conveniencia institucional de proteger la memoria histórica, sobre todo por el antecedente que generaría si otros personajes públicos, sobre todo políticos, pudieran de alguna manera editar su huella digital. Delicado equilibro de humanidad empática y prudencia política.
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Academia. La investigación sobre comunicación de crisis se ha centrado tradicionalmente en la reputación de las organizaciones y en estrategias para neutralizar las acusaciones. Como consecuencia de eso, hay conocimiento limitado sobre comunicación de crisis de un organismo público con un enfoque anticipatorio. Este artículo propone una mirada prospectiva del manejo de crisis en el gobierno con un enfoque basado en objetivos de comunicación y distingue dos dimensiones básicas de crisis: reputacional/resiliencia y estratégica/operativa. Buenos insumos para cualquier organismo el gobierno. En la Argentina y en cualquier lugar del mundo.
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Oportunidades laborales
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Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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