La pregunta por cómo y cuánto afectan las pantallas durante la infancia existe desde hace tiempo. Quizás no apareció exactamente en simultáneo a cuando los dispositivos empezaron a inundar todos los ámbitos de nuestra vida, pero sí muy poco después.
Dar una contestación tajante o taxativa no solo puede ser muy difícil, sino también poco recomendable. No hay respuestas claras y únicas sobre cuándo se debe dar a los niños su primer teléfono o qué grado de supervisión necesitan a medida que crecen. Existen estudios que encontraron tanto efectos positivos como negativos. Entre aquellos que señalaron algunas consecuencias perjudiciales, tenemos:
- Uno publicado en la revista científica JAMA Network que señaló que cuando los niños de un año pasan más de cuatro horas al día mirando pantallas, presentan retrasos en el desarrollo y problemas de comunicación, motricidad fina y resolución de problemas. Es importante aclarar que un 4 % de los participantes en el estudio estuvieron expuestos a más de cuatro horas de pantalla al día.
- Según otro estudio que se publicó en Pubmed y fue realizado entre alumnos japoneses de jardín de infantes, tan sólo una hora de uso de dispositivos móviles se relaciona con problemas de comportamiento e incapacidad para prestar atención.
- Finalmente (para esta lista, que está muy lejos de abarcar todos los estudios conducidos al respecto), un estudio de la Revista Pediátrica de San Pablo (Brasil) que también fue publicado en Pubmed relacionó el uso frecuente de Internet con obstáculos en la capacidad de los niños para crear relaciones interpersonales.
En diálogo con RED/ACCIÓN, la médica pediatra del GMLSI (Grupo Médico Lomas de San Isidro) Ingrid Gerold comentó: "En primer lugar, es fundamental que los bebés conecten con el rostro de la mamá durante los primeros meses. El uso del teléfono por parte de los padres ya puede implicar un obstáculo para que este contacto se establezca en la medida que es necesario. En este aspecto, hay muchas madres presionadas por influencers que se enfocan en la maternidad —ya sean médicos, o psicólogos— y aconsejan hacer tal o cual cosa. A veces tanta información confunde y se pierde un poco el propio criterio".
La capacidad para inteligir la información que aparece en la pantalla, además, no es la misma en las distintas etapas del ciclo vital. "Por otro lado, el uso de smartphones puede ser muy confuso para un bebé de menos de dos años, porque interpretan que la realidad es lo que ven. No tienen las herramientas para usar estos dispositivos de la misma manera que nosotros —agrega la médica—. No es lo mismo, por ejemplo, que entretenelos con un libro, que es plano (no tridimensional) y pueden interpretar fácilmente como un juguete".
Además de las consecuencias cognitivas ya mencionadas, hay otros efectos que Gerold observa en el consultorio tanto a nivel clínico como de comportamiento: "En cuanto a las consecuencias médicas, ya se ven más casos de miopía y falta de vitamina D por estar poco tiempo en exteriores. Además, algo que podemos observar los pediatras es que el berrinche es mucho más frecuente, porque el uso de estos dispositivos produce casi obsesión. De seguro, se pierde la costumbre de aburrirse y dejar que trabaje la imaginación. Esto se observa incluso en las salas de espera".
En esta línea, la psicóloga Josefina Smart comenta: "Los smartphones a veces funcionan como una especie de 'chupete tecnológico'. Me refiero a que, en muchos casos, se entregan a los niños ante el menor reclamo de aburrimiento, y esto tapona cualquier posibilidad de inventar un juego creativo, o incluso aburrirse. El aburrimiento es necesario, porque de él surgen una cantidad de posibilidades de invención y creatividad. Es fundamental no interrumpir la etapa en donde se sientan las bases del desarrollo lúdico, porque es muy difícil armarlo más adelante".
Uso responsable
¿Qué hacer con toda esta información? De más está decir, no podemos eliminarlos completamente de nuestras vidas o las de nuestros hijos. Además, no todos los estudios apuntan exactamente en la misma dirección.
En mayo de 2023, un comunicado de la Asociación Americana de Psicología, en el que se revisaron las pruebas disponibles hasta la fecha, concluyó que "el uso de las redes sociales no es intrínsecamente beneficioso ni perjudicial para los jóvenes". Incluso existe documentación respecto a algunos efectos positivos que tiene la tecnología en adolescentes a la hora de establecer vínculos y explorar sus identidades.
Pero todo esto, como vemos, está ampliamente sujeto a la edad. Otro estudio publicado en Science Direct en 2022 indicó que a partir de los 13 años, los adolescentes tienden a comportarse de manera más responsable y recibir menos ciberacoso que los usuarios menores de 10. La investigadora y autora de este trabajo, Linda Chamarman, considera que los usuarios menores de diez años no deberían tener acceso a redes sociales.
El primer celular
Emily Cherkin, socióloga especializada en educación y autora de Una guía sin prejuicios para convertirse en una familia con conciencia tecnológica, comenta que la decisión de darle un smartphone a un hijo no debería estar motivada por la ansiedad parental. "Si la necesidad es simplemente estar comunicado, le podrían dar un teléfono con tapita", comentó a Vox. "El secuestro de un hijo es algo que da miedo, pero es estadísticamente mucho menos probable que el daño a su salud mental y el bullying", desarrolló la especialista.
"En adolescentes, algunas de las cuestiones más urgentes son la baja de autoestima por estándares físicos inalcanzables de las redes sociales, la asociación de esto trastornos de coducta alimentaria, y también aumento de consumismo o incluso ludopatía", señaló sobre estos aspectos Gerold.
Charman, sin embargo, aclara que "cuando los niños ya tienen edad suficiente para pedir a gritos un dispositivo propio, merece la pena escucharlos. Las respuestas pueden ser muy variadas y referirse a la presión del grupo, el deseo de conectar con los amigos o el interés por aprender más sobre sus aficiones".
Diagramando un esquema de reglas
Para que el uso de estos dispositivos no sea indiscriminado y reducir sus efectos perjudiciales al mínimo, es esencial establecer reglas claras antes de entregárselos. Algunas de las más populares son no usar durante la cena el teléfono o dejar las pantallas antes de dormir, además de activar los controles parentales en todas las aplicaciónes y tener que acordar antes de bajar una nueva.
"A la hora de implementar reglas, la hipocresía es central. Los hijos hacen lo que nos ven hacer, no lo que les decimos que hagan. Son muchos los casos, por ejemplo, en los que veo padres de pacientes quejarse de que sus hijos no leen, y cuando les pregunto si ellos leen, la respuesta es un rotundo 'no'. En la crianza, las cosas no suceden por generación espontánea. Lo mismo tiene que suceder con las reglas respecto al uso de teléfonos" desarrolló Smart.
Incluso existen algunos borradores de contrato que las familias pueden modificar acorde a sus necesidades. El hecho de imprimir y firmar un papel puede sumarle a estas restricciones una dimensión de juego.
"Al llegar del colegio, creo que lo ideal sería que los chicos se relajen un poco, luego que se ocupen de sus obligaciones, y después fijar alguna cantidad de tiempo para el uso de smartphones (alguna vez podrá ser más, otra vez podrá ser menos). Está bueno armar un esquema de prioridades, pero con cierta flexibilidad", concluye la Smart.