La pandemia del COVID-19 no terminará realmente hasta que todos tengan acceso a las vacunas, inclusive la gente en los países más pobres. La vacunación mundial ofrece la mejor esperanza para detener la propagación de infecciones, salvar vidas y proteger supervivencias. La gente no puede alcanzar su potencial hasta que pueda volver a estudiar, trabajar, viajar y socializar con la confianza de que está a salvo del COVID-19.
Distribuir vacunas de manera más generalizada, por lo tanto, es una necesidad urgente. La pandemia ha agravado la desigualdad ya que los más pobres y los más vulnerables fueron los más afectados. En los países en desarrollo, las mujeres, los niños, los pobres y los trabajadores del sector informal han pagado un precio extremadamente alto cuando el COVID-19 les arrebató el sustento, cerró las aulas e impidió un gasto social urgente.
Las demoras para iniciar los planes de vacunación en los países en desarrollo están profundizando la desigualdad global y dejan a cientos de millones de personas mayores y vulnerables en una situación de riesgo. Sigo instando a los países con suficientes suministros de vacunas para sus ciudadanos más vulnerables a que liberen sus dosis adicionales lo antes posible para los países en desarrollo que ya cuentan con programas de distribución.
Algunos países han hecho mucho más que vacunar a sus ciudadanos que están más en riesgo. Pero muchos otros todavía no han recibido dosis, mucho menos las administran de manera generalizada entre los vulnerables. Muchos de los países más pobres tienen una capacidad de vacunación limitada y les llevará varios meses inmunizar a un porcentaje importante de los grupos de mayor riesgo.
Esta estrategia ilógica –utilizar suministros limitados de vacunas para proteger a las poblaciones de bajo riesgo en un puñado de países mientras economías de bajos y medianos ingresos esperan indefinidamente dosis- no tiene sentido para nadie. Se perderán más vidas, el crecimiento económico global será más desigual y hasta los países con altas tasas de vacunación estarán más en riesgo frente a las nuevas variantes de coronavirus de lo que estarían si los países en desarrollo tuvieran un mayor acceso a las vacunas. Cuanto más se tarde en alcanzar una amplia vacunación de los vulnerables, mayor será el riesgo de extrema pobreza en 2021 y 2022, lo que a su vez generará futuras crisis sanitarias y sociales.
Realizar una campaña de vacunación a gran escala es una tarea de envergadura para cualquier país, pero la logística es particularmente difícil en el caso de los países con recursos limitados y sistemas de salud frágiles. El desastre del COVID-19 en la India y el alza de las infecciones y muertes en América Latina en estos días son recordatorios sombríos de que la pandemia está en el peor momento para muchos de los pobres del mundo.
Un esfuerzo de vacunación global exitoso debe basarse en tres pilares. Primero, los países con un suministro adecuado de vacunas deberían liberar de inmediato dosis para los vulnerables a nivel global. Esto puede implicar ejercer opciones y enviar vacunas a otros países, o dejar en claro a los fabricantes que pueden enviar rápidamente suministros sin exponerse a un riesgo legal. O podría implicar, en verdad, cumplir con los compromisos de financiación del fondo de Acceso Global a Vacunas contra el COVID-19 (COVAX) creado por la comunidad internacional para asignar dosis de manera equitativa a los países más pobres.
El consejo ejecutivo del Banco Mundial ya ha aprobado un financiamiento disponible en 22 países en desarrollo y se espera que a estos se sumen varias decenas más a mediados de año siguiendo el proceso acelerado que utilizamos para la asistencia de emergencia contra el COVID-19 en 2020. Estos 12.000 millones de dólares pueden facilitar una distribución rápida de las vacunas a través de los sistemas nacionales de salud y solventar las compras y envíos de vacunas si fuera necesario. Es crucial que haya contratos estandarizados y transparentes que dispongan una distribución justa y equitativa. Si los suministros de vacunas pasan por COVAX, que apunta a inmunizar al 20% más vulnerable de las poblaciones de los países, el financiamiento del Banco Mundial podría utilizarse para ayudar con la distribución y la compra de suministros adicionales para vacunar a más gente.
Segundo, necesitamos una mayor transparencia con respecto a los contratos entre gobiernos, compañías farmacéuticas y organizaciones involucradas en la producción y suministro de vacunas para que el financiamiento se pueda dirigir de manera efectiva y los países puedan planear la recepción y la distribución. Esto también es crítico para permitir las inversiones del sector privado que sean necesarias para ampliar el suministro.
En ese espíritu, esta semana el Banco Mundial está lanzando un portal online integral que ofrece un fácil acceso a información sobre nuestros proyectos, incluidas las operaciones de financiamiento de países individuales. El portal también incorporará la evaluación de disponibilidad de las vacunas que ayudamos a emprender con más de 140 países en los últimos seis meses, en un trabajo mancomunado con Gavi, la Alianza de Vacunas, el Fondo Global, la Organización Mundial de la Salud y UNICEF. Así, el portal online del Banco también es una invitación a los fabricantes, compradores e intermediarios de vacunas a hacer lo mismo y otra petición a aquellos que controlan el suministro de vacunas aprobadas para que las liberen a programas de distribución seguros y bien financiados.
El tercer pilar es una mayor producción de vacunas. La Corporación Financiera Internacional, el brazo del sector privado del Grupo Banco Mundial, ha invertido más de 800 millones de dólares en atención médica, inclusive en fabricantes de vacunas. Y actualmente tiene otros 1.200 millones de dólares en tramitación a través de la Plataforma Salud Global, un mecanismo de financiamiento de 4.000 millones de dólares creado para ayudar a satisfacer la necesidad inmediata de vacunas, equipos médicos y servicios de salud. La CFI está comprometida activamente con gobiernos y empresas en el desarrollo inicial de proyectos de fabricación farmacéutica comercialmente viales, entre ellos vacunas contra el COVID-19.
La pandemia ha colapsado los sistemas de salud a nivel mundial, inclusive en los países más desarrollados. Ahora debemos fortalecerlos, no sólo lidiar con el esfuerzo de vacunación sino también prevenir y tratar el COVID-19 y garantizar el abanico completo de servicios sanitarios esenciales.
La campaña de vacunación global contra el COVID-19 será la mayor de la historia –sin precedentes en escala, velocidad y complejidad-. Nuestro objetivo debe ser llevarla a cabo de la manera más rápida, generalizada y segura posible; aprender de lo que funcionó y de lo que no, e impulsar la preparación y la resiliencia para crisis futuras.
David Malpass es presidente del Grupo Banco Mundial.
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