Llega la factura de luz y uno abre el sobre con la expectativa de que el monto sea similar al del mes anterior. Tenemos poca noción de lo que se consume durante el mes y pocas veces nos detenemos a pensar si somos eficientes en cómo usamos la energía.
En los barrios vulnerables del país, alcanzar la eficiencia energética es un desafío incluso mayor. Y, además, mucho más urgente: necesitan ser más eficientes para poder pagar la factura sin resignar calidad de vida.
En estos barrios, donde la mayor parte de los hogares no tienen conexión de gas, los equipos de calefacción (estufas y aires acondicionados en modo calor) y de calentamiento de agua (termotanque y calefones) constituyen más del 70% del consumos energético de una vivienda. Si a esto se le agrega el consumo de la heladera, la iluminación y el aire acondicionado, estos cinco servicios explican el 83% de la facturación.
La semana pasada visité cuatro casas del barrio La Lata, en Villa Rosa, partido de Pilar. Las personas que me recibieron viven en situación de vulnerabilidad, suelen tener como principal ingresos a los planes sociales, y algunas de sus casas son de materiales precarios. Y además tienen un punto en común que representa una gran carga: pagan tarifas de luz muy altas.
Por eso mismo, estas familias participaron de un diagnóstico hecho por Edenor para identificar cómo consumen esa energía. De ese relevamiento participaron en total 98 vecinos. A partir de estos resultados se espera trabajar para que las familias puedan mejorar la eficiencia energética, que lógicamente no depende solo de la voluntad de los vecinos, sino que se les debe facilitar el acceso a electrodomésticos de mejor consumo, reformas en sus casas y lamparas de bajo consumo, entre otros aspectos.
Durante junio y agosto de 2019, Edenor estudió el consumo. Además, los asesoró para que se incorporaran a la tarifa social. Y sumó a integrantes de la Fundación ProVivienda Social (FPVS), una organización que trabaja en el mejoramiento de la vivienda y de las condiciones de vida de los sectores de menores ingresos, para que los acompañe en el trabajo con las familias.
Necesitó entrar a la tarifa social y ya cambió hábito
En agosto, luego del diagnóstico realizado por Edenor, Nora Soto, una vecina de La Lata de 57 años, se enteró de que consumía 386 KWH por mes, lo que se traducía en una factura de unos $2000. Para tener un parámetro comparativo, ese mes en mi departamento de Palermo y viviendo sola, consumí 196 KWH ($803).
Desde hace ocho meses, Soto alquila un tercio de una vivienda (la dueña dividió la propiedad en tres partes y generó tres entradas individuales). Vive con un hijo, una hija y dos nietos. Y no trabaja porque tiene una hernia en la boca del estómago y su hija tiene un ingreso intermitente, ya que realiza las changas que le van saliendo.
Soto tiene medidor prepago. Es un medidor que necesita que se le cargue crédito como un celular prepago: tiene que ir a un kiosco o local de pago de servicios para cargar dinero. Si se queda sin crédito, la energía se corta.
Después del relevamiento, Soto pudo tramitar la tarifa social, cambiar algunos hábitos y bajar el consumo a entre $600 y $650 por mes. Veamos cómo:
Desde que le realizaron el diagnostico, el termotanque lo desenchufa cuando no lo están usando. Además Provivienda Social le donó cuatro lámparas led, que ya usa pero que no sabe si va a poder reponerlas porque le salen caras. “En verano, las luces están casi siempre apagadas. A la noche prendemos la luz de afuera por seguridad y la del baño para que los chicos puedan ir tranquilos”, dice Soto, que siempre deja la tele prendida, un hábito que todavía no pudo cambiar.
Según Raúl Zavalia Lagos, director ejecutivo de FPVS, este tipo de relevamientos son importantes para entender lo que uno está consumiendo. Y se extiende: “El consumo es superheterogéneo: hay mucho subconsumo porque en algunas casas tienen escasos electrodomésticos; y los que tienen consumo, suele ser elevado porque tienen artefactos ineficientes”.
Salvador Gil, doctor en Física y docente de la Universidad Nacional de San Martín, observa que sobre todo en los barrios populares, pero también en todos los sectores, la mayor parte de las personas tienen dificultades para administrar el consumo eléctrico. “La gente consume, pero no sabe lo que ha consumido hasta que llega la factura. Es frecuente que el debate por el costo de las facturas de energía se centre en la posibilidad de otorgar subsidios y no en la gestión sostenible de los recursos. Consumir de más es un problema que genera dificultades de todo tipo y el subsidio puede generar un efecto no deseado”, opina.
Pasaron de pagar $ 2000 por mes a unos $ 1100
Durante muchos años, Juan Carlos Herrera y Laura Martínez tuvieron que “colgarse” para tener electricidad en su casa. Hace dos años, pusieron medidor. En agosto, pagaban alrededor de $ 2000. Ahora hicieron algunos cambios, como poner focos led y desenchufar algunas cosas cuando no las usan, como por ejemplo los cargadores de celular. Así pudieron reducir el consumo. En la última factura, les cobraron $ 1100.
Herrera sabe que puede ser todavía más eficiente, pero para lograrlo necesita hacer una inversión que no puede. “La heladera tiene más de 30 años, es ineficiente, pero por ahora no la puedo cambiar ni desenchufar", dice y agrega que no puede desenchufar el televisor porque es "complicada la configuración”, comenta Herrera. Efectivamente, una de las recomendaciones que le hicieron a la familia es apagar el televisor mientas no lo estén usando.
El área de Innovaciones de Edenor estima que para que los sectores populares puedan pagar las facturas estás no deberían exceder los 300 Kwh, un valor donde la tarifa social ofrece un 30% de ahorro con respecto a la tarifa normal. Es decir, cuanto más se consume menos es el descuento que reciben.
Si bien FPVS estima que el consumo podría reducirse a aproximadamente 229 KWH por mes ($ 600 aproximadamente con tarifa social) es un valor no sencillo de alcanzar en invierno si no se tiene acceso a red de gas.
El desafío de reemplazar equipos de calefacción de alto consumo
Patricio Mondaca, de 65 años, consume 172 kwh por mes, por lo tanto, carga alrededor de $791 por mes en el medidor prepago. Su consumo no es alto porque vive solo, tiene pocos electrodomésticos y casi no está en la casa. Pero según el diagnóstico realizado por Edenor, la heladera consume casi el doble que una eficiente y la estufa eléctrica tiene un consumo muy elevado.
La heladera tiene que estar encendida las 24 horas por lo tanto el margen de ahorro a través de cambios en usos y costumbres es muy limitado. A partir del diagnostico, se le recomendó reemplazarla.
La estufa eléctrica podría cambiarse por otro artefacto alternativo de menor consumo. Por ejemplo, un radiador eléctrico que consume entre 900 y 1.000 W/h o un panel calefactor que consume aproximadamente 600 W/h. Otra posibilidad es el uso de la manta térmica para la cama.
Según Gil, una heladera consume solo un tercio de la energía que consumía en 1973. "En promedio tienen 20% más de capacidad de almacenamiento y cuestan la mitad que los antiguos equipos cuando se corrige por inflación.
Los nuevos lavarropas usan 70% menos de energía que hace tres décadas y los nuevos acondicionadores de aire gastan un 50% menos de energía que los de una década atrás. El aire acondicionado es útil, pero un ventilador consume 10 veces menos y produce la misma sensación de confort cuando la temperatura es menor a 30 grados”, explica.
Hay tres circunstancias que pueden provocar un consumo ineficiente. La primera tiene que ver con el mal uso de un aparato eficiente, es decir usos y costumbres inadecuados. Este factor cultural se da, por ejemplo, cuando un televisor eficiente desde el punto de vista energético se deja funcionando muchas horas por día incluso cuando no hay gente en la vivienda. En este caso, la solución para llegar a un consumo responsable es de índole cultural y se deberá concientizar sobre una modificación de los usos y costumbres.
La segunda causa puede ser que el artefacto es ineficiente, que es cuando consume por encima de lo eficiente desde el punto de vista energético. Por ejemplo, una heladera que consuma más de 350 kWh por año o un televisor que consuma más de 130 kWh por año. La solución energética para un consumo eficiente se deberá orientar a un recambio del artefacto.
El tercer motivo se relaciona con las características de la vivienda. Es decir, cuando esta es ineficiente desde el punto de vista energético porque hay mucha pérdida de temperatura interna con respecto a exterior (calurosa en verano, y fría en invierno).
Se da esta situación debido a aberturas imperfectas y característica de los materiales con la que fue construida, entre otras. La solución para un consumo de electricidad razonable requerirá de modificaciones edilicias que conviertan a la vivienda en eficiente desde el punto de vista energético.
Tiene un aire acondicionado que consume 15 veces más que uno eficiente
En el living de Luisa Salvador hay un televisor, que ahora está de adorno porque se le quemó por los cortes de luz. En agosto, ella consumía 674 KWH, lo que se traducía en unos $ 2900. Ahora está cargando alrededor de $200 por semana.
Con el diagnostico, pudo identificar que el aire acondicionado consume quince veces más que uno de consumo eficiente. Al revisar la etiqueta de eficiencia energética se dio cuenta que el electrodoméstico era clase C. Los más eficientes son clase A. Se le recomendó controlar su uso y, en lo posible, hacer un recambio por otro de mayor eficiencia. Por el momento, Salvador optó por mantenerlo apagado lo máximo posible.
Por seguridad algunos consumos no son fáciles de modificar. Hay familias que dejan prendido el televisor para dar la idea de que siempre hay alguien en la casa. Algo parecido pasa con las luces, tal como lo explica Luisa: “Uno está acostumbrado a tener todo prendido las 24 horas. A la noche sí o sí tenés que dejar la luz prendida de afuera por seguridad”.