La crisis climática global puso en debate los modos de consumo y producción de alimentos en todo el mundo, con la agroindustria en el centro de las miradas. Ante ello, crece la agroecología, a partir de la cual los agroquímicos son reemplazados por bioinsumos y las semillas transgénicas por semillas orgánicas.
En Argentina, un grupo de ingenieros agrónomos, médicos y referentes socioambientales creó en 2016 la Red Nacional de Municipios Agroecológicos (Renama), con el objetivo de que cada vez más localidades adopten un modelo productivo respetuoso de la salud humana y el ambiente.
“La agroecología no es sólo una técnica para producir alimentos, sino una manera de entender la forma en la cual los seres humanos interactúan con la naturaleza” sostuvo Eduardo Cerdá, uno de los mentores de la red y actualmente director nacional de Agroecología en Argentina.
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Con menos de cinco años de existencia, Renama es hoy una red que incluye a 34 localidades argentinas (más una uruguaya y una española) y que agrupa a 180 productores que trabajan unas 100 mil hectáreas bajo el paradigma agroecológico, con el asesoramiento de 85 técnicos.
Zavalla, una comuna en plena transición
Pequeña y prolija, Zavalla es una comuna de 7.000 habitantes ubicada en el corazón de la Pampa agrícola, en el sur de la provincia de Santa Fe. Como todo pueblo rural, apenas una calle separa las casas bajas de los campos cultivados, hasta hace pocos años transitados por máquinas fumigadoras de agroquímicos.
Fue a partir de un reclamo social generalizado por la exposición cercana a los agroquímicos que la comuna avanzó en una legislación que a partir de 2011 prohibió esas aplicaciones en una franja periurbana de 800 metros a partir del límite habitado. Una medida que generó malestar entre los productores.
“Era muy difícil de implementar y quien controlaba era un inspector de tránsito. Pero fue el puntapié inicial para empezar a cambiar todo”, afirmó Guillermo Rajmil, el jefe comunal desde 2015.
La comuna primero llevó adelante una prueba piloto de agroecología en un terreno de cuatro hectáreas, donde se plantó lechuga, rúcula y zapallitos, entre otros cultivos. Pero los agricultores no estaban acostumbrados a esta nueva forma de trabajar, por lo que los primeros resultados no fueron los esperados.
Pero todo cambió con la adhesión a Renama en 2019 y el diseño de un plan agroecológico. A través de una tasa ambiental, la comuna subsidia con un monto fijo mensual equivalente a los productores que se animan a transitar otra forma de trabajar la tierra. Durante el 2020, se destinaron en total 1.200.000 pesos a ese subsidio.
“La transición hacia la agroecología fue paulatina. Empezamos reemplazando plaguicidas y reduciendo dosis. Después bajamos el número de aplicaciones hasta no hacerlas más e incorporando otras tecnologías como diversificación de la producción y policultivos” explicó Roxana Schonfeld, integrante de una familia de productores agroecológicos.
Una red que crece desde el pie
Renama nació a partir del deseo de médicos, abogados e ingenieros agrónomos de impulsar un modelo agrícola sustentable desde lo social, lo ambiental y lo productivo. Querían lograr una alternativa al modelo agroindustrial impulsado desde mediados de los años 90 en Argentina, cuyos fundamentos son las semillas transgénicas y los agroquímicos y cuyo cultivo estrella es la soja.
Su objetivo es ser un punto de encuentro entre agricultores, ingenieros agrónomos, académicos y municipios dispuestos a trabajar en un proceso de transición hacia la agroecología. Una tendencia creciente en Argentina, según muestran las estadísticas oficiales y según el sentir de Cerdá, pionero en la materia.
Según los datos del último Censo Nacional Agropecuario, existen 2.324 explotaciones agrícolas que hacen agroecología en Argentina, sobre un total estimado de 250.000 explotaciones.
Si se les agregan las explotaciones que hacen cultivos orgánicos (no utilizan transgénicos) o biodinámicos (un método específico de agricultura ecológica) en total hay unas 5.277 unidades productivas que trabajan de manera “no convencional” en el país, lo que significa que una de cada 50 explotaciones agrícolas de Argentina trabaja bajo un paradigma productivo alternativo. El censo sólo especifica la cantidad de unidades, pero no su extensión en hectáreas.
Para Cerdá, el crecimiento de la agroecología no es sorprendente.
“En los últimos años aparecieron muchos actores que entendieron que el modelo convencional tiene falencias ambientales y costos crecientes, porque usa insumos dolarizados. No hay que hacerle una cosmética al modelo, sino cambiar de paradigma entendiendo la relación entre humanos y naturaleza”, explicó.
La gran mayoría de las 100.000 hectáreas que hacen agroecología bajo el asesoramiento de la Renama se ubican en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y San Luis y hacen cultivos extensivos (pasturas para ganado, trigo, maíz, avena, cebada, centeno y algo de soja). A ello también se ha sumado una porción muy pequeña dedicada a la horticultura.
Saludable, rentable y de cercanía
Zavalla tiene hoy algunas hectáreas dedicadas a la producción agroecológica hortícola pero en la gran mayoría de las 150 hectáreas reconvertidas hacen cultivos extensivos habituales en la zona como maíz o trigo. El límite de fumigaciones es de 800 metros, dentro de los cuáles está prohibido el uso de agroquímicos.
La idea del gobierno local es ir sumando valor agregado a la producción. Por eso quieren tener un molino para poder hacer harina orgánica, una fábrica de biopreparados y fraccionar sus hortalizas. Además, ya han instalado un local en el centro del pueblo que vende de forma directa lo producido.
Melina Pereyra trabaja en el negocio, que abrió sus puertas a mediados del año pasado como una apuesta por la alimentación saludable y de cercanía, aún bajo el desafío de hacerlo en plena pandemia. “Nuestro objetivo es ampliar la variedad de alimentos saludables hechos a partir de procesos orgánicos o agroecológicos”, subrayó.
“Vendemos todo lo que una familia precisa para alimentarse de manera sana: cereales, legumbres y verduras y frutas de temporada que se producen en las huertas de la comuna”, dijo, para agregar que a la venta de productos le suman “militancia e información” sobre hábitos alimentarios saludables.
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Agroecología y rentabilidad
La producción agroecológica cuenta con un menú de prácticas que la diferencian de la producción convencional. Uno de sus ejes es el diseño y la gestión de los sistemas agrícolas, pensados para minimizar recursos externos como fertilizantes, semillas, agroquímicos y combustible para, en cambio, priorizar las relaciones ecológicas que ocurren dentro del propio sistema.
“Es importante lograr un balance entre ingresos y nutrientes. Las unidades productivas deben observarse como ecosistemas complejos y autosustentables” explicó Cerdá.
Algunos de los principios sobre los que se basa son el cuidado del suelo y la prevención y el control natural de plagas y enfermedades a través de corredores biológicos, zonas de refugio para fauna benéfica, el uso de biopreparados, el uso de plantas repelentes y la conservación de depredadores naturales.
¿Es rentable la agroecología? Esa pregunta aparece una y otra vez cuando se comparan los dos modelos, y suele ser el argumento principal a la hora de denostar el paradigma ecológico. Para Cerdá, ya quedó demostrado que la agroecología puede hacerse a gran escala y ser rentable, en geografías muy diferentes entre sí. “Es una manera de trabajar que no tiene límites”.
Claudio Benítez, ingeniero agrónomo de Renama que asesoró a Zavalla, lo demuestra con números. La temporada pasada elaboraron 50 toneladas de trigo agroecológico en la localidad. Las ganancias duplicaron los costos de producción, mientras que con el trigo convencional, que solían cultivar antes de dedicarse a la agroecología, los costos superaban las ganancias.
“Notamos que con agroecología los rendimientos son más estables y los costos mucho más bajos, ya que casi no hay dependencia de insumos dolarizados como los agroquímicos o las semillas. Usamos tecnologías menos costosas que cambian totalmente la ecuación”, sintetizó Benítez.
Para los productores, tener asistencia técnica es clave.
“El asesoramiento que recibimos desde la Renama es excelente, mediante el ingeniero Benítez que nos asesora en todas y cada una de las dudas que van surgiendo, sin su ayuda sería engorroso, ya que es algo novedoso para nosotros” explicaron desde la familia Schonfeld.
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Una nueva política pública
Con el recambio de gobierno nacional a finales de 2019, Argentina decidió colocar a la agroecología en el rango de política de estado a través de la creación de una Dirección Nacional de Agroecología, a cargo de Cerdá.
Por primera vez, será el propio Estado el que se encargue de profundizar y promover un modelo de producción diferente al industrial. “Es algo muy importante porque formaliza una forma de producción que se hace de hecho pero que aún no había sido reconocida desde el Estado, que detecta que es una tendencia cada vez más fuerte y decide crear una Dirección para su promoción”, dijo.
“Es una buena noticia tener un espacio allí”, agregó Cerdá, quien detalló que su puesta en marcha efectiva se demoró en 2020 producto de la emergencia por la pandemia.
Si bien aún no existen anuncios formales respecto a las orientaciones de trabajo de la dirección, el eje será avanzar sobre lo que Renama viene impulsando hace años: disminución progresiva del uso de agroquímicos, uso de recursos basado en la cooperación, inclusión de criterios sociales y mejora de condiciones laborales.
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Esta nota fue publicada originalmente en Diálogo Chino.