Junto al agua potable, las vacunas son uno de los desarrollos científicos que más vidas ha salvado en la historia de la humanidad. Sin embargo, hay personas que se resisten a vacunar a su hijos. En esos casos, la barrera más difícil de vencer es cuando la negativa se basa en el miedo y el desconocimiento.
Pero con diálogo, paciencia y persuasión la enfermera Mónica Mora logró atravesar la tranquera de una comunidad cerrada, que opta vivir alejada de la vida moderna, como es la Colonia Menonita de Guatraché, en la provincia de La Pampa. Allí, vacuna desde hace 12 años a los niños y niñas de la comunidad.
En medio de la inconmensurable llanura pampeana, Guatraché es un pueblo que está atravesado por la ruta provincial 24, muy cerca de la frontera con el territorio bonaerense, y a 176 kilómetros al sur de Santa Rosa. No muy lejos del casco urbano, se encuentra la Colonia Menonita, la cual está conducida por un Ministro, de acuerdo con sus tradiciones. Desde hace tiempo, Mónica Mora, una enfermera de 52 años del hospital público Manuel Freire de Guatraché, recorre a bordo de vehículos del hospital ese camino con su mochila llena de vacunas y un envidiable poder de convencimiento.
Durante años Mónica fue auxiliar de enfermería. Cuando los caprichos de la vida y la crianza de sus hijos le dieron respiro, terminó sus estudios secundarios por la noche y completó la carrera de Enfermería en la ciudad de bonaerense de Bahía Blanca. Viajaba todos los viernes 200 kilómetros para cursar las materias con docentes que llegaban desde la ciudad santafecina de Rosario.
Desde hace 12 años Mónica vacuna a todas las niñas y niños de la Colonia Menonita. ¿Cómo lo logró? Hablando y comunicándose, en especial con las mujeres. En esa comunidad solo los hombres hablan castellano, porque son los que se relacionan con el resto de la sociedad para comercializar sus productos y comprar mercancías e insumos.
De allí que el primer escollo que tuvo que sortear Mónica fue la intermediación masculina. Una vez que consiguió ese objetivo tuvo el camino allanado.
- ¿Cómo fue que se acercó a la comunidad?
- Mi jefe de aquella época del hospital, Darío Coria, me propuso continuar con el trabajo extramuros que se venía realizando desde hacía años. Eso significaba salir del establecimiento y realizar todos los meses la vacunación de calendario para niños y adultos. El objetivo era acercarse a sectores de la sociedad que no tenían acceso al sistema de salud por diversos factores.
- ¿Cuáles fueron los principales obstáculos en aquel acercamiento?
- Sin dudas, la primera barrera con la que me encontré fue el idioma. Poder comunicarme con las madres era esencial para mí. Toda la colonia habla un alemán muy cerrado y solo los hombres se comunican en castellano. Logré convencerlos de que era importante que las mujeres pudieran dialogar conmigo sin intermediarios. Así fue que ellas me acercaron a sus hijas e hijos y comenzaron a soltarse, a hablar de a pocos con escasas palabras. Desde ese momento el contacto se facilitó. La palabra “Moni” fue clave para afianzar la confianza. Cuando yo golpeaba una puerta y decía: “Moni”, la abrían con una sonrisa. Y así comenzaron a llamarme e incorporarme a sus vidas. De esta forma pude explicar la importancia de cumplir con el calendario de vacunación y ese fue mi primer logro. Con el tiempo fui invitada a compartir almuerzos con familias enteras. Esos momentos que pasaba junto a las familias, en medio de charlas distendidas, los aprovechaba para insistir en algunos temas de salud que me parecían importante insistir, como por ejemplo la vacuna del HPV. De esta forma, se fue creando un vínculo basado en la confianza, que es primordial cuando se trata de salud.
- ¿Qué cambió en la salud de la comunidad con su intervención?
La vacunación logró la prevención de muchas enfermedades, y detectar otras problemáticas de salud. Los adultos pudieron comprobar que los niños y niñas se enferman menos y hay menos muertes.
- ¿Qué otros cuidados de la salud pudo introducir en la comunidad?
-Con el tiempo pude asesorar a las familias sobre cuestiones de higiene, primeros auxilios, lactancia materna y el control del embarazo. También pude inculcar hábitos de alimentación cómo hervir las verduras para evitar diarreas, lavarse las manos con regularidad, el cuidado en el uso de anticonceptivos, advertencias sobre hábitos tóxicos, los peligros de la automedicación, y la importancia de tener al día el calendario de vacunación.
La colonia Menonita
Comprende unas 10.000 hectáreas, divididas en 9 campos. En cada uno viven entre 20 y 30 familias y se estima que la comunidad está conformada por unas 1.500 personas. El dato no es oficial ya que no hay un censo que lo certifique. Ese es otro de los objetivos que se ha trazado Mónica: censar a la población y obtener números más precisos sobre la comunidad. Así lo confirmó Ana Bertone, directora de Epidemiología del Ministerio de Salud de La Pampa, quien además acompaña a Mónica en las visitas a la Colonia.
La funcionaria destaca el trabajo de Mónica en Guatraché: “Si bien aún no hay datos oficiales, se ha constatado que no existen notificaciones de enfermedades inmunoprevenibles en la Colonia. Y eso es gracias a la vacunación y al tenaz trabajo de Mónica”.
Además del muy buen nivel y frecuencia de vacunación que ha logrado, en la última campaña Nacional de Seguimiento contra Sarampión y Rubéola 2018 se inmunizaron a 200 niñas y niños con una dosis adicional.
Bertone también marca el impacto que ha tenido la penetración de Mónica en la Colonia, más allá de los servicios específicos que ella brinda. Mónica permitió el acceso a la colonia de médicos clínicos, psicólogas y ginecólogas que orientan a las mujeres jóvenes en temas de salud reproductiva.
Mónica relata un ejemplo del cambio en la mirada que los menonitas hoy tienen hacia los profesionales de la salud. “En la colonia se descansa de 11 a 13 todos los días. En una ocasión, el grupo de médicos y enfermeras llegamos cerca del mediodía, pedimos perdón por interrumpir la hora de descanso y uno de los hombres que nos recibió contestó: ‘Ustedes nunca son una molestia porque vienen a mejorar y a salvarle la vida a nuestros hijos’”.
“Moni” se ha convertido en un rostro familiar para los habitantes de la Colonia Menonita de La Pampa. Conseguir la confianza de esa comunidad ha sido un gran logro, su palabra es escuchada y sus consejos, cumplidos a rajatabla. Por eso, allí “Moni” es sinónimo de salud. “Moni” es un ejemplo, una huella que marcó a estos pobladores y a sus futuras generaciones.