Cómo una empresa aplica tecnología para evitar el sobreprecio de los alimentos en barrios más pobres - RED/ACCIÓN

Cómo una empresa aplica tecnología para evitar el sobreprecio de los alimentos en barrios más pobres

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Nilus trabaja en la Argentina, México y Perú. Mediante una plataforma digital, organiza a vecinos de comunidades vulnerables para realizar compras al por mayor y los conecta con productores agrícolas. En paralelo, esta metodología ayuda a los productores a comercializar frutas y verduras que por razones estéticas no son recibidas en supermercados y corren riesgo de ser desechadas.

Cómo una empresa aplica tecnología para evitar el sobreprecio de los alimentos en barrios más pobres

Intervención: Marisol Echarri.

"Una dieta nutritiva es más cara en un barrio vulnerable debido a los desafíos logísticos  y de informalidad. Diariamente las personas de bajos ingresos pagan entre un 25 y 30 % más por sus alimentos", señalan desde Nilus, una empresa argentina de triple impacto que utiliza la tecnología para promover la alimentación saludable y sustentable en comunidades de bajos recursos económicos. De acuerdo a la compañía, 3.100 millones de personas en el mundo no pueden acceder a una dieta saludable. Según calculan los expertos de Nilus, como consecuencia de esto, 150 millones de niños menores de 5 años en el mundo sufren retraso en el crecimiento debido a la falta crónica de nutrientes en su dieta.

“En los barrios la gente compra los productos básicos con un sobreprecio muy alto por falta de supermercados o grandes comercios y, al encontrarse aislados de transporte público cercano, su única forma de abastecerse es en pequeñas tiendas de cercanía. Nilus les permite a las personas que viven en estos barrios acceder a productos a un precio similar al de un supermercado aplicando un sistema de venta comunitaria donde los pedidos son agrupados para conseguir eficiencias logísticas y de esa forma conseguir ese ahorro”, amplía el vicepresidente de Crecimiento de Nilus Nicolás Lew.

Nilus se dedica a adaptar las puntas entre alimentos sanos que suelen desperdiciarse y personas que enfrentan grandes costos para acceder a ellos. Para eso, se basa en redes de compra grupal lideradas por líderes comunitarias del barrio, quienes se encargan de coordinar los pedidos individuales de los vecinos para acceder a precios al por mayor en alimentos, principalmente aquellos con riesgo de ser desechados. La empresa asegura su sostenibilidad financiera operando como un minorista digital para la base de la pirámide.

“Nuestra tecnología consiste en una plataforma que le permite a cada líder comunitario acceder a una tienda online, desde donde puede centralizar la demanda de personas que viven en sus barrios”, detalla Lew.

Además, desde Nilus se encargan de organizar la logística de entrega final utilizando hogares o centros comunitarios como puntos de recogida. Esto garantiza una forma segura y económica de realizar transacciones comerciales dentro de la comunidad.


Nilus trabaja con verduras y frutas de pequeños productores que, por defectos estéticos, no son compradas por grandes comercios y suelen desperdiciarse. (Imagen: gentileza Nilus)

El poder de tejer redes

En síntesis, Nilus aplica tres reglas para "atacar el problema": la circularidad, al aprovechar alimentos que corren riesgo de desperdiciarse; la realización de compras comunitarias, es decir, destinadas a varias familias de un mismo barrio para bajar los costos de los alimentos y aprovisionamiento directo de los productores para bajar los costos de intermediación, que encarecen los precios y generan desperdicio.

A nivel global, aproximadamente el 13 % de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista, lo que tiene consecuencias negativas para el ambiente, la economía y la sociedad. El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre) es un llamado a encontrar soluciones innovadoras ante esta situación. 


Para acceder a precios mayoristas en alimentos, Nilus coordina, mediante líderes comunitarias, pedidos individuales de cada zona de verduras y frutas. (Imagen: gentileza Nilus)

"Muchas frutas y verduras se desechan por defectos estéticos: una zanahoria torcida, un limón mitad verde mitad amarillo o arándanos que están un poquito más maduros que lo normal. Los supermercados, los importadores o los retailers en general no reciben esos alimentos de parte de los productores, y estos terminan desechándolos”, advierte el uruguayo Ady Beitler, cofundador y CEO de Nilus, que estudió Derecho en la Universidad de Montevideo e hizo una maestría en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, donde se especializó en políticas de regulación. "Me empecé a meter cada vez más en temas de pobreza y de desarrollo económico, lo que me llevó a trabajar casi 10 años en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), primero en Washington y después en Buenos Aires, donde vivo hoy”.

Nilus surgió en los Laboratorios de Innovación de Harvard en 2018 de la mano de Beitler, Nicolas Mane y Karina Campos, y recibió apoyo financiero de Newtopia VC y otros inversores. Cinco años después obtuvo la certificación como Empresa B, una certificación internacional que reconoce a empresas de impacto positivo en aspectos sociales, económicos y ambientales.

“Hoy con Nilus les estamos bajando a gente ubicada en la base de la pirámide los costos de alimentos en un 24 %”, cuenta Beitler.


Las líderes comunitarias con las que trabaja Nilus acceden a una tienda virtual desde la cual centralizan pedidos de productores agrícolas a mejores precios. (Imagen: gentileza Nilus).

Comunidad

“Las líderes comunitarias constituyen la fortaleza competitiva clave de Nilus” en el territorio, explican desde la organización. Con su trabajo diario ellas crean prosperidad en sus comunidades, bajando los costos de vida y fomentando la alimentación saludable de sus vecinos. Son quienes promueven la solución entre los miembros de la comunidad y organizan la logística utilizando sus propios hogares o centros comunitarios como puntos de recogida.

Tal es el caso de Alejandra Gómez, de Monte Chingolo, que se capacitó con una nutricionista de Nilus y hoy es una promotora nutricional. “Estoy tratando de cambiar la forma de comer en el barrio para que sea más nutritiva y también estoy pasando por ese proceso de aprender a comer comida saludable”, explica Gómez.

Otro eslabón importante en la comunidad Nilus lo cumplen las personas que cocinan y atienden los comedores. Fabiana Faraze, de Avellaneda, es una apasionada por la cocina, que aprendió a amar en la casa de su abuela y replica esto en un comedor infantil. Hoy valora mucho “verle la carita de alegría a los chicos todos los días dándote las gracias por el plato de comida que les entregás".

Faraze explica que desde su comedor se contactaron con Nilus, desde donde enviaron a una nutricionista que les enseñó a preparar comidas saludables, a usar muchas legumbres.

En la Argentina, Nilus opera en todo el AMBA y en algunas zonas de La Plata.

Por su lado, Pablo Giglio es parte de la tercera generación de productores de naranjas en San Pedro (provincia de Buenos Aires) y decidió sumarse a la batalla contra la inequidad y el desperdicio de alimentos de una forma sustentable, distribuyendo sus productos a través de Nilus y obteniendo ingresos extra. “La fruta chica o grande o con algún defecto en su exterior, antes de conocer a Nilus, no la cosechábamos, las dejábamos en los árboles. Ahora aprovechamos todas”, subraya.

El porqué de una empresa

“Nilus es una empresa y no una organización sin fines de lucro porque priorizamos la escalabilidad: nos dimos cuenta de que si íbamos a pedir esa comida donada solamente nos iba a llegar un porcentaje muy chiquito porque justamente los productores no tienen los recursos para donarla. Entonces nosotros comenzamos a comprarla porque de esa manera compensábamos a los productores los costos de ponerla a disponibilidad”, describe Beitler.

Recoger los productos agrícolas tiene costos para el agricultor y el productor: hay que contratar peones para cosecharlos, clasificarlos, trasladarlos. “Para reducir esos costos, en países como Estados Unidos hay incentivos fiscales fuertes que muchas veces facilitan la donación de esos alimentos; sin embargo, en países de América Latina, donde hay mucha más informalidad, gran parte de los productores no ven un incentivo fiscal suficiente y les cuesta mucho dinero poner esa comida a disposición, entonces queda ahí tirada en el suelo”, señala Beitler.

Además, sostiene que “el modelo de la donación y el voluntariado no son sostenibles por lo menos en esta actividad porque dependen de donaciones tanto de fondos para mantenerse, así como también del tiempo de voluntarios”. En cambio, explica, los modelos basados en donaciones funcionan bien para situaciones de emergencia como fue la pandemia de la COVID-19.

Por otra parte, desde Nilus argumentan que el modelo de negocio debe ser sustentable en el tiempo y debe permitir generar organizaciones que crezcan e inviertan en tecnología, en investigación y desarrollo para lograr perdurar en el tiempo. En esa línea, consideran que se necesita una organización con empleados con salarios y contratos, que haga predecible el alimento para los comedores y las comunidades, que lo reciban en tiempo y en forma, respetando medidas mínimas sanitarias mediante un transporte profesional de alimentos.

Impacto social y nutricional

Nilus ha impactado la vida de millones de personas en la Argentina, México y Perú, y tiene planes de expandirse por América Latina y el mundo a través de una asociación con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. “Buscamos hacer crecer nuestro impacto y llegar a más personas en el continente”, señala Lew.

Mediante las iniciativas de Nilus se entregaron 6.900.000 kilos de comida en comunidades de bajos ingresos, de los cuales la mitad fueron alimentos rescatados. Esto benefició a más de medio millón de personas (534.000) y generó un 24,73 % de ahorro promedio a las familias. Y, en términos ambientales, evitó que se generaran 7.300 toneladas de dióxido de carbono (CO2).

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.