—Acá estamos llegando a la casa de una mamá. Esto es Villa Río Negro, estamos a las afueras de Resistencia —relata Claudia Patricia Farias desde la camioneta con la que día tras día recorre la capital chaqueña y sus alrededores en busca de la leche que le brindan las madres donantes.
Farias es la encargada de la recolección domiciliaria para el banco de leche humana del Hospital Perrando de Resistencia —uno de los 9 que hay en el país— desde hace 14 años. También es referente provincial de lactancia materna y presidenta de la Fundación Liga de Madres Apoyo a la Lactancia Chaco, una organización que se dedica a promover la lactancia, apoyar el trabajo del banco y a ayudar a las mujeres que amamantan. La integran mujeres donantes y también las que se ofrecieron pero no pueden serlo, porque para donar leche se debe cumplir un requisito similar al de la donación de sangre u órganos: no tener enfermedades ni sustancias en el organismo que puedan transmitirse a través de la leche y ser riesgosas para los y las bebés. Y, claro, producir leche en exceso.
Farias habla por videollamada mientras visita a las donantes para sortear, de alguna manera, los kilómetros que separan Chaco de la Ciudad de Buenos Aires. Llega a una casa en un barrio alejado de la zona urbana. Se anuncia con un grito y sale Graciela, que la estaba esperando, con su hijo Eliseo, de 8 meses y 13 kilos, en brazos.
—Eliseo nació con más de 4 kilos pero tuvo problemas respiratorios y estuvo 12 días en neonatología. Era el bebé más grande de la neo. Había otros que habían nacido con un kilo y habían bajado de peso y hacía dos, tres meses que estaban internados. Ahí conocí a varias mamás. Yo veía que ellas se apretaban y se apretaban los pechos para sacarse leche, y para mí era lo más natural. Yo iba cada cuatro horas a sacarme leche para Eliseo, sin problema. Las mamás me decían que a ellas no les salía por el estrés, el cansancio, que no tenían la producción de leche que yo tenía, ni el alimento que mi leche tenía para sus bebés. Por eso, cuando la ginecóloga me habló de la donación dije que sí, porque me acordaba de esas mamás —cuenta Griselda.
Ella es una de las 60 madres de Resistencia que actualmente nutren el banco, que también recibe leche de otras zonas de la provincia y de Formosa. Lo recibido se procesa en el Hospital Perrando y luego, una parte, se administra a los bebés internados y el resto se envía a otros lugares.
Después de Griselda, Farias visita a Macarena. Su casa, en una calle de tierra de un barrio precario, es de las últimas de la recorrida del día. Con esta donación se completan 7 litros, el promedio diario. Y a Farias aún le falta ver a dos mujeres más. Macarena le da la leche porque sabe que “es reútil”. Tiene un bebé de 4 meses y otro hijo de 6 años y dice que recién ahora se enteró de que la leche se podía donar.
Farias recibe el envase y le entrega a Macarena una bolsa de ropa “de una mamá para otra mamá”. En su camioneta, en la red que integran estas mujeres, circula mucho más que leche.
La mejor estrategia
La leche humana —está comprobado— es el mejor alimento y el único que necesitan los y las bebés durante los primeros seis meses de vida. Sin embargo, hay situaciones que impiden que niños y niñas recién nacidos la reciban. La donación, entonces, posibilita el acceso a la inmunización, los nutrientes y los beneficios que solo brinda la leche de la propia especie.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la lactancia materna y el uso de la leche humana donada pasteurizada a través de los bancos de leche humana constituyen la estrategia de mayor impacto en la reducción de la mortalidad infantil en el mundo”.
En los bancos de leche humana se recolecta y se pasteuriza la leche donada para que esté en condiciones de ser administrada a los y las bebés hospitalizados que la requieran.
Alejandra Buiarevich, pediatra y jefa del banco de leche humana de Neuquén —que funciona desde hace seis años en el Hospital de Complejidad VI Cutral Co-Plaza Huincul, a unos 100 kilómetros de la capital de la provincia— recuerda cómo nacieron estos sitios: “La iniciativa surgió hace más de 100 años, en Viena, como una manera de salvar la vida de los bebés y luego fueron creándose en diferentes lugares del mundo. En América Latina, Brasil quedó como representante de la Red Global de Bancos de Leche y estableció normas de cuidado y manipulación del material donado”.
El primer banco de leche de la Argentina fue el del Hospital San Martín de La Plata, creado en 2007. Luego le siguieron el de la Maternidad Sardá, en la Ciudad de Buenos Aires (2009); el del Hospital Perrando, en Chaco (2009); el del Hospital Materno Neonatal, en Córdoba (2009); el del Hospital Luis Lagomaggiore, en Mendoza (2011); el del Hospital de Complejidad VI Cutral Co-Plaza Huincul, en Neuquén (2016); el del Hospital Francisco López Lima, en General Roca, Río Negro (2018); el del Hospital Materno Neonatal Eloísa Torrent de Vidal, en Corrientes (2018) y el del Hospital Evita Pueblo, en Berazategui, provincia de Buenos Aires (2021).
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“La idea es que esto sea un derecho universal. Que la donación de leche sea como la de sangre o la de órganos. Y que cada provincia pueda contar con su banco para que los niños que están vulnerables puedan salvar su vida a través de la donación”, agrega Buiarevich.
El 19 de mayo del año pasado, en el Día Mundial de la Donación de Leche Humana, la diputada Lucila Masin del Frente de Todos presentó un proyecto de ley para fomentar la instalación de bancos de leche en todo el país que al momento no ha sido aprobado.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación informan por escrito, a través de un vocero, que se trabaja “articuladamente con la red de bancos de leche humana” y que se aprovechan las campañas, capacitaciones o documentos normativos “para hablar de la importancia de la lactancia en los lactantes sanos y en los prematuros, principales destinatarios de la leche de centros de lactancia o banco de leche humana”.
La experiencia chaqueña
“Este sueño del banco de leche comenzó en el 2006, en un congreso, cuando fuimos y vimos lo que eran los bancos de leche en Brasil. Nos contaron cómo funcionaban, cómo se organizaban y dijimos: ‘¿Por qué no hacerlo?’. Entonces empezamos a soñar y a pedir”, recuerda Farias.
El banco de leche de Chaco se inauguró en el 2009 en el lugar designado para que durmieran los médicos de la terapia de neonatología; ellos cedieron sus dormitorios. Lo completaban oficinas dispersas por los pasillos. El impulsor de todo, “el que se ocupó de hablar con los ministros, con los gobernadores y con todos los que encontrara por el camino para conseguir lo necesario” fue el doctor Carlos Posse, un histórico pediatra y neonatólogo de la provincia que murió en 2020. El banco lleva su nombre a modo de homenaje, cuenta Ivanna Leibovich, que fue donante y hace ocho años preside la Asociación Civil Gotas de Amor y Vida, otra organización que nació junto al banco, creada por Posse y su esposa para recaudar fondos que apoyaran esa labor.
“El Rotary Club de Resistencia, el Club de Leones y muchas empresas privadas colaboraron para hacer la compra del equipamiento inicial. Como el banco es una dependencia de neonatología no puede recibir dinero directamente, por eso surgió la necesidad de crear la asociación civil”, explica.
El banco se nutre de la recolección domiciliaria y del excedente de las mujeres que están en el hospital tras el parto o porque sus bebés deben permanecer en neonatología por alguna razón. A las que visitan en sus casas el banco también les envía los extractores y los recipientes para almacenar la leche. Previo a la primera donación se hace un análisis de sangre para verificar que estén aptas.
“Patricia [Farias] se ocupa de ver que estén bien, que no tomen la donación como una obligación sino como un acto de colaboración que les dé satisfacción, que no sea un momento traumático ni doloroso. Que sea un alivio para ellas saber que cuando les sobra leche la pueden donar”, señala Leibovich.
En cuanto a los destinatarios de la leche donada, tienen prioridad los y las bebés internados en neonatología que pesan menos de un kilo y medio. Luego, los y las que se hayan sometido a alguna cirugía o tengan intolerancia a la leche de vaca, lo que impide que se alimenten con fórmula artificial.
“Lo que se suele hacer cuando una mamá está internada con su bebé en neo es estimularla y ayudarla a que se saque leche para que su bebé la consuma sin procesar, en crudo. Ahora, cuando esa mamá se saca más de lo que su bebé necesita, se procesa el excedente y se le da a otros bebés. Siempre se prioriza que la mamá trate de alimentar directamente a su bebé o que ese bebé tome con sonda su leche como primer alimento. Siempre la leche humana es el mejor alimento para nosotros, los humanos”, subraya.
Leibovich dice que la demanda es más alta que lo que se logra almacenar. Por eso, el banco de Resistencia trabaja en red con hospitales de Formosa y del interior de la provincia de Chaco, principalmente de Sáenz Peña. En 2021 el banco de leche de Chaco recolectó 558 litros de leche humana proveniente de 708 donantes solo en Resistencia. Con esa leche más la que llegó de otros sitios se alimentaron a 747 bebés que consumieron cerca de 640 litros.
La red neuquina
“El banco de leche funciona en red. Esta red es la base poderosa, la que nos enlaza, en la que el banco es un eslabón más”, dice Buiarevich. Se refiere a la Red de Leche Humana de Neuquén, creada en 2015 con el objetivo de facilitar la circulación de leche humana en la provincia. Consiste en un trabajo articulado entre el banco de leche, el Ministerio de Salud provincial, las zonas sanitarias en las que se divide la provincia, los agentes y promotores de salud y las instituciones de la comunidad que buscan garantizar la leche humana pasteurizada a recién nacidos que la necesitan.
Según el sitio web del banco de leche de Neuquén, la red está compuesta por “41 nodos de recolección que trabajan de manera independiente y con fuerte base territorial para proveer al Banco de Leche Humana Neuquén. Se encuentran repartidos entre instituciones de salud (centros de lactancia materna), centros comunitarios (centro recolector comunitario), jardines maternales, un cuartel de bomberos voluntarios y la sede del sur de la Universidad de Flores (UFLO)”.
“Donde está el compromiso de guardar, conservar y trasladar la leche al banco, formamos la cadena de trazabilidad para que después se procese en el banco y se envíe a las terapias intensivas neonatales y/o pediátricas”, explica Buiarevich. El banco se ocupa de la logística de transporte, del control de calidad de la leche y del seguimiento de las donantes.
En 2021, el banco de leche de Neuquén recolectó casi 690 litros de leche, contó con más de 300 donantes y alimentó a 564 niños y niñas que se encontraban en terapia intensiva. Al igual que el banco de Chaco, en el neuquino se prioriza a los y las bebés prematuros que pesan menos de un kilo y medio “porque son los más vulnerables a las infecciones, a necesitar un respirador, a tener que recibir antibióticos. Y al alimentar con la leche a nuestra propia especie bajamos la cantidad de días de internación, la posibilidad de infección hospitalaria y la mortalidad neonatal”, señala Buiarevich. Luego, en la cadena de prioridades están aquellos que debieron someterse a una operación y bebés a quienes sus madres no pudieron alimentar por enfermedad, internación o ausencia. A ellos les siguen los hijos e hijas de mamás diabéticas y aquellos que tienen dificultades para metabolizar otro tipo de leche. En el banco intentan alimentar a todos.
“Para nosotros lo mejor que puede pasarle a un niño es mantener el derecho al amamantamiento, y si no se logra tenemos el derecho de acceder a los bancos”, agrega. Y “las mamás se sienten muy contentas. Escriben en el frasquito: ‘Acá va mi primera donación’, con corazones o ‘Esta va compartida con tus hermanos’, porque se sienten madres de leche, saben que del otro lado hay un niño que está esperando”, cuenta Buiarevich.
Qué se necesita del Estado
Tanto en el norte como en el sur del país, mientras el mundo entero se paralizaba durante el momento más álgido de la pandemia, los bancos de leche, como sucedía con todo el sistema sanitario, multiplicaban su labor: “No paramos ni un solo día. Si las donantes nos decían que estaban con fiebre, les llevábamos el testeo a las casas y las acompañábamos por teléfono, les dejábamos mercadería y lo que necesitaran en la puerta; estuvimos ahí, a la palestra”, recuerda Farias.
“Tuvimos más donantes que de costumbre”, agrega Leibovich, de Chaco. “Porque normalmente —y esto es una lucha que queremos dar a nivel nacional— las licencias por maternidad son muy cortas, entonces la mamá que dona desde su domicilio lo hace de manera muy esporádica porque después de los tres meses debe volver a trabajar afuera y eso, en general, hace que la producción de leche baje y que le cueste más sacarse para donar. Si bien hay casos de mamás que trabajan [afuera de sus casas] y siguen donando, la pandemia hizo que muchas que en tiempos normales no hubieran podido donar lo hicieran —y durante más tiempo— porque pudieron estar en sus casas con sus bebés, dar la teta y sacarse leche excedente”.
En Neuquén sucedió igual: “En la pandemia fue una eclosión porque las mamás tenían que quedarse en casa y se sentían felices de donar. Nos triplicó la tarea y el volumen de leche a procesar”, dice Buiarevich.
A fines del año pasado, después de una lucha de largo aliento, el banco de leche de Chaco comenzó a funcionar en un espacio más grande que el que había conseguido en la neonatología del hospital y ahora cuenta con mayor capacidad de procesamiento, con un consultorio de lactancia, un espacio para que las mujeres puedan extraerse leche y un patio. Tanto Farias como Leibovich cuentan que lo que necesitan hoy es un nuevo vehículo de recolección —la camioneta se daña a menudo— y lograr independencia para sumar personal. Buiarevich apunta que lo que se necesita en la Argentina es que cada provincia cuente con su propio banco de leche. La experiencia de estos bancos muestra que para fortalecer la lactancia materna se necesitan políticas públicas. Porque sin red que sostenga ni entorno y normas que acompañen, es más difícil lograrlo.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 22 de junio de 2022.
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