“Mi pasión no es la ciencia, es el fútbol y creo que era muy pero muy buena”. Esa es la sorpresiva revelación que hace Andrea Gamarnik, la viróloga del CONICET que lidera el equipo del Instituto Leloir que hace tres semanas logró uno de los hitos de la ciencia argentina en la lucha contra la pandemia: el primer kit argentino para la detección de anticuerpos contra el nuevo coronavirus.
Con un resultado positivo, el test que desarrollaron permite saber que la persona testeada estuvo cursando la infección o que lo está haciendo.
El logro del equipo de Gamarnik se suma al anunciado hace unos días por el Gobierno: un test nacional rápido que permite obtener resultados en menos de dos horas. Fue desarrollado por un laboratorio argentino en colaboración con el Instituto Milstein del CONICET y es complementario al de anticuerpos desarrollado por la viróloga del Instituto Leloir.
El test será gratis para los hospitales públicos y le ahorrará al Ministerio de Salud unos US$ 5 millones. Es que están dadas las condiciones para ofrecer de inmediato una producción de 10.000 pruebas por semana. Gamarnik pensó que desarrollar el test les tomaría cuatro meses y lo lograron en un tiempo récord de 45 días.
La confesión de su pasión por el fútbol la hizo en un video que compartió con la comunidad educativa del Centro Cultural Peretz, de Lanús, donde Gamarnik fue desde los cuatro años. El video también sirvió para responder a los cientos de requerimientos que comenzó a recibir después de anunciar el éxito de su investigación.
“Estoy todo todo el día acá: 15 horas por día metida acá adentro (… ) Lo estamos haciendo de una forma impensada. Cuando arrancamos con este proyecto pensamos tímidamente que podíamos aportar algo y nos encontramos con que estamos en condiciones de hacer kits de diagnóstico para testear a cientos de miles de personas”.
En el video se le nota su orgullo por el trabajo de su equipo. “Hemos transformado este laboratorio, que es un lugar donde se hacen normalmente virología molecular y donde trabajamos con dengue y con zika, y lo transformamos en una fábrica de producción de tests que van a estar al servicio del Ministerio de Salud. Esto lo estamos haciendo gratis, con nuestro trabajo, para ofrecerle solidariamente al Ministerio de Salud para que esto sea empleado en hospitales públicos”.
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Dice que terminó siendo científica porque en su época a las mujeres no se les dejaba jugar al fútbol.
“Fui al Peretz desde los cuatro años. Después fui maestra durante un par de años. Fui al Perezt a jugar al ping pong y estuve federada; a jugar al handball y estuve federada. Jugaba al fútbol en el Peretz, que es mi pasión. Mi pasión no es la ciencia, es el fútbol. Pero no pude porque en mi época las nenas no jugaban al fútbol… y creo que era muy pero muy buena, pero fuera del Peretz no me dejaban jugar, entonces me dediqué a ser científica”
Casi igual de palpable que su pasión por la ciencia, queda claro su amor por el histórico centro cultural de la comunidad judía.
“Este trabajo que estamos haciendo en forma colectiva con un grupo de colaboradores jóvenes del CONICET aquí en mi laboratorio, tiene que ver con una forma de ser, una forma de trabajar, de ver la vida. Y todo eso me lo dio el Peretz. Me marcó profundamente. Creo que a veces cuando estoy acá trabajando con los becarios y los colegas me siento así. Porque la forma que pensamos en colaborar y en solucionar los problemas acá y no tener que importar los insumos o los conocimientos de acá y generar nuestras herramientas para solucionar los problemas que tiene Argentina”.
Una colega de Gamarnik la describe como una persona con gran capacidad de trabajo, ideas brillantes y muy comprometida.