Javier García Moritán es director ejecutivo del GDFE (Grupo de Fundaciones y Empresas), una asociación civil sin fines de lucro que nuclea entre sus miembros un 57% de fundaciones y un 43% de empresas. GDFE lanzó un nuevo documento ("¿Es la fundación corporativa el mejor modelo de inversión social?") después de unos meses de detectar y analizar el resurgimiento de consultas concretas sobre la constitución de fundaciones corporativas.
Según un estudio de la Universidad de San Andrés, el 58% de las fundaciones de empresas argentinas se constituyen entre 1990 y 2010, como manifestación de una serie de cambios socioeconómicos y culturales que experimentaba el país. Las fundaciones corporativas se constituyeron como el brazo filantrópico del sector privado: son entidades sin fines de lucro financiadas por la empresa fundadora.
—¿Es la fundación corporativa el mejor modelo de inversión social?
—La verdad es que no podemos hablar de una “fórmula correcta” para la gestión de los impactos de una empresa. La decisión de constituir una fundación corporativa depende fundamentalmente del objetivo que se persiga. No es lo mismo una empresa multinacional, una nacional, una del Estado o una pyme. Sin embargo, hay variables que se pueden tener en cuenta a la hora de tomar esa decisión: la operación, lo administrativo, lo jurídico y lo reputacional. La publicación pretende servir como guía para hacerse todas las preguntas necesarias para encontrar el mejor modelo que se ajuste a cada empresa.
—¿Cuáles son las principales ventajas y desventajas de la fundación corporativa?
—Hay muchos aspectos a tener en cuenta como pros y contras. Como ventajas podríamos destacar una mayor autonomía de cara a la gestión de la inversión social, la garantía de preservar el objeto social de los vaivenes y coyunturas del negocio, una mejor vinculación con las comunidades (y sus organizaciones) en general y con poblaciones vulnerables en particular y una ventaja impositiva, que, si bien actualmente es poco significativa, hay una agenda proclive a que esto cambie. Como desventajas se podría decir que se corre el riesgo de que la independencia jurídica de la gestión social sea considerada como una incapacidad de integrar la mirada de bien público a la gestión de la empresa, que comprende burocracia y costos legales, contables y administrativos, mayor costo que el que puede representar un área dentro de la empresa y un marco fiscal un poco limitante que exige lidiar con organismos no aggiornados a los tiempos y dinámicas que requiere el sector social.
—¿Cómo impacta la fundación en las relaciones con el gobierno o la comunidad?
—Tener el significante “fundación” por delante de la marca tiene un impacto comunicacional positivo mucho más profundo que el que pudiera lograrse desde un área de RSE o sustentabilidad y favorece un entendimiento de las problemáticas sociales de forma más cercana. Además algunos creen que puede favorecer la incidencia que la fundación puede lograr ante autoridades públicas. En algunos casos la gestión sostenida y eficaz de la fundación sobre una agenda puntual ha permitido obtener aprobaciones o habilitaciones regulatorias para fines comerciales de la empresa.
Este contenido fue publicado originalmente en Otra Economía, la newsletter sobre economía circular, inclusiva y de triple impacto que edita Florencia Tuchin. Podés suscribirte en este link.
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