Cómo piensa el adolescente que cuenta su vida en Instagram para concientizar sobre cómo es ser autista - RED/ACCIÓN

Cómo piensa el adolescente que cuenta su vida en Instagram para concientizar sobre cómo es ser autista

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Bruno Nicolini tiene 12 años, autismo y es influencer. Desde la cuenta _brunonicolini comenta cómo transita situaciones cotidianas, como viajar, comer o ir a una fiesta. Explica, por ejemplo, que no come con cubiertos porque (debido a una hipersensibilidad) y que necesita encontrar alternativas para atarse los cordones. “Les enseño a las personas a tratar a alguien autista y cómo comunicarse”, resume.

Cómo piensa el adolescente que cuenta su vida en Instagram para concientizar sobre cómo es ser autista

Bruno comenzó con una cuenta de YouTube y luego se volcó a Instagram. También aparece en medios de comunicación y campañas públicas de concientización sobre el autismo.

¿Por qué las personas tienen una idea errónea, y tan generalizada del autismo? ¿Por qué sostienen esa idea de que, por ejemplo, una persona autista no puede leer un par de oraciones seguidas? Este tipo de preguntas anotó Bruno Nicolini para dar un discurso en la Quinta de Olivos. Bruno tiene 12 años, tiene autismo y es influencer: usa su cuenta de Instagram para derribar prejuicios que la sociedad tiene sobre la condición del espectro autista. Y lo hace, sobre todo, a partir de sus experiencias personales.

“Creo que lo más valioso que comparto en redes son mis pensamientos, mis visiones del autismo y mi humor”, cuenta. En sus cuentas puede verse, por ejemplo, un video en el cual él explica que no come con cubiertos porque, debido a una hipersensibilidad, necesita tocar las texturas de los alimentos. O que cuando tiene ansiedad, necesita tener cerca su caja sensorial, compuesta por objetos a los que lo acercan a los sentidos y que lo ayudan a sentirse mejor. Allí guarda “una gomita enroscada que se le rompió a mi vieja, la armónica, el cepillo sensorial que me pasaban de pequeño muy seguido”). 

Bruno también explica cómo se las rebusca para atarse los cordones pese a que no es “muy hábil con la motricidad fina”. O las situaciones indignantes que debe vivir, como cuando contó en un supermercado que tenía autismo y un vendedor le dijo: “Quedate tranquilo que no se te nota”.

“Les enseño a las personas a tratar a alguien autista y cómo comunicarse”, resume el joven, quien comenzó a concientizar en redes sociales en 2017, cuando grabó un video para el canal de televisión de La Nación, en el cual explicaba, en vísperas de fin de año, cómo sufría por los estruendos de la pirotecnia. “Le tengo miedo a los cohetes, me escondo debajo de la mesa y pienso que vivo una pesadilla”, decía entonces.

Desde entonces, destaca haber ayudado a visibilizar proyectos como Más luces menos ruidos (para promover que deje de usarse pirotecnia sonora), La Hora Silenciosa (una iniciativa de la que hablamos en esta nota), Accesibilidad y pictogramas en trenes argentinos o contar su historia en su propia escuela. Bruno dice que en general las personas le agradecen (“me dicen que soy un capo”), aunque no faltan quienes creen que aprovecha su exposición para ganar fama.

Bruno cursa el primer año del secundario. Y tiene dos pasiones: la actuación (participa en Abremundos y Caracú, dos escuelas teatrales de San Antonio de Padua, en la zona oeste del GBA, donde vive) y los videojuegos. Precisamente, dice que cuando sea más grande, actuar en películas o ser programador de videojuegos son sus dos posibilidades.

Bruno durante la grabación de una nota reciente en la Ciudad de los Niños, en La Plata, mientras hacía una broma. El humor es una de sus características y busca usarlo para concientizar sobre el autismo. “Le gusta el humor sarcástico y negro”, cuenta su mamá. Imagen: gentileza.

Su madre, por su parte, también se abocó a concientizar sobre el autismo a partir del diagnóstico de Bruno. “En este camino aprendí a ser madre de una persona que procesa la información de manera diferente, a poder prestar atención a cómo percibe los estímulos externos y repercuten en su manera de sentir el mundo, a saber que la comunicación no es solo lenguaje y hay muchas formas de comunicarnos, y a qué si seguía su interés se pueden abrir más puertas para compartir un juego”, cuenta Anabel Ferrería, quien escribió un libro (Sensible a las etiquetas) y se formó como coordinadora de los talleres gratuitos TEM, para familias de personas con autismo.