“Como mujer en el medio rural, que estoy en el emprendimiento de conservación de montes nativos y nacientes de aguas, pienso que es importante animarse a cuidar todo esto. Justamente con su conservación es como vamos a salir adelante más allá de los desafíos. Controlar los bosques, ayudarlos a crecer, conservarlos; ahí está el futuro”. Quien habla es Patricia Mendina, tiene 47 años y vive en Valle de Lunarejo, en el departamento de Rivera, una comunidad rural fronteriza a Brasil, al norte de Uruguay. “Me dedico a la ganadería y hace cinco años estoy en el Proyecto + Agua + Identidad con INDRA; algo muy positivo para nosotros”, cuenta.
Uruguay lleva una sequía acumulada de más de tres años. Sin embargo, el grupo de productores que forman parte de este programa de conservación pasó la prueba del déficit hídrico. La respuesta vino mediante las herramientas aportadas por esta iniciativa impulsada entre INDRA (Instituto para el Desarrollo Rural y Aguas), la Intendencia Departamental de Rivera (a través de la División Medio Ambiente), Fundación Avina, Coca-Cola Uruguay y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SAP) del Ministerio de Ambiente nacional. Todos en mayor o menor medida han hecho aportes: en dinero, recursos humanos, logística, herramientas, materiales, capacitación, técnica y/o incentivos.
Fundación INDRA es una organización de la sociedad civil que desde 2007 se dedica a gestionar estrategias relacionadas con el desarrollo sostenible, con un enfoque en las zonas rurales y las comunidades más vulnerables en Uruguay.
Acuerdos de conservación
Aler Donadío tiene 52 años y también vive en Rivera. Ingeniero agrónomo especializado en Desarrollo Territorial y Desarrollo Rural Sostenible, es fundador y presidente de INDRA. “Buscamos generar valor ambiental, social y económico en esos territorios. Nuestra intervención se basa en una fuerte alianza público-privada, una red que sostiene a mediano y largo plazo los diferentes proyectos que ejecutamos. Y está respaldada por un equipo técnico y humano interdisciplinario que busca ser empático con las situaciones ambientales y sociales para así elaborar alternativas y propuestas que sumen valor a las comunidades. La toma de decisiones finales se consensua con los propios beneficiarios”, cuenta.
La estrategia concreta de este programa fue aplicar desde 2017 en Valle de Lunarejo un pool de herramientas, bajo acuerdos de conservación. Estas permitieron la conservación de al menos 3.000 hectáreas de bosques nativos y humedales, así como 7.000 hectáreas de tierras naturales. Además, involucraron el compromiso de los Gobiernos locales y el nacional, de empresas privadas, escuelas rurales, instituciones académicas y otras organizaciones de la sociedad civil.
Valle de Lunarejo es un ecosistema con más de 100 productores rurales que se dedican principalmente a la ganadería extensiva. “El foco de trabajo comenzó desde un principio junto a estos productores, que fueron capacitados como promotores ambientales. El proyecto seleccionó zonas prioritarias en el monte nativo, cursos de agua y familias en el marco de la estrategia nacional del Plan de Manejo del Valle del Lunarejo y celebró acuerdos de conservación con estos 21 productores locales en cuyos predios se introdujeron modos de producción sustentables (inventario del territorio, conocimientos ancestrales, capacitación y monitoreo). Paralelamente, se llevó adelante la reforestación de la cobertura vegetal del monte nativo con 2.800 ejemplares de 15 especies nativas y se aplicaron medidas y herramientas en la misma línea”, cuenta Silvina Bianco, gerenta de Asuntos Públicos, Comunicaciones y Sustentabilidad en Coca-Cola Argentina y Uruguay.
Soluciones basadas en la naturaleza
Buscamos empoderar a los productores rurales y a las comunidades con mejores herramientas y tecnologías que fortalezcan la gestión de sus recursos naturales como el agua, el bosque nativo, el campo natural y el suelo. Con estas soluciones, complementadas con innovación, sumamos valor ambiental, valor social y económico a las comunidades. El avance de los monocultivos (soja, transgénicos, eucaliptus para celulosa), la ganadería intensiva, la sobreutilización de plaguicidas, herbicidas y la sobreexplotación del suelo y el agua tienen efectos directos negativos en los recursos naturales, en la trama social y en la economía de los productores familiares. Desde INDRA junto a nuestros aliados, buscamos revertir esta situación”, explica Donadío.
Concretamente, las herramientas aplicadas en este programa son: manejo de la capacidad de carga de animales en el bosque y campo natural, subdivisión del campo, mejora de la calidad de las pasturas, cercado del bosque y humedales, utilización de fertilización natural, reforestación con especies nativas, control de especies invasoras exóticas, cercado de nacientes y manantiales de agua, cosecha de agua de lluvia, utilización de otras fuentes de agua para los animales (tajamares, azudes, bebederos, fortalecimiento e implementación de turismo de naturaleza, senderos inclusivos, reposición de portones, tranqueras y alambrados en mal estado para limitar el ingreso de los animales al bosque, generación de instancias de intercambio de experiencia entre pares). Todo esto aplicando la gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH) en la producción ganadera: un proceso aceptado internacionalmente que promueve el desarrollo y manejo coordinados del agua, la tierra y otros recursos, para maximizar el bienestar económico y social de manera equitativa, sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas vitales.
“El objetivo es recuperar la vegetación y recargar las napas de agua, y que los suelos se vuelvan más productivos”, explica Bianco.
Para Mendina, todo esto se traduce en su trabajo en el campo: “Estoy con los técnicos del INDRA, el SNAP y la Intendencia de Rivera. Para nosotros fue de gran ayuda su apoyo. El desafío es avanzar en aislar a los animales, que estén lo mínimo posible en los montes para que no estén estragando la vegetación, las brotaciones de los árboles, esas partes nuevas que están viniendo. Que las vacas y las ovejas no anden mucho en los montes para que estos crezcan y se conserven al máximo”, explica. “En el monte nativo, donde tenemos la parte de conservación de nacientes, construimos con ayuda de INDRA un badén para la entrada y la salida de los animales, porque cuando había crecida, se quedaban aislados en una isla. Al quedar ahí estragaban mucho la parte del monte, la vegetación. Con este badén pueden entrar y salir rápido. Eso fue una solución que nos cambió totalmente para poder conservar nacientes de agua y cuidar los árboles. Teníamos en perspectiva hacer estas cosas y gracias al proyecto de Indra pudimos concretarlo”, agrega.
Resultados medibles y replicables
Para medir el efecto real de estas intervenciones, realizaron muestreos de suelo en los predios de los productores que están bajo acuerdo de conservación. Utilizaron una técnica denominada del “ doble anillo”, desarrollada en colaboración con la Universidad de la República en Uruguay, mientras que el análisis de suelos estuvo a cargo del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).
Para eso se comparó el nivel de infiltración y acumulación de agua en áreas testigos sin intervención (o sea con un manejo de ganadería intensiva y que, además, invade el bosque nativo) con áreas aisladas conservadas bajo las diferentes estrategias definidas en el proyecto. Los resultados muestran que en todos los casos la infiltración y acumulación de agua en el suelo fue el doble, y en algunos casos cinco veces mayor, en las áreas aisladas luego de tres años del comienzo de la aplicación de las medidas de conservación.
“Eso posibilitó que esos productores durante estos meses anteriores que Uruguay sufrió una gran seca no padecieran déficit hídrico tan marcado como otros predios que no llevaban adelante un proyecto de conservación de nacientes”, dice Alvarito Armúa, ingeniero agrónomo a cargo del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y Director del Paisaje Protegido Valle Lunarejo.
“Los 21 productores bajo acuerdo han sido los grandes protagonistas del éxito alcanzado luego de siete años de aplicación continua de este modelo de conservación”, cuenta Donadío. El proyecto contempla un año más para consolidar los resultados.
Tal como explica el municipio de Rivera en su sitio web, + Agua + Identidad es uno de los programas de recuperación de la biodiversidad, suelos y recursos hídricos más importantes de Uruguay”. El modelo de INDRA está siendo replicado en la cuenca del río Santa Lucía, de gran importancia para Uruguay ya que es la proveedora de agua potable para la mayoría de la población del país (Montevideo y área Metropolitana). En esta experiencia participan la Intendencia de Florida (Uruguay) y productores locales, con el financiamiento de la Fundación Coca-Cola y la ejecución de INDRA. El objetivo es la conservación de 1.000 hectáreas de monte nativo, humedales y sus nacientes, a partir de técnicas similares a las implementadas en Rivera. “Gracias a la conservación de los bosques en esa zona, se logrará infiltrar agua al suelo, beneficiando a la represa de agua dulce de Paso Severino y, por consiguiente, a la cuenca del río Santa Lucía. Las actividades incluyen protección de bosques nativos, recuperación de suelos degradados, pastoreo rotativo, mejoramiento de suelos con fertilizantes naturales, restauración de áreas deforestadas con especies nativas cercanas a cursos de agua que en su mayoría se encuentran descubiertos. El proyecto de Florida empezó en abril de 2023 y verá sus frutos en los próximos tres años”, cuenta Bianco.
“Creemos que el modelo es replicable también en otras regiones y países, inclusive para otros rubros de producción, que intenten revertir el uso intensivo de los recursos naturales, principalmente del agua, suelos, y de los paisajes naturales”, asegura Donadío.
Romper paradigmas
Los modelos intensivos de producción suelen ser cortoplacistas y muy centrados en la dimensión económica exclusivamente, lo que dificulta su sustentabilidad. El planteo de esta iniciativa es contrario a eso y Donadío lo explica así: “Nuestro abordaje no es ‘mágico’, necesita otros ritmos de producción y tiempos, equilibra la ganancia con la sostenibilidad de los recursos a mediano y largo plazo. También en este modelo se necesitan inversiones en infraestructura básica destinada a generar una buena gestión de todos los recursos naturales. Y no todos los gobiernos y/o empresas tienen una visión a mediano y largo plazo para invertir en modelos así. En este sentido, Coca-Cola y otras empresas socias de INDRA, hace tiempo entendieron esta propuesta y facilitan su aplicación, sabiendo que los beneficios no son inmediatos, pero vale la pena”. Para graficarlo, cita al médico argentino. Miguel Larguía, quien una vez dijo que “lo más difícil de vencer para cambiar un modelo no son los detractores, sino lo indiferentes, aquellas personas que no les importa nada”. El desafío de INDRA y sus aliados es ‘romper’ esa indiferencia y sumar nuevas organizaciones, instituciones y empresas que asuman su responsabilidad de mantener saludable el planeta.
Bianco coincide: “La conservación del agua requiere de un trabajo en alianza con actores claves. Cuando las iniciativas son integradas entre el sector privado, público y ONG los resultados son muchísimo más perdurables. Las escalas son diferentes. Ninguna compañía, nación u organización puede resolver los desafíos de sustentabilidad si no es colectivamente”.
En cuanto a los desafíos, para Armúa muchas veces los proyectos vienen con una base o idea que no es aplicable a nivel de campo. Y la posibilidad del uso de esos fondos suele depender de la interlocución que hay entre los técnicos y los productores, así como de los técnicos y las personas que brindan estos fondos. “Es importante conciliar entre todos una posible solución e incorporación de dichos fondos a un trabajo en conjunto, que le sirva a todas las partes, tanto quienes aportan los fondos como quienes los reciben. Pienso que el gran desafío de los técnicos es lograr esa conciliación”, dice.
Los resultados de esos acuerdos e implementaciones parecen estar a la vista para Mendina: “Lograr conservar todo lo natural; ahí está la clave. Cuantos más montes tenemos mejor se conserva el agua, se mantiene más. Es el camino para ser sustentables y revertir cualquier desafío”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.