El invento de un equipo liderado por un investigador del CONICET utiliza sistemas olfatométricos y sensores que ya se aplican en alimentos, productos de farmacia y cosmética. Pero la gran novedad es su potencial uso medicinal para diagnosticar enfermedades.
En noviembre obtuvo el Premio “Disruptive Technology Award”, en la premiación de la Edición 2018 del Programa Explorer Jóvenes con Ideas, en Madrid, y este año comenzará a probarse en el hospital Municipal de la ciudad bonaerense de Trenque Lauquen. Aquí, su historia.
“El desarrollo de inventos para la detección precoz de enfermedades no transmisibles era una demanda de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, explica Carlos Rinaldi, investigador del CONICET en la Comisión Nacional de Energía Atómica y profesor de la Universidad Nacional de San Martín, y uno de los creadores de la “nariz electrónica”.
La clave del funcionamiento de la “nariz electrónica” –cuyo nombre técnico es SiSenCO2– consiste en el sistema de quimiometría, señala Rinaldi. “Se entrena con diferentes aromas y, cuando la nariz incorporó esos olores, compara los nuevos estímulos con los anteriores”.
En el caso de la diabetes, el invento funciona a partir de un análisis de orina, realizando una comparación olfativa. En cambio, para la detección del asma se aplica a la respiración del paciente: se lo hace exhalar en una bolsa de Tedlar -donde se retiene el aire- y luego se utiliza la nariz electrónica. A través de los sensores que contiene, es posible identificar una serie de sustancias llamadas compuestos orgánicos volátiles (COV), que indican si el paciente posee una enfermedad respiratoria como el asma. En ambas situaciones, la respuesta es casi inmediata. “En menos de una hora se obtienen los resultados”, puntualiza Rinaldi.
La “nariz electrónica” fue desarrollada por la Fundación Argentina de Nanotecnología, y surgió en 2014 de la mano de los cordobeses Carlos Rinaldi, su hijo Javier -estudiante de la Universidad de Buenos Aires (UBA)- y Ricardo De Simone, ingeniero metalúrgico y empresario.
Pero fue recién a partir de la fabricación de los sensores, que antes se importaban, que la creación adquirió todo lo necesario para funcionar. Una vez que la empresa comenzó a elaborar los sensores de manera independiente el proyecto adquirió peso propio, y estuvo listo para salir a mostrarse al mundo.
Proyectos para mejorar el mundo
En Madrid, el invento argentino compitió en la final con otros cinco inventos de los 1.000 proyectos provenientes de la península ibérica, Portugal y Argentina. Entre las otras creaciones estuvieron “Energy MOD”, originado en la ciudad española de Oviedo, es un modelo de estación de servicio marítima para la recarga de embarcaciones eléctricas mediante energías renovables.
Otro de los participantes fueron Solum (un proyecto surgido en Sevilla y que consiste en una aplicación para aprender idiomas), Vlinfy (una startup que transforma la basura orgánica en residuos de alta calidad listos para su reutilización) y Purple Blob (un sistema para recoger y monitorizar información anónima cuyo análisis permite una mejora en las ciudades).
El reconocimiento que recibió la “nariz electrónica” en España es vital para el emprendimiento: el premio de 3000 euros permitirá impulsar su difusión en esta etapa inicial. Rinaldi asegura que el próximo paso es la puesta en marcha de este producto en un centro de salud argentino: “en 2019 este sistema comenzará a funcionar en el hospital Municipal de la ciudad bonaerense de Trenque Lauquen”, relata el cordobés. Una gran oportunidad para medir el potencial impacto de este invento aplicado a la prevención médica.