Módulo Sanitario es una ONG que trabaja desde 2015 construyendo baños y brindando talleres de higiene para mejorar la complicada situación sanitaria del país: 6 millones de personas en Argentina no tienen baño en su casa.
—Creo que a muchos debe sorprenderles el dato, ¿no?
—Cuando lo decís, la mayoría se sorprende. Nadie se pregunta cómo es el baño del otro. A mí me chocó cuando corroboré el dato luego de conocer a unas pocas familias de barrios vulnerables. Solía visitarlas en el marco de un voluntariado y cuando volvía a mi casa me llamaba la atención lo fácil que era para mí ducharme y lavarme las manos.
—¿Y por qué nos cuesta tanto darnos cuenta de las carencias que hay a nuestro alrededor?
—Muchas veces no tomamos conciencia de lo que le pasa al otro porque no ponemos el cuerpo. Lo que le pasa a nuestros voluntarios (tenemos unos 1.000 cada año) es que el hecho de estar en la casa de una familia con un contexto distinto, te ubica: olés, palpás, gustás, tocás eso. Te das cuenta de tu posibilidad maravillosa de tener agua caliente a tres pasos de tu cama. Una cosa es pasar por la autopista y mirar desde lejos esta realidad y otra cosa es ir, tocar y estar. Y estaría bueno lograr horizontalizar esto desde ambos lados: ¿cómo les mostramos a las familias que se puede vivir de mejor forma con una canilla de agua caliente? Son personas en una enorme desventaja (sin red de agua, sin calles asfaltadas, en contextos de pobreza e inseguridad) y necesitan que se les aporte una mirada global que les amplíe el horizonte.
—¿Cómo los afectó la pandemia?
—Vivimos dos situaciones. Por un lado, muchos voluntarios no pudieron ir a los barrios y se desmotivaron. Pero a la vez, hubo muchos voluntarios nuevos. Nosotros sacamos una campaña de donación de kits de productos de higiene, y muchos que no nos conocían se sumaron, porque todos sentíamos que ayudar a otros a prevenir contagios también era ayudarnos a nosotros. Por otra parte, sentí desesperación de las familias de contextos vulnerables: en un contexto en que lavarse las manos era fundamental, ellas corrían con mucha desventaja.
—¿Cómo se logra mantener la iniciativa de ayudar a largo plazo?
—Cuando palpaste una realidad tan dura y te ubicás, decís: “Ya no puedo pasar esto por alto”. Y la pandemia movilizó a muchos voluntarios. Las personas tenemos que estar renovando el espíritu, esa es la raíz de por qué hacemos lo que hacemos. Si no, esa llama se apaga. Si no te involucrás, a los pocos meses te olvidás del tema y te enfocás en tus propios problemas, en nuestro mundo chiquitito.
Esta entrevista fue publicada originalmente en OXÍGENO, la newsletter que edita Juan Carr. Podés suscribirte en este link.