—Buenas tardes, ¿cómo está? Soy agente sanitaria, estoy entregando un kit para que pueda realizarse usted misma la prueba del VPH, ¿quiere que le cuente de qué se trata?
La escena se repite desde hace siete años en distintos barrios de Jujuy con cada visita del personal de atención primaria a mujeres de entre 30 y 64 años. Ellas viven en diferentes localidades de la provincia argentina, que fue elegida en 2012 para realizar el Proyecto Demostración de Tamizaje del Virus del Papiloma Humano (VPH). El laboratorio se instaló en el Hospital Pablo Soria, de la capital jujeña.
¿Cuál es el objetivo? Acercarles la posibilidad de realizarse en su propio hogar el test para determinar si la presencia del virus (conocido también como HPV por su sigla en inglés), que es la principal causa del cáncer de cuello de útero. La enfermedad se puede desarrollar si no se detectan y tratan las lesiones que provoca el virus, que es de transmisión sexual. El programa es impulsado por el Instituto Nacional del Cáncer (INC) con el objetivo de prevenir este tipo de tumores ginecológicos.
Desde que se inició el tamizaje ya fueron testeadas 100 mil mujeres sólo en Jujuy, una de las provincias argentinas donde se registran más muertes por cáncer cervicouterino. En ese distrito, la prueba de VPH demostró duplicar la eficacia con respecto al Papanicolaou, el análisis más extendido hasta ahora. Ante este horizonte alentador, la estrategia fue incluida en forma progresiva y escalonada como uno de los pilares del Plan Nacional de Control de Cáncer, presentado oficialmente en septiembre pasado.
Con el aval de pruebas científicas logradas por primera vez en el mundo, el test ya se extendió a Tucumán, Chaco, Corrientes, Neuquén, Misiones, Catamarca, y los municipios bonaerenses de La Matanza, Ituzaingó, Florencio Varela, San Martín, Tres de Febrero, Morón y Almirante Brown. Y en 2020, se sumarán Salta, Entre Ríos y Santiago del Estero. Y en una última etapa, La Rioja, Mendoza y San Luis.
“El cáncer de cuello de útero es una enfermedad de mujeres pobres”, afirma el licenciado Agustín Oliveto, coordinador del Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cervicouterino (PNPCC), y explica: “La probabilidad de desarrollar este tumor está muy relacionada con la posibilidad de acceso al tamizaje. Hay barreras que afectan más a las mujeres que son usuarias del sistema público de salud, que además suelen ser jefas de hogar, y por lo general de bajo nivel socioeconómico o educativo”.
“Las estadísticas oficiales indican que las tasas de mortalidad de mujeres por esta causa en el Noroeste y Noreste, que son las zonas más pobres del país, duplican al promedio nacional, y son hasta cuatro veces mayores que en la ciudad de Buenos Aires, el distrito más rico del país”, agrega el funcionario del INC.
¿Por qué se eligió Jujuy para la primera experiencia?
Cuando se puso en marcha el proyecto, la provincia tenía una de las tasas más altas de enfermedad y muerte por cáncer de cuello de útero del país, y además había un trabajo previo de prevención, porque las autoridades tenían un alto compromiso. Esto ayudó a poner en marcha la iniciativa.
Las estadísticas suelen ser frías y distantes, pero definen un escenario en el que es imperioso actuar: el cáncer cervicouterino es el tercer tumor más detectado en las mujeres en la Argentina, detrás de los de mama y colon. Cada año se diagnostican 4500 nuevos casos y hay 2000 muertes por esta causa. Sin embargo, es un tipo de cáncer que se puede evitar casi por completo.
Para lograrlo, cada vez mujeres tienen que acceder a los controles. Pero además, se deben superar las resistencias en el propio sistema de salud, que pueden conspirar contra un cambio de paradigma en el tamizaje, a pesar de las pruebas científicas disponibles.
“El test del VPH permite enfocarnos en aquellas mujeres que tienen riesgo de desarrollar un tumor, porque identifica los tipos de virus que pueden causar cáncer”, afirma Mauricio Cucchiaro, referente del Programa de Control de Cáncer Cervicouterino en Jujuy. “Apuntamos en especial a aquellos sectores sociales sin cobertura de obra social, que son los que tienen menor acceso al sistema de salud”.
“La provincia tiene dos métodos de pesquisa. Uno es la toma dirigida, en el que mujer concurre al consultorio, se le realiza el test del virus del papiloma y luego el Papanicolaou para determinar si existen lesiones”, cuenta el médico ginecólogo y agrega: “El otro sistema es el de autotoma, en el que un agente sanitario visita a las mujeres en sus casas y les entrega un kit para que ellas mismas se realicen el análisis, que luego se envía al laboratorio. Este método es innovador”.
¿En qué consiste el kit que se utiliza en la prueba?
Es un envase sellado herméticamente y estéril, con un tubo colector y un cepillo, que la mujer debe introducir en su vagina, o en el caso de los médicos, en el canal cervical. Luego de tomada la muestra, se coloca en el tubo, que se identifica con el nombre de la mujer y se traslada al laboratorio de anatomía patológica.
Conocé cómo es el test en detalle
¿Cómo transmiten la importancia del test a las mujeres? Los agentes sanitarios no son médicos, trabajan en el primer nivel de atención de la salud, y son conocidos por los habitantes de la provincia. Esto es una gran ventaja porque transmiten confianza. Cada uno tiene una zona de cobertura, en la que viven principalmente poblaciones vulnerables, sin obra social y con escaso acceso al sistema de salud.
Cuando se ofrece el test, se explica que si da negativo se puede espaciar la prueba cada cinco años. A aquellas mujeres que reciben un resultado positivo, que en un principio genera mucho miedo por desconocimiento, se les explica que en la mayoría de los casos el mismo organismo elimina del virus sin más consecuencias. En este grupo de mujeres, igualmente se realizan estudios complementarios o tratamientos si corresponde, y se les indica cuando deben reiterar la consulta.
Cucchiaro anticipa que las estadísticas provinciales son alentadoras: “Si bien aún no hubo un importante descenso en la cantidad de casos de cáncer de cuello de útero, la mortalidad bajó tres puntos de 2016, cuando era de 13,8 por ciento en mujeres por esta causa, a 2018, con 10,6”.
¿Cómo se integró el test de VPH al Programa Nacional de Control del Cáncer?
Las líneas de trabajo son la compra y distribución de los reactivos para las provincias que se suman a la estrategia, la instalación de laboratorios y el control de calidad, así como también la capacitación de personal. También se prevé la reorganización de la red de servicios de atención, y el fortalecimiento de los sistemas de información, con material de comunicación, charlas y seminarios. Con los resultados de la estrategia, se desarrollarán publicaciones científicas.
¿La prueba incrementa por sí sola el acceso al diagnóstico? El aumento en la participación en el tamizaje depende de la búsqueda activa de las mujeres, uno de los objetivos principales del PNPCC, y de la disponibilidad que ellas tengan para la toma. El test solo no representa un aumento de la cobertura, pero es una oportunidad para mejorar los procesos del sistema de salud y llegar a la población objetivo, en este caso las mujeres de 30 a 64 años, que reciben atención en el sistema público de salud.
Los datos de las mujeres que acceden al testeo quedan registrados en el SITAM (Sistema de Información para el Tamizaje), que además contiene información sobre diagnóstico y tratamiento en tumores de mama y de colon, otros ejes del Plan Nacional de Control de Cáncer.
La experiencia de tamizaje de VPH en Jujuy, pionera en el mundo
El cáncer de cuello de útero tiene una característica particular: se puede prevenir antes de que se desarrolle. Por eso es fundamental su diagnóstico temprano. La prueba piloto de tamizaje del virus del papiloma humano, realizada en Jujuy entre 2012 y 2014, demostró que su alta sensibilidad permite diagnosticar dos veces más lesiones que el Papanicolaou. Los resultados de este trabajo fueron publicados en la revista científica The Lancet, en su edición Global Health, y se convirtieron en una prueba de su eficacia.
Silvina Arrossi es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) y lideró el trabajo.
Desde su regreso a la Argentina en 2007, con un bagaje de conocimientos adquiridos en Francia, la socióloga se propuso lograr el diseño de una política pública basada en el test del VPH para detener el avance del cáncer de cuello de útero. ”La propuesta fue evaluar cómo funcionaba esta herramienta en el marco del sistema de salud argentino, y resultó tan exitosa que el Instituto Nacional del Cáncer decidió extenderla progresivamente a todo el país”, dice Arrossi.
“Argentina fue pionera en la implementación de la prueba”, confirma la socióloga, que impulsó la introducción de esta tecnología en el país. Casi una década después, Australia, Inglaterra y Estados Unidos también incorporaron la estrategia a sus sistemas de salud.
“La prueba de VPH es muy potente: reduce significativamente los falsos negativos del Papanicolaou, ya que tiene una sensibilidad al virus superior al 95 por ciento”, agrega la ex Coordinadora del Programa Nacional de Cáncer Cervicouterino. Y concluye: “Llegar con el test a la casa de las mujeres, en especial a aquellas que tienen poco acceso al sistema de salud, es verdaderamente revolucionario”.
El éxito de la prueba de VPH en Palpalá
A 1420 metros sobre el nivel del mar, en un lugar privilegiado que permite la vista panorámica de todo el valle jujeño, se encuentra la localidad de Palpalá. En ese marco, en septiembre de 2015 se logró un hito: en una sola jornada se logró testear a 600 mujeres, con el apoyo del Programa Municipios Saludables.
“Era un desafío muy grande que las mujeres aceptaran la nueva tecnología”, recuerda Liliana Flores, jefa de Atención Primaria de la Salud de Jujuy. “Nos propusimos hacer 500 pruebas, y superamos esa cifra. Se logró por una acción coordinada entre los agentes sanitarios, que identificaron y convocaron a las mujeres a través del SITAM, y de los médicos que estuvieron presentes durante todo un día en una feria muy concurrida de esa localidad”, ubicada a 15 kilómetros de la capital jujeña. “Allí –detalla Flores- se instalaron boxes a modo de consultorios donde se practicaron las pruebas y se informó a las mujeres. El resultado del trabajo comunitario conjunto fue maravilloso”.
Las acciones de prevención son una de las estrategias más eficaces para reducir los casos de cáncer, y en especial el de cuello de útero. “Más de 90 por ciento de estos tumores son producidos por dos cepas, la 16 y la 18, del virus del papiloma humano”, afirma la médica Valeria Cáceres, jefa del Departamento de Oncología del Hospital Ángel Roffo, que depende de la Universidad de Buenos Aires. ”Sin embargo –aclara- no todas las personas a las que se les detecta el virus van a tener la enfermedad. Pueden pasar más de diez años desde que las células son infectadas, se empiezan a alterar y se desarrolla el tumor, por eso es tan importante la detección a tiempo y la prevención”.
Cáceres destaca la experiencia de detección del VPH que se inició en Jujuy y ya se practica en nueve provincias. “Este test se realiza con una muestra de las células del cuello del útero, en eso es similar al Papanicolaou. Lo que cambia es la manera de analizar: se utiliza una tecnología que permite estudiar el material genético de la muestra y así determinar la presencia del virus”. La médica explica además que “hay un doble beneficio: si da negativo, para las mujeres existe la certeza de que por cinco años no tendrán que analizarse, y para el sistema de salud reduce la utilización de recursos”.