Durante la infancia, el sistema inmunitario necesita exponerse a agentes patógenos para fortalecerse. En el plano psicológico ocurre algo similar. El aislamiento social impide poner en práctica habilidades esenciales para el desarrollo infantil.
A cualquier edad, el confinamiento agrava problemas psicológicos como el trastorno obsesivo compulsivo, la ansiedad o la depresión. Es decir, nuestra mente necesita exponerse a experiencias sociales.
¿Qué ocurrirá con la salud mental después del confinamiento? Necesitaremos también una “vacuna” para activar nuestras defensas mentales. El arte ofrece un mecanismo psicológico de prevención similar a ella. Permite la exposición a miedos y situaciones ansiógenas, nos regala modelos para expresar emociones. Por si fuera poco, favorece el contacto empático con otros.
Pongamos como ejemplo a Edvard Munch. Muy joven, sufrió la muerte de su madre. Una tarde, paseando, se sintió mareado. El cielo se teñía de rojo sangre. Al llegar al taller, pintó El grito. ¿Quién no ha sentido, viendo su obra, la misma angustia que Munch sintió aquella tarde?
Sentido catárquico del arte
Desde sus orígenes, el arte ha tenido un sentido catárquico. La tragedia griega constituía una terapia psicológica. El héroe vive con orgullo desmedido, creyéndose invulnerable. A esta sensación de superioridad la llamaban “hubris”.
La naturaleza nos devuelve al lugar que nos corresponde. Somos un ser vivo más en el cosmos. Cuando todo sale a la luz, llega la catarsis y el héroe cura su complejo de superioridad. Mucho después, Freud usaría la catarsis como método para erradicar traumas ocultos en el inconsciente.
El arte es una vía de catarsis, sirve para expresar sentimientos difícilmente verbalizables. Goya padeció una grave enfermedad y se confinó en la Quinta del Sordo. Los malos presagios, el dolor y la soledad se desprendieron del pintor y todos los fantasmas del pasado quedaron adheridos a las paredes. Fue la terapia más exitosa de la historia.
En las épocas difíciles se descubren fortalezas escondidas en la cara oculta de nuestra personalidad. Durante la Guerra Civil, el psicólogo barcelonés Mira y López quedó sorprendido por la entereza de la población, por la solidaridad con que todos se apoyaban mutuamente. Se ha dicho que la pandemia es la guerra de nuestra generación.
Durante esta pandemia, las estrategias más utilizadas por los servicios de salud mental han sido el apoyo afectivo, el “estar ahí contigo”, propiciando espacios para el desahogo emocional.
Crecimiento de la libertad creadora
El arte ha democratizado este mecanismo. Desde marzo de 2020, los observadores culturales apuntan a un crecimiento de la libertad creadora. Los artistas han renovado no solo sus temas, sino los vehículos de difusión social del arte.
Desde el inicio del confinamiento, se pusieron en práctica formas nuevas de mostrar lo artístico. El Covid Art Museum es un museo virtual que presenta obras surgidas durante el confinamiento. Los museos tradicionales potenciaron visitas y exposiciones virtuales. La galería Blanca Berlín reunió fotografías que reflejaban las casas confinadas, detenidas en el tiempo.
La nueva creatividad emerge a partir de la nueva normalidad. Algunas iniciativas unen creatividades a través del mundo. El artista Pejac propuso trasladar los grafitis urbanos a los cristales de las ventanas. Otros artistas han creado coreografías uniendo los movimientos más repetidos en las casas.
Así llegamos a un lugar clave donde confluyen escuela, sociedad y arte. La escuela ha buscado vías para acercarse a la realidad social. El confinamiento ha agudizado la sensación de pertenencia a un sistema global, disipando las fronteras entre lo académico y lo cotidiano.
Durante los ciclos de confinamiento y desconfinamiento, el arte ha proporcionado una vía de catarsis que ha permitido a los escolares la reflexión. Los niños carecen de mecanismos conceptuales abstractos, no disponibles hasta la adolescencia. En cambio, la expresión artística es muy intuitiva.
Los dibujos de los niños durante la Guerra Civil
En la Guerra Civil española, muchos niños fueron llevados a colonias lejos del frente. Allí dibujaban con finalidad terapéutica. Expresaban lo vivido, la nostalgia del pasado o del futuro.
Hoy, durante la pandemia, la sudafricana Simi Kiwe Buhlungu ha reflejado los juegos desplazados al interior, una de las consecuencias sociales de la pandemia. En ese lugar interior, la artista peruana Daniela Ortiz ha pintado un mural junto a su hijo donde reflexiona sobre los pasos de la muerte y sus enseñanzas. Todo un aprendizaje vital.
Los juegos se refugian en el interior, y el arte libera, extrae las voces que resuenan en ese interior. Dibujar, interpretar músicas y danzas, componer cuentos y poesías, actuar en entornos académicos, en esas escuelas ralentizadas por los confinamientos… Todo ello representa un camino mágico para aprender a vivir.
José T.Boyano, profesor Asociado de Psicología. Orientador Educativo, Universidad de Málaga.
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