El botón de snooze o "aplazar" para los despertadores apareció en los diseños de relojes de la posguerra en 1944, según cuenta esta historia de los 2000 años de los despertadores. A pesar de convivir con esta función hace casi 80 años, poco sabemos acerca de cómo nos afecta.
Por eso, un estudio publicado este año en Journal of Sleep Reaserch se propuso ponerle fin a nuestra ignorancia, indagando en los efectos de esta práctica tan difundida. Aproximadamente el 69 % de los participantes reconocieron que posponen su alarma en sus días laborales y también los libres. Varios de ellos pulsan el botón de snooze más de dos veces y se quedan en la cama de 30 a 60 minutos más.
De acuerdo con Lynelle Scheenberg, psicóloga experta en sueño de la Universidad de Yale, esto probablemente se deba a que no estamos obteniendo sueño de calidad, cosa que suele suceder por acostarnos tarde o por tener una rutina de descanso inconsistente (como dormir hasta tarde los fines de semana y despertarnos temprano en la semana).
Otros trabajos repasaron cómo estas actividades alteran y confunden a nuestro ciclo circadiano, que es el reloj interno que regula muchos de nuestros procesos biológicos.
Si la cantidad de veces que apretás "snooze" a la mañana se convirtió ya en un problema de tu día a día, incorporar algunos de estos hábitos puede ayudarte.
1- Ver luz natural apenas nos despertamos
La doctora Scheenberg explica que ver la luz del sol a primera hora de la mañana es una de las estrategias más efectivas para estabilizar el reloj interno. Puede que tu primera acción del día sea correr las cortinas de par en par, tomar un café o vestirte junto a la ventana. En caso de que no cuentes con mucha luz natural en donde vivís o te tengas que despertar mientras todavía es de noche, basta con poner una lámpara potente en tu mesa de luz.
A pesar de que es un hábito difícil de implementar los primeros días, se vuelve más fácil con el tiempo. Una vez que tu mente ya tenga internalizada la hora de despertarse (la misma todos los días), es probable que sientas menos pereza y, por lo tanto, menos inclinación a apretar el botón.
2- Dos alarmas en lugares distintos
En vez de que la alarma suene y se apague al lado de la cama en un loop sin fin, podemos poner dos alarmas con cinco minutos de diferencia en lugares distintos, con la segunda alarma lo suficientemente lejos como para tener que levantarnos a apagarla.
Sabiendo que estás a pocos minutos de una interrupción que te va a obligar a salir de la cama, probablemente estés menos tentado de apagar la primer alarma. Además, Scheenberg asegura que "una vez que uno tiene que levantarse, es mucho más probable que se quede despierto".
3- Alarmas con sonidos agradables
En un estudio publicado en el 2020 en la revista Plos One se registró cómo se despertaban los participantes al ritmo de las canciones Good Vibrations de Beach Boys y Close to me de The Cure, en comparación con quienes despertaban con pitidos o zumbidos estridentes.
El resultado fue que el grupo de las canciones estaba menos atontado y con más energía. Los investigadores concluyeron que las melodías suaves favorecen la transición natural del cerebro a un estado de vigilia, mientras que una alarma ruidosa interrumpe este proceso de forma abrupta.
En caso de que no quieras agotar ninguna canción volviéndola parte de tu rutina, también funcionan los sonidos naturales como el canto de pájaros o ruidos de mar.
4- Tener listo algún premio
También hay estudios que respaldan la teoría de que los reforzamientos positivos (recompensas gratificantes) funcionan mejor para motivar a las personas que los castigos o refuerzos negativos. ¿Cómo se aplica esto a nuestra rutina matutina?
Si levantarse para ir directo al trabajo es una tarea que no nos motiva a saltar de la cama, podemos asegurarnos de tener a mano algo que disfrutamos cada mañana, como un rico desayuno ya listo en la heladera o una playlist con nuestras canciones preferidas para escuchar fuerte en la ducha.
Scheenberg explica esta teoría con una metáfora bastante gráfica: se trata de usar una zanahoria (una recompensa) en lugar de un palo (un castigo). "Levantarse para ir a trabajar puede ser una especie de 'palo', así que siempre intento animar a la gente con la que trabajo a que se levante de la cama para conseguir la 'zanahoria'", comentó en la revista SELF.
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