El destino final de los residuos sólidos urbanos emerge como un desafío crítico para el futuro de América Latina.
A pesar de lograr una cobertura de recolección del 85% en áreas urbanas, relativamente alto para los estándares globales, la región enfrenta una brecha en su manejo de residuos. Alrededor del 45% acaban en vertederos inadecuados que contaminan el suelo, el agua y el aire.
La generación diaria de residuos en América Latina asciende a 541.000 toneladas, aproximadamente un kilo por habitante, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Datos del Banco Mundial muestran que la región se encuentra entre las menos productoras de residuos, en comparación con otras partes del mundo. El problema, según Jordi Pon, coordinador regional del PNUMA para América Latina y el Caribe, no es el volumen de residuos en sí, sino su gestión.
Esta inadecuada gestión no solo repercute negativamente en la salud de la población y el ambiente, sino que también simboliza una oportunidad desaprovechada hacia la adopción de una economía circular, un sistema que busca minimizar el desperdicio y maximizar el uso de los recursos al reintegrar los materiales de desecho en el ciclo de producción.
Dada la magnitud del problema, es probable que se necesiten respuestas a gran escala por parte de los gobiernos nacionales y locales. Algunos de ellos, de hecho, ya están avanzando en esta dirección. Dialogue Earth analiza cinco proyectos en países de toda la región que tratan de mejorar la gestión de los residuos y fomentar prácticas más sostenibles.
Argentina: sostenibilidad y solidaridad a través del reciclaje
En Argentina, “cartonear” es la acción de recolectar cartón y otros materiales reciclables de las calles para venderlos. Quienes llevan adelante esta tarea se conocen como “cartoneros”, un término que se popularizó tras la crisis económica de 2001. La actividad creció tanto que existe actualmente una Federación de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), que agrupa cooperativas distribuidas en el país, las cuales se organizan localmente para mejorar las condiciones laborales de sus miembros y promover prácticas de reciclaje más eficientes.
Cartonero recoge una caja de cartón en Buenos Aires, Argentina. El material reciclable suele enviarse a galpones de cooperativas, donde se separa y compacta para ser reutilizado en otros productos (Imagen: Carol Smiljan / NurPhoto / Alamy)
Una de las integrantes de la FACCyR es Dignidad Cartonera, fundada en 2017 en Rosario, en la provincia de Santa Fe, y actualmente integrada por más de 150 miembros activos. “Yo pertenezco a la generación que se quedó sin trabajo en el 2001. Junto con gente del barrio decidimos crear nuestra propia fuente de trabajo que fue salir a cartonear”, compartió Mónica Castro, una de las integrantes fundadoras.
En 2019, la cooperativa, en colaboración con el gobierno local, comenzó una prueba piloto. Anteriormente, sus integrantes se centraban en la recolección de materiales de forma más generalizada en toda la ciudad. La prueba piloto implementó un sistema específico de recolección y reciclaje en el barrio Industrial, ubicado en la zona oeste. Este nuevo enfoque consistió en un servicio puerta a puerta, donde los cartoneros interactúan directamente con los vecinos para enseñarles cómo separar correctamente los residuos reciclables de los no reciclables.
Este método buscaba mejorar la calidad y cantidad de los materiales reciclables recolectados, evitando que estos se contaminaran y, por ende, aumentando su valor en el mercado. Los resultados de esta prueba han sido positivos, al punto de que logró replicarse en otros barrios de la ciudad de Rosario como Alberdi, Los Pumitas y Fisherton.
Los materiales recolectados en la calle llegan a diario a un galpón administrado por los propios integrantes de la cooperativa, alquilado con fondos estatales, y de ahí se dirigen hacia diversas industrias del reciclaje. El diferencial que tiene la cooperativa es que, al agrupar cantidad de residuos, tienen mayor poder de negociación con sus contrapartes, asegurando una remuneración justa por su labor.
La experiencia de Rosario es una demostración de cómo la acción colectiva y la solidaridad pueden traducirse en avances significativos para la sostenibilidad. “Queremos inspirar a otros a seguir nuestro camino, demostrando que es posible crear un mundo más justo y sostenible para todos”, concluyó Juliana Muchiut, coordinadora de la cooperativa.
Chile: la tecnología blockchain ayuda a la trazabilidad del reciclaje
Más de 140 millones de toneladas de plástico contaminan los ecosistemas acuáticos, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En Chile, el proyecto Atando Cabos recopila residuos plásticos de la acuicultura ―redes de nylon, cabos de poliéster o pallets de plástico― y los transforma en materiales reutilizables. Al utilizar tecnología blockchain en todo su proceso, la iniciativa no solo mejora la eficiencia del reciclaje, sino que también asegura la transparencia y fomenta la confianza en toda la cadena de valor.
El proyecto tiene como fundador a Michel Compagnon, gerente comercial de una empresa especializada en moldeo por inyección de plásticos, un proceso por el que el plástico se funde y se inyecta en un molde para crear diversos productos. “Esto empezó después de una visita a la Patagonia en 2016, donde encontré grandes cantidades de residuos plásticos en los fiordos [valles rocosos sumergidos formados por la erosión glaciar, ahora llenos de agua de mar]. Para mí eso no era basura, sino valiosas materias primas que podrían ser recicladas”, sostuvo Compagnon, que veía como había decenas y decenas de cabos que contaminaban los fiordos.
El proyecto Atando Cabos, en Chile, recoge residuos plásticos como redes de nylon, cabos de poliéster o pallets de plástico, y los transforma en materiales reutilizables (Imagen: Atando Cabos)
El equipo de Atando Cabos trabaja con pescadores y otros actores locales para recolectar estos residuos plásticos en el sur de Chile. Los mismos se embarcan en un puerto local y luego son procesados en una fábrica en Santiago, la capital del país. Allí cobran nueva vida, transformándose en otros productos, como pallets o cajas de frutas.
La iniciativa incorpora la tecnología blockchain, que puede garantizar que los datos registrados sobre los artículos a reciclar son seguros e inalterables gracias a su estructura de “bloques” enlazados y encriptados. Cada trayecto de un residuo ― desde su recogida hasta la producción de nuevo material ― se documenta y registra en línea. Así, se puede seguir cada etapa del proceso de reciclaje.
Se puede acceder a este registro online blockchain escaneando un código QR en el producto, lo que permite a todas las partes implicadas en la cadena de valor seguir el recorrido de los materiales y garantizar que los residuos se gestionan de acuerdo con las normas medioambientales y de calidad establecidas. Compagnon afirma que se vio impulsado a utilizar este método de verificación para proporcionar una prueba fácilmente comprensible y accesible de que los productos están fabricados con material reciclado.
El proyecto, que en 2019 ganó un premio que reconoce las iniciativas ecológicas en América Latina, informa que hace posible el reciclaje de más de 2.300 toneladas de residuos al año.
Brasil: Río de Janeiro transforma residuos en energía
En una gran ciudad como Río de Janeiro, donde más de la mitad de los residuos generados son orgánicos, los proyectos de gestión sostenible de residuos son vitales.
Desde 2018, la Compañía Municipal de Limpieza Urbana de Río de Janeiro (Comlurb) gestiona una planta de procesamiento de residuos orgánicos pionera en América Latina. La instalación, situada en el barrio de Caju, procesa 12,5 toneladas de residuos al día, convirtiéndolos en biogás y compost orgánico.
Trabajadores de Comlurb limpian las playas de Río de Janeiro tras las multitudinarias fiestas de Año Nuevo. Más de la mitad de los residuos generados en la ciudad se consideran orgánicos, y el servicio público de limpieza los convierte en biogás y abono (Imagen: Jose Lucena / ZUMA Press / Alamy)
La planta de procesamiento de residuos no solo se autoabastece a través del biogás generado, sino que también produce compost para proyectos del programa Hortas Cariocas, destacado por la ONU. El compost de Comlurb tiene nombre propio ― Fertilurb ― y fue presentado por la empresa como un “superfertilizante”.
Bernardo Ornelas, coordinador de proyectos de Comlurb, destacó el papel transformador de la iniciativa: “Somos el primer programa de recolección selectiva de orgánicos en Río, focalizándonos inicialmente en escuelas municipales y supermercados”.
En colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo, actualmente estudian cómo ampliar el reciclaje de residuos orgánicos en Río de Janeiro, con el objetivo de procesar hasta 150 toneladas diarias en los próximos años, siempre con el objetivo de transformarlos en biogás y compost. “Un salto importante”, reconoció Ornelas, quien dijo que por ahora el proyecto está en fase de estudio, por lo que recién se concretaría “en tres años”.
Sin embargo, esa cantidad aún no llega a las 8.500 toneladas de residuos que se envían diariamente al relleno sanitario de Seropédica, en la región metropolitana de Río.
Uruguay: legislación en materia de residuos electrónicos
Con una generación de 14,8 kilogramos de residuos electrónicos por habitante al año, Uruguay registra la mayor producción per cápita de este tipo de residuos en el Cono Sur. Estudios del Ministerio de Ambiente atribuyen este fenómeno a la correlación existente entre la generación de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) y el Producto Bruto Interno (PBI) per capita, siendo Uruguay el líder regional en ambos aspectos.
Contar con una legislación específica sobre RAEE es crucial porque representan uno de los flujos de desechos físicos de más rápido crecimiento. Se requiere una regulación adecuada para evaluar su evolución, delinear políticas eficaces, limitar su generación, prevenir vertidos ilegales, promover el reciclaje y crear empleos en el sector del reciclaje. Hasta 2023, solo cinco países de América Latina poseían una normativa específica.
Personas en un evento de reciclaje electrónico organizado por el Ministerio de Ambiente uruguayo en el Parque Rodó de Montevideo. El gobierno nacional está trabajando en una legislación que regule la gestión y el tratamiento de este tipo de residuos (Imagen: Ministerio de Ambiente de Uruguay)
El avance en las políticas locales de gestión de estos residuos cobra entonces una especial relevancia. En junio de 2023, el Ministerio de Ambiente de Uruguay, la Intendencia de Montevideo y la cooperativa de reciclaje de residuos Volver a la Vida firmaron un convenio para expandir el reciclaje de RAEE. El documento permite a la cooperativa, anteriormente enfocada en residuos voluminosos, gestionar también los RAEE. La Intendencia provee el espacio y los residuos, mientras que la cooperativa se encarga de la reparación de los productos que puedan recuperarse y del desmontaje de los aparatos para recuperar componentes útiles para su reutilización. Así se busca fomentar la economía circular, así como la inclusión social, empleando y formando a personas en situación vulnerable como parte de la cooperativa de reciclaje.
En paralelo, el gobierno nacional está trabajando en una legislación que regule específicamente la gestión y tratamiento de los RAEE, apoyándose en la Ley de Gestión Integral de Residuos aprobada en 2019.
La iniciativa con Volver a la Vida está en línea con los principios de Preal, un proyecto de reciclaje de residuos electrónicos en toda América Latina, que fomenta su reducción y eliminación adecuada. El proyecto también impulsa la ampliación de las responsabilidades de los productores para garantizar una gestión adecuada de los residuos electrónicos, explicaron María José Crovetto y Gariné Guerguerian, consultoras del Ministerio de Ambiente, contratadas en el marco del proyecto. Esta responsabilidad podría implicar, por ejemplo, que los fabricantes financien programas de recogida de residuos y reciclaje o diseñen productos más fáciles de reciclar.
Ecuador y Perú: una app conecta a recicladores y ciudadanos
Con el objetivo de mejorar la gestión de residuos y promover el reciclaje inclusivo, surgió en Ecuador la aplicación ReciVeci, una plataforma que facilita la interacción entre ciudadanos y recicladores de base. Hoy tiene presencia en Quito, Cuenca, Guayaquil y en 2023 comenzó a expandirse a Perú.
“ReciVeci nació de la necesidad de solventar dos problemáticas: la generación de residuos sólidos sin aprovechamiento y la situación de los recicladores de base”, explicó Sofía Baque, coordinadora de Alianzas y Comunidad de ReciVeci. La aplicación permite que los ciudadanos puedan localizar a recicladores cercanos a través de un mapa interactivo y coordinar la entrega de materiales reciclables de manera directa, limpia y segura. Esto no solo facilita el proceso de reciclaje, sino que también permite a los usuarios conocer a sus recicladores, “lo que crea un vínculo que fomenta entregas periódicas y una relación de confianza mutua”, dijo Baque.
La aplicación ReciVeci, disponible en las ciudades ecuatorianas de Quito, Cuenca y Guayaquil, permite a los ciudadanos localizar a los recicladores más cercanos y organizar la recogida de los materiales en el domicilio del usuario (Imagen: ReciVeci)
La aplicación, que comenzó como un proyecto voluntario y colectivo, obtuvo un capital semilla de 10.000 dólares en 2018 tras ganar un desafío de emprendedurismo urbano, logrando así los fondos para el desarrollo de una nueva versión de la app, “más interactiva y lo que nos permitió consolidarnos como una startup”, según Baque.
Además de conectar a recicladores con ciudadanos, ReciVeci ofrece una plataforma de gamificación donde los usuarios pueden acumular puntos y canjearlos por premios, incentivando así la participación ciudadana en el reciclaje. La aplicación también provee métricas que ayudan a los usuarios a medir su impacto en la gestión de residuos.
Consultada sobre las cifras de impacto, Baque comentó que a la fecha llevan recuperadas 150 toneladas de residuos y que tienen 2.000 recicladores mapeados en la aplicación. Por su parte, Lorena Gallardo, fundadora de la iniciativa, dijo recientemente a Forbes que llevan recuperadas 200 toneladas de material reciclable y que, según cálculos propios, evitaron la emisión de 300 toneladas de dióxido de carbono.
Esta nota fue originalmente publicada en Dialogue Earth y se republica en el marco de una licencia Creative Commons.