Hace no mucho tomamos conciencia de todo el plástico que generamos, usamos (a veces una sola vez) y tiramos para tareas tan cotidianas como hacer las compras y cocinar. Las bolsas se empezaron a cobrar en los supermercados, muchos adquirimos el hábito de llevar bolsas de tela reutilizables... y nos quedamos ahí (me declaro culpable). Pero hay varios otros tips y pequeños ajustes que pueden hacer que contaminemos mucho menos a la hora de comprar, preparar y guardar comida. Te compartimos algunos de los que encontramos:
1. Bolsas para frutas y verduras
¿No es un poco insólito llevar nuestra bolsa de tela a la verdulería, y ahí dentro meter cinco bolsas de plástico donde se agrupan las frutas y verduras que compramos? Ya sé lo que estás pensando: hay que pesarlas todas juntas para saber su precio. Pero podemos hacerlo sin tanto plástico: en un video de Paulina Cocina me crucé con unas bolsas de red reutilizables que el verdulero usa sin regañar. Con solo buscar "bolsas para verdulería reutilizables" o "bolsas ecologicas para fruta y verdura" te aseguro que te van a aparecer y listo, paradoja resuelta.
2. Neutralizar los desperdicios de aceite
Tal como te contamos en esta nota, un litro de aceite de cocina puede contaminar hasta 1.000 litros de agua. Por eso, no es lo mismo cómo lo desechamos. Si residís en C.A.B.A, podes llevarlo una vez frío y embotellado a los puntos verdes de la ciudad que, después de tratrarlo, lo convierten en biodiesel.
En caso de que prefieras ahorrarte el viaje, existe un producto que se llama Ecofrit. Se trata de sobres con escamas de origen 100% vegetal que, diez minutos después de echarlas al aceite, lo convierten en gelatina sólida. Esta gelatina se convierte en tierra en un plazo de seis meses. Es ideal para recomendárselo a tanto a tu amigo fanático de hacer papas fritas como al que tiene una compostera.
3. Esponjas vegetales
Más allá del packaging, las esponjas tradicionales que usamos para lavar platos suelen estar hechas de materiales sintéticos y liberan infinidad de microplásticos por el desague. Las esponjas naturales o esponjas lufa, en cambio, son 100% naturales y biodegradables: se obtienen de la luffa, una enredadera originaria de Asia.
Aunque puedan parecer rígidas y rasposas al tacto, bajo el agua se ablandan y no rayan las ollas ni sartenes. Su durabilidad es de entre cuatro y seis meses, con lo que suelen ser más económicas que las tradicionales. Además, no retienen la humedad y se secan cuando no están en contacto con el agua, por lo que no almacenan o producen olor.
4. Llevar tu propio envase para hacer algunas compras
Cuando mi conciencia ambiental empezó a despertar poco a poco, me resultó realmente impresionante cómo envolvían las fetas de queso entre dos láminas de plástico, adentro de otra bolsa de plástico, adentro de otra bolsa para llevar en la fiambrería de la esquina. ¿Cuánto plástico de uso único nos estaríamos ahorrando si fueramos con un contenedor de plástico propio a estos lugares?
Puede tratarse de los que tenemos en casa para guardar los restos de comida, o también se pueden reutilizar los envases que vienen en deliverys. Entre quienes venden comida por peso o take-away, abundan los descuentos para quienes tienen en cuenta este detalle.
5. Reemplazar el papel film por envoltorios reutilizables
Uno de los mejores remplazos para el papel film son los paños reutilizables con cera de abejas. La cera de abejas tiene la cualidad de ser antibacteriana y antifúngica, por lo que los alimentos se conservan mucho mejor. Simplemente se moldean alrededor de los envases con el calor de las manos.
Su vida útil es de alrededor de un año. Los hay de todos los tamaños y colores, e incluso algunas marcas tienen listos ya sobres para un guardado 100 % ecológico. Además de ser más económicos que el papel film, mejores para la durabilidad de los alimentos y para el ambiente, son mejores para nuestra salud, ya que esta solución reduce nuestra propia exposición a los microplásticos.