Bogotá es una ciudad de ocho millones de habitantes en la que se calcula que, diariamente, 750.000 niños y niñas van caminando a la escuela. En promedio, recorren más de un kilómetro y medio en veredas estrechas y entre un tránsito intenso. “No están seguros ni se sienten cómodos”, decía hace unos años Juan Pablo Bocarejo, por entonces secretario distrital de Movilidad de la capital colombiana. Aquel diagnóstico fue el que motivó Ciempiés Caminos Seguros, un proyecto de movilidad segura que tiene fines pedagógicos y de mejora de la salud, y es llevado a cabo por las Secretarías de Movilidad y de Educación del municipio.
La metodología es simple: los niños y las niñas van a la escuela y vuelven a sus casas en caravana acompañados por dos personas adultas entrenadas. Estos monitores y monitoras no solo garantizan un recorrido seguro, sino que a lo largo del trayecto promueven juegos didácticos mediante los cuales enseñan sobre seguridad vial y otros temas. “A través del juego, la ciudad se convierte en un medio pedagógico que permite experimentar vivencias, despertar curiosidad en los estudiantes y lograr su atención para movilizarlos”, sintetiza una publicación oficial del proyecto.
Ciempiés trabaja en alianzas con las escuelas, desde donde se ofrecen las caravanas a las familias. En función de los domicilios de los niños y niñas que se inscriban, se elabora un recorrido seguro. El programa admite a estudiantes de 5 a 17 años, aunque participan principalmente infantes entre 5 y 12. Cada grupo tiene un máximo de 50 niños y niñas.
El proyecto comenzó en el 2018 en una escuela pública en Suba, una de las comunas de Bogotá. El año pasado, participaron de Ciempiés 2.410 niños y niñas en 24 colegios de seis localidades distintas.
“Llevarlos y traerlos del colegio nos limita bastante el tiempo. Si no estuviera el Ciempiés, se complicaría”, contó Jean, padre de dos niños y dos niñas que participan de las caravanas. Matías, uno de sus hijos, dice que le gusta ir a la escuela junto con sus amigos, ya que puede charlar en el trayecto. Janiliet, su hermana, señala que se siente “segura” en la caravana.
En el 2019, una evaluación de Ciempiés reveló que el 68 % de las familias creen que Ciempiés es la opción de transporte escolar más segura.
Origen
El Proyecto Ciempiés fue presentado por Bogotá y premiado como uno de los cinco ganadores en los Bloomberg Philanthropies Mayors Challenge de 2016, una competencia para apoyar a líderes municipales a desarrollar ideas replicables y escalables para enfrentar los desafíos de las ciudades en el siglo 21.
“El proyecto comenzó con un sentido más voluntario que institucional a partir de este premio. Por un lado, había profesionales contratados para coordinar las caravanas pero también lo hacían voluntarios, como padres, madres, abuelos y abuelas. Y esto último tenía un impacto social, porque comenzaban a relacionarse más”, recuerda Luisa Salinas, líder operativa de Ciempiés.
Para sostener y ampliar el proyecto, una vez que los fondos entregados por Bloomberg se agotaron, la Secretaría de Movilidad hizo una alianza con la de Educación (ambas dependencias municipales que ya trabajaban en conjunto en iniciativas similares, como Al Colegio en Bici).
“Esto implicó cambios, porque ya no podíamos tener voluntarios por un tema de protocolos”, explica Diana Duran, líder general del Programa Niñas y Niños Primero, que engloba a Ciempiés. Hoy cuentan con 84 profesionales contratados para coordinar las caravanas.
Salinas explica que el 95 % de los monitores y monitoras contratados tienen experiencia en el manejo de estudiantes. En el grupo hay principalmente docentes, pero también profesionales del trabajo social, la psicología o el ámbito deportivo. Todos ellos son capacitados en temas de seguridad vial para llevar adelante la función.
“También hizo que nos enfocáramos en colegios públicos, ya que Educación tiene que garantizar el acceso de todas las personas al colegio”, agrega Duran. Y explica que quienes asisten a estos colegios son familias de menores ingresos, en las que los padres y madres trabajan mucho y se les dificulta llevar a sus hijos e hijas a la escuela.
Caminar y jugar
“Además de llevar a los niños y a las niñas al colegio en forma segura, el plus de Ciempiés es el juego, que está dirigido a tratar temas de seguridad vial, de cuidado del ambiente y a fomentar hábitos saludables”, destaca Salinas. “Hay una estructura según la cual tocamos un tema específico cada cierto tiempo. Por ejemplo, este mes hablamos de hábitos saludables, como consumir más frutas y verduras. Y en función de ello, hay canciones que los estudiantes deben ir completando que hablan de los beneficios de estos alimentos”, ilustra. Como la mayoría de los participantes va a la primaria, es ahí donde se enfocan las actividades.
Otros juegos incluyen, por ejemplo, identificar pájaros o flores. Por ejemplo, un juego se llama “Lotería de sonidos”: los y las jóvenes tienen que localizar sonidos, como el ladrido de un perro o música que suena en la calle. Otro es “Subasta de pasos”: la consigna es adivinar la cantidad de pasos necesarios para llegar a un punto y luego contarlos.
A lo largo del recorrido, niños y niñas suman puntos y reciben calcomanías como un modo de marcar su progreso.
Un modelo para replicar
La inseguridad vial de estudiantes que van a pie a la escuela, el poco conocimiento de reglas de tránsito y el bajo nivel de actividad física de muchos niños y niñas son problemas que comparten muchas otras ciudades. En este contexto, Ciempiés emerge como una alternativa replicable para otras ciudades. De hecho, el municipio de Villavicencio, a 125 kilómetros de Bogotá, ha comenzado a implementarlo también con apoyo de Bloomberg.
En la Argentina, la Ciudad de Buenos Aires implementa desde 2017 Senderos Escolares, circuitos peatonales recomendados en donde hay más presencia de policías y agentes civiles que ayudan en el recorrido. Iniciativas similares se desarrollan en Lanús (provincia de Buenos Aires) y Caleta Olivia (Santa Cruz).
¿Qué se necesita para replicar un proyecto como Ciempiés?
“Para garantizar la sostenibilidad son necesarias políticas públicas de largo plazo”, destacan tanto Salinas como Duran. Y aclaran que si bien al ser una actividad municipal no se financia a colegios privados, una alternativa que analizan es capacitar a estas instituciones y que sean ellas las que gestionen los recursos.
“Por otro lado, siempre decimos que es clave definir el objetivo principal del proyecto. En nuestro caso, era la movilidad segura y el acceso a la educación, por eso hicimos la alianza entre ambas secretarías. Pero quizás para otro municipio el objetivo sea fomentar la actividad física entre la población infantil”, analiza Salinas. Según cada objetivo, dice, se pueden hacer ajustes al programa.
A su vez, Duran remarca que es importante “empezar de a poquito. Al principio el proyecto puede parecer muy demandante en términos económicos y de personal. Pero nosotros empezamos en algunos colegios con unos pocos días. Es cuestión de probar algo pequeño y ver cómo funciona”.
Además, señala que es importante “trabajar mucho en que la sociedad se apropie del programa, que lo conozcan y que lo demanden”. Y concluye: “De ahí sale la fuerza de esos proyectos”.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.