Una enfermedad desatendida es aquella que afecta a grandes poblaciones, pero que apenas aparece en los programas de salud y cuenta con muy pocos recursos destinados a tratarla: la fórmula perfecta para perpetuar resultados deficientes. Además, como la pobreza es uno de sus factores promotores, este grupo de afecciones están asociadas a la estigmatización y la exclusión social. Una de ellas es el chagas, una infección causada por un parásito llamado Trypanosoma cruzi, cuyo principal transmisor es el insecto vinchuca o chinche. “Se trata de la enfermedad desatendida más importante en nuestro país, con más historia. Pero sabemos que con una pequeña inversión se podría lograr un impacto muy positivo en la salud de esas personas. Hay distintas instancias para hacer esa inversión: desde la prevención y el acceso a un diagnóstico, hasta brindar el tratamiento cuando está disponible”, dice Marcelo Abril, director ejecutivo de la Fundación Mundo Sano (FMS), una organización que trabaja para interrumpir la transmisión de la afección.
El chagas afecta a entre 6 y 8 millones de personas en el mundo y causa 12.000 muertes anuales porque puede provocar consecuencias irreversibles y crónicas en el corazón, el sistema digestivo y el sistema nervioso, informa la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Debido a la gran cantidad de personas que permanecen sin diagnosticar y sin tratar, el organismo internacional estima que unas 70 millones de personas están en riesgo de contraer la enfermedad en las Américas. Según la fundación, nuestro país es uno de los más perjudicados, ya que las últimas estadísticas oficiales indican que afecta a unos 1,5 millones de ciudadanos argentinos, es decir, alcanza hasta el 4 % de la población. Hay 19 jurisdicciones con presencia histórica del vector: Catamarca, Córdoba, La Rioja, Chaco, Formosa, Mendoza, Salta, Santiago del Estero, San Juan, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Misiones, Neuquén, Río Negro, San Luis, Santa Fe y Tucumán. Como la enfermedad es zoonótica, su reducción está en gran manera condicionada por la eliminación y control del insecto. En esta línea, Mundo Sano implementa desde 1993 diversos programas de prevención, investigación, diagnóstico, tratamiento, formación profesional y otras acciones de sensibilización. No solo de chagas, sino también de dengue, zika y leishmaniasis, del grupo de las desatendidas. Su meta es alcanzar índices de infestación intradomiciliaria (presencia de vinchucas en las viviendas) inferiores al 5 %, en líneas con directivas nacionales.
Para lograr ese objetivo, la prevención, el diagnóstico temprano, el acompañamiento y la concientización son ejes clave de su trabajo, y transversales a sus diferentes iniciativas. Una de ellas es Construir Salud con la Comunidad, que desde 2005 se lleva adelante en parajes rurales cercanos a Añatuya, Santiago del Estero. Son tres las etapas del trabajo en esta localidad. En principio, se visitan las viviendas periódicamente para buscar vinchucas, tanto en el interior como en el exterior con ayuda de los residentes. Luego, se mejoran las estructuras de las casas, así como de sus alrededores y los corrales para reducir el riesgo de colonización del insecto. Finalmente, un médico y una enfermera hacen testeos para los cuales se toman muestras de sangre de todos los vecinos, se analizan y entregan los resultados. A quienes dan positivo de chagas se los acompaña para complementar los resultados con otros estudios (electrocardiograma, radiografía y análisis de sangre) y se les facilita el tratamiento.
Según comunica la organización, desde que comenzaron este trabajo lograron intervenir en 15 parajes rurales beneficiando a 1.822 personas de manera directa y otras tantas indirectamente, por ejemplo, futuros habitantes de las casas mejoradas y mujeres en edad fértil que podrían transmitir chagas a sus hijos en embarazos posteriores. Además, mejoraron 495 viviendas, construyeron 400 aljibes y letrinas, y realizaron más de 300 capacitaciones.
Sin embargo, “se estima que todavía hay alrededor de 1.600.000 personas viviendo con la infección en la Argentina y todos los años nacen entre 1.000 y 1.500 niños con la infección de forma congénita”, señala Favio Crudo, médico especialista en infectología y clínica médica que trabaja en el área médica de Mundo Sano desde el 2013. “Creemos que una forma de combatirlo es incorporando la expertise de la medicina familiar y general, para que las personas tengan una atención integral sin necesidad de concurrir a grandes centros urbanos u hospitales especializados”, agrega.
Lo que sucede con el chagas, al igual que con otras enfermedades desatendidas, “es que no es atractiva desde el punto de vista comercial como para que las empresas se involucren con un fin de lucro”, asegura Abril. Y enfatiza: “Honestamente, no es un negocio”. Por eso, de acuerdo a cómo se definen en su página web, su trabajo se basa en “hacer visible lo invisible”.
Desatendida
La enfermedad de Chagas fue descubierta y descrita en 1909 por el médico Carlos Ribeiro Justiniano Das Chagas, que se desempeñaba en el Instituto Bacteriológico de Manguinhos (hoy Instituto Oswaldo Cruz) de Río de Janeiro, Brasil. El sanitarista se dio cuenta de la existencia de un insecto que pululaba en las chozas de barro y paja de la zona y, al analizarlos, encontró en su interior un parásito. Luego decidió remitirle algunos ejemplares al médico Oswaldo Cruz, que confirmó que era el causante de una enfermedad infecciosa: pudo aislar el germen, lo asoció con las lesiones y vio cómo se reproducía en animales. En efecto, Chagas llamó al microorganismo Trypanosoma cruzi, en homenaje a Cruz, narra el Instituto Nacional de Parasitología.
Las paredes de adobe, los pisos de tierra, los techos de paja, los corrales o depósitos de leña cerca de las viviendas son los refugios típicos para las vinchucas, chinches, la colorada o la ponzoñosa, entre otros nombres que recibe el ejemplar. “Desde el punto de vista de la atención sanitaria, en muchos lugares la presencia del vector está socializada. Es decir, está tomada casi como normal porque las personas están habituadas en las viviendas y ranchos. La costumbre hace que no se lo tome como un problema prioritario”, explica Crudo.
Aunque no siempre ocasiona síntomas y solo 3 de cada 10 personas que tienen la infección desarrollan la enfermedad en un plazo de 20 años, esta cifra es altísima considerando el número de las poblaciones en riesgo, señalan especialistas. Inmediatamente después de contraer la infección por vía vectorial, puede presentarse con una lesión cutánea o una hinchazón amoratada de un párpado, fiebre, dolor de cabeza, agrandamiento de ganglios linfáticos, palidez, dolores musculares, dificultad para respirar, hinchazón y dolor abdominal o torácico, enumera la Organización Mundial de la Salud (OMS). Posteriormente, ya en la fase crónica, hasta el 30 % de los pacientes tendrán alteraciones cardíacas y el 10 % alteraciones digestivas, neurológicas o combinadas, informa la OPS.
Sumado a que es una enfermedad desatendida, otra de las grandes dificultades del chagas es que quienes van a desarrollar cardiopatía o problemas digestivos pasan mucho tiempo sin síntomas, indica Crudo. Y sobre esto, Abril profundiza: “Desde que se contrae hasta que aparecen los síntomas, pueden pasar 20 años. Por eso, tenemos que visibilizarla para que la gente que haya estado en riesgo (por contexto o por historia familiar) solicite el diagnóstico y tenga el tratamiento si lo necesita. Porque si no se hace el tratamiento a tiempo y comienza a estar afectado el corazón, en el mejor de los casos se podrá detener la progresión hacia estados más graves, pero el daño no se revierte. Aparte hablamos de personas que en general tienen un contexto social y económico muy poco favorable, que en el día a día su preocupación es resolver el sustento diario o un problema de salud urgente. Por eso, el trabajo que debemos hacer es el de concientizar a las personas y a los equipos de salud”.
Cuando el proceso de diagnóstico y tratamiento ocurre en tiempo y forma, en los recién nacidos la eficacia terapéutica es casi del 100 %. Sin embargo, otro de los obstáculos del chagas es que cuando se diagnostica en adultos, aparecen algunos efectos secundarios por la medicación, “que no son graves, pero son lo suficientemente molestos para que la gente abandone el tratamiento, por ejemplo: rash cutáneos, molestias digestivas o dolor de cabeza”, indica Abril.
La forma más conocida de transmisión del chagas es la vectorial: los insectos se ocultan durante el día y entran en actividad por la noche para alimentarse de la sangre de mamíferos, entre ellos los humanos; luego pican en zonas expuestas de la piel y defecan/orinan cerca de la picadura; los parásitos penetran en el organismo cuando la persona se rasca o frota la zona. No obstante, existen otras formas de transmisión del Trypanosoma cruzi no vectoriales que han ganado protagonismo cuando aquella principal vía se fue controlando en el país: la congénita (se transmite al bebé durante el embarazo), transfusional (por una transfusión de sangre donada por una persona con chagas) o a través de un transplante de un órgano donado por una persona con chagas, aunque estas dos últimas vías son muy poco frecuentes en nuestro país.
Por un mundo sano
La Fundación Mundo Sano fue creada en 1993 por el médico Roberto Gold y cuenta con el apoyo de varias empresas y organismos, pero fundamentalmente es sostenida por el Grupo Insud. Desde sus inicios, “la misión estuvo orientada y dirigida a reducir el impacto de las enfermedades tropicales desatendidas”, asevera Abril. En este camino, desde 2012 comenzaron la producción de benznidazol, que es una de las dos drogas existentes en el mundo para tratar la enfermedad de chagas. “En 2011 hubo una interrupción mundial en la fabricación del fármaco y tomamos el compromiso de producirlo acá en la Argentina. De hecho, se sigue haciendo y somos el país que garantiza su disponibilidad para todo el mundo”, asevera Abril, que es biólogo de profesión.
Aunque cuentan con voluntarios, el trabajo de Mundo Sano se centra en acciones más técnicas para las cuales se requiere de la intervención de profesionales. De hecho, además de llevar adelante los diversos programas, realizan publicaciones en revistas científicas “para que el beneficio no quede reducido al lugar donde se trabajó sino que se pueda tomar esa experiencia y ese conocimiento para replicarlo en cualquier lugar donde se compartan los mismos problemas”, describe Abril.
Sumado al Programa Construir Salud con la Comunidad, la fundación es Unidad Técnica de la Iniciativa Iberoamericana “Ningún bebé nace con chagas”, una propuesta de los Gobiernos de Argentina y Brasil que también cuenta con el apoyo de la OMS, la OPS, el Instituto Evandro Chagas (Brasil) e ISGlobal, y a la cual adhieren ocho países. También llevan adelante la iniciativa Unidos por la Salud Materno Infantil en el Chaco Americano (en cinco años se controlaron a 2.292 embarazadas, de las cuales 108 fueron diagnosticadas) y lidera una red de equipos de salud llamada “Atendiendo Chagas” en el que participan 335 médicos, trabajadores sociales, enfermeros, veterinarios, biólogos, investigadores y otros profesionales. Además, hacen jornadas de diagnóstico y tratamiento en Santiago del Estero (Colonia Dora); Chaco (Pampa del Indio); Buenos Aires (Almirante Brown) y en la triple frontera (Santa Victoria Este, Argentina; Pozo Hondo y San Agustín, Paraguay). Finalmente, Mundo Sano también tiene sede en España, donde impulsa un programa de diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Chagas en población migrante latinoamericana.
La Organización Mundial de la Salud informa que para controlar la enfermedad es necesario eliminar la transmisión y lograr que la población infectada y enferma tenga acceso temprano a la atención de salud, ya que no hay ninguna vacuna que reemplace este trabajo. Al respecto, Abril advierte que “es razonable proponerse eliminar el chagas como problema de salud pública, ya que es incorrecto hablar de erradicación porque las vinchucas, además de estar en los ranchos, también viven en el monte o en la selva y van a seguir existiendo en ambientes naturales. A su vez, así como las personas nos infectamos con chagas, también hay animales silvestres infectados que funcionan como reservorios, como comadrejas, mulitas, murciélagos. Erradicar no es una alternativa, pero si se hacen las cosas bien podemos eliminarlo como problema de salud pública. Y ese es nuestro objetivo”.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.