La primera vez que Martina Lovigné, de 28 años, practicó el viaje compartido o carpooling fue en febrero del 2018. Una amiga le había contado sobre una aplicación que ofrecía a sus usuarios la posibilidad de ponerse en contacto para compartir viajes, ya sea como conductores o pasajeros.
Martina, que no tenía un auto propio, necesitaba viajar de Rosario a Buenos Aires y la aplicación le permitió comunicarse con un conductor que llevó además a otras dos personas. El costo del viaje, cerca de $ 1200 que incluían la nafta y los peajes, se repartió entre los cuatro. En eso consiste esencialmente el carpooling.
Es una actividad que nació en la década de 1970 en los Estados Unidos con la finalidad de hacer ahorrar dinero a sus usuarios y disminuir el impacto ambiental que generan los automóviles. En los últimos años, los viajes compartidos han ganado terreno en la Argentina, donde existen distintas plataformas, cada una con modalidades de negocio específicos.
Hay algunas que son abiertas al público y cobran una comisión por la coordinación del viaje, como VoyConCarlos.com; y otras no cobran cargos en absoluto. Entre estas últimas se encuentran Jump In, Muvit y a Carpoolear, la aplicación que Martina usó en esa ocasión.
Otras, en cambio, son empresas con fines de lucro que ofrecen carpooling a comunidades cerradas, como empresas o asociaciones. De este lado, tenemos a SincroPool o TenésLugar.com, creada por Mercedes Benz Argentina y que ya ofrece sus servicios a más de diez empresas.
El experimento rosarino
Carpoolear fue pensada en 2009 por STS Rosario, una ONG enfocada en promover el uso de tecnología sustentable en esa ciudad. En ese momento, se creó un grupo de Facebook para que las personas pudiera coordinar y compartir viajes entre Rosario y Buenos Aires. En paralelo, STS inició la búsqueda de financiamiento para desarrollar una aplicación.
En 2012, obtuvieron un importante incentivo económico del programa Ingenia, del gobierno provincial de Santa Fe. Con esos fondos, pudieron lanzar una primera versión de Carpoolear en 2013. De acuerdo a Andrés Bárbaro, actual director provincial de Juventudes de Santa Fe y ex coordinador de Ingenia, Carpoolear cumplía con los criterios de dicho programa.
Bárbaro dice que factores como “la sostenibilidad en el tiempo y la innovación tanto en los procedimientos como en los resultados, Carpoolear los cumplía”. También destacó criterios como “la influencia del impacto a nivel social y cultural de la localidad, aspectos de género y diversidad, y el fomento de la convivencia y construcción de lazos sociales en la comunidad”.
A estos días, Carpoolear ha crecido enormemente. En agosto del 2017, se consolidó como una app independiente de Facebook que funciona con un sistema de calificación de usuarios. Además, amplió la cantidad de destinos a todo el país e incluso a ciudades de países como Uruguay, Chile y Brasil. De acuerdo a sus estadísticas más recientes, la aplicación ha concretado más de 54 mil viajes y, hasta el momento, suma más de 140 mil usuarios.
Los viajes más comunes, según las mismas cifras, son los que se dan entre Capital Federal y Rosario. De acuerdo a cálculos de algunos usuarios, el costo del combustible y los peajes de dicho trayecto varía entre $ 1.300 y $ 2.000 pesos, dependiendo del tipo del auto.
Si en un vehículo viajan el conductor y tres personas más, el precio del viaje se divide y disminuye significativamente. Hoy en día, el precio de un pasaje para trasladarse de una ciudad a otra circula entre $ 400 y $ 750, según el sitio web Plataforma10.
El problema de lucrar
Un problema común que enfrenta el carpooling es la comparación que se le hace con servicios ofrecidos por empresas como Uber o Cabify. La diferencia entre ambas modalidades de negocio pasa, principalmente, por la búsqueda de lucrar con el viaje. Mientras que las aplicaciones mencionadas ofrecen una tarifa calculada digitalmente que beneficia a los conductores y a ellas, los viajes compartidos buscan que el conductor no genere una ganancia.
Para Pablo Botta, ingeniero de sistemas y uno de los creadores de Carpoolear, esta diferencia es la que convierte al carpooling en una actividad legal en un país como Argentina. “Si yo llevo a alguien en mi auto y nos pasa algo, el seguro cubre porque yo no estoy cobrando. Si yo hubiera cobrado, la aseguradora no va a cubrir porque mi vehículo no está adecuado a las normas de transporte”, explica.
En el caso de Carpoolear, Botta cuenta que la aplicación actualmente funciona con donativos que hacen sus usuarios. El equipo que da soporte a la aplicación consta de cinco personas, Pablo incluido.