¿Querés saber cómo podés participar de esta campaña del mes?
- Leé las iniciativas y elegí una o varias a las que quieras sumarte.
- Descargá, usá y compartí el calendario del mes con algunas acciones.
- Avisanos qué otros proyectos de comercio justo conocés y creés que podemos incluir en esta campaña.
- Contanos a cuál de las propuestas que te dejamos desde RED/ACCIÓN te sumaste y cómo fue tu experiencia.
- Suscribite a Otra Economía, una newsletter sobre ideas para una economía circular, inclusiva y de triple impacto.
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Al pensar en cómo salir de la crisis socioeconómica que generó el COVID-19, la respuesta más clara es que no podemos seguir como si nada pasara. No se puede pretender retomar la normalidad repitiendo los mismos errores que nos llevaron a la crisis. Necesitamos la puesta en marcha de modelos económicos sostenibles. Y uno de estos modelos es el comercio justo.
Este tipo de comercio opta por productos elaborados de manera respetuosa con sus trabajadores y trabajadoras, priorizando sus derechos, así como con el cuidado del medio ambiente. Este sistema comercial se basa en el diálogo, la transparencia y el respeto.
El comercio es un motor fundamental para la reducción de la pobreza, las desigualdades y para lograr un desarrollo sostenible. Este fenómeno global no consiste en minimizar costos para obtener mayores ganancias sino en garantizar a los artesanos y pequeños productores un precio razonable por lo que hacen. Los productos de comercio justo tienen que cumplir varios principios: condiciones laborales y salarios dignas, rechazo a la explotación laboral infantil, igualdad de género, y respeto al medioambiente a través de prácticas respetuosas con el entorno.
Por eso, este mes, la campaña que proponemos desde RED/ACCIÓN te invita a que reflexiones sobre tus compras; elijas consumir en aquellas propuestas que se involucren en garantizar los derechos de sus trabajadores y cuiden el ambiente en el que producen; y difundas esas iniciativas en tus círculos sociales, para que crezcan cada vez más. Cada acción suma.
Antes de empezar con las iniciativas, te compartimos un calendario de mayo que te acerca propuestas para involucrarte con un comercio justo.
Vínculo directo con artesanos
Arte y Esperanza es una organización precursora en el vínculo directo con los artesanos. Desde 1986 esta organización compra y vende artesanías hechas por comunidades de pueblos originarios y las comercializa mediante una tienda online y en dos locales (uno en San Isidro, provincia de Buenos Aires, y otro en el barrio porteño de San Telmo). Trabajan con 500 artesanos de pueblos Qom, Wichí, Pilagá, Kolla, Mapuche, Guaraní, Diaguita y Chané, a quienes les compran sus productos a un precio justo y pagando por adelantado. Así, acompañan el desarrollo y el fortalecimiento cultural.
Daniela Peña, referente de Arte y Esperanza 👇🏼
“Las artesanías y sus diseños constituyen una forma de transmisión cultural de cada pueblo, de su forma de trabajar y de su historia. No solo de esto dependen las diferencias en las artesanías, sino también de las materias primas que brinda el ambiente natural en el que habitan”, afirman. Además de la compra y venta de artesanías, para que las comunidades ganen presencia en el mercado nacional e internacional, Arte y Esperanza organiza talleres de capacitación junto a los productores indígenas y criollos.
Una comunidad rural que produce miel orgánica
Coopsol es una cooperativa de trabajo que produce miel orgánica y tiene su sede en Santiago del Estero. Los miembros son familias campesinas y pequeños productores que en su mayoría viven en zonas de monte nativo en la ecoregión del Gran Chaco Americano. Además de cuidar del medio ambiente en el que viven, creen en principios cómo la participación activa de los socios en los procesos decisionales y la repartición justa de los beneficios. Su sueño es consolidar la producción apícola orgánica en la estructura productiva campesina, a través de su principal producto, la miel orgánica, multi y monoflora.
La cooperativa se conformó en 1992 y está integrada por 14 socios. Hoy cuenta con 1.300 colmenas bajo certificación bio y desde hace diez años destina su miel a mercados del Comercio Justo.
Moda sustentable creada por comunidades andinas
Animaná es una empresa B que está cambiando el sistema en la industria de la moda mediante el impulso de una cadena de valor ética y sostenible. Produce líneas de indumentaria, accesorios y decoración realizadas con fibras naturales de lujo y diseño contemporáneo, con un modelo de negocios que une a distintos actores a lo largo de toda la cadena productiva y de suministro: comunidades indígenas, pequeñas y medianas empresas locales y diseñadores.
Todos sus productos son elaborados por comunidades andinas utilizando técnicas tradicionales que han sido transmitidas por generaciones y fibras naturales de animales exóticos como los camélidos sudamericanos: llama, guanaco, alpaca y vicuña, así como algodón orgánico nativo y lana merino.
A través de centros de artes y oficios, instituciones de formación de centros de arte y artesanías locales, Animaná capacita a las comunidades locales a transformar sus productos artesanales con el fin de satisfacer las demandas de la alta moda. Los productos se venden localmente, así como en mercados internacionales.
Adriana Marina, fundadora de Animaná 👇🏼
Un mercado más justo
"Más cerca es más justo" busca ser una alternativa de comercialización para democratizar la economía acercando consumidores a pequeños productores locales. Su objetivo es forjar una cadena muy corta: productor-consumidor, sin intermediarios, sin explotación para el que produce y sin abusos para el que compra.
La iniciativa genera el vínculo con las familias productoras hortícolas del Gran La Plata, con trabajadores textiles; con familias riojanas que históricamente se dedican a producir aceitunas y aceites; con pequeños tamberos bonaerenses que proveen quesos de primera calidad, con productores cooperativos de miel y dulce de leche.
“Lentamente hemos ido entregando nuestras necesidades básicas a empresas que sólo tienen como objetivo ganar dinero. Los alimentos, la ropa, la recolección de residuos, la generación de electricidad se han convertido en grandes negocios donde los ciudadanos no tenemos influencia alguna. Grandes empresas concentradas definen los precios, determinan qué consumimos haciéndonos creer que estamos eligiendo, industrializan los alimentos sin importar el impacto nutricional que puedan tener los procesos y lo químicos que utilizan, y lo que es peor, van destruyendo lentamente la infinidad de pequeños productores que no encuentran manera de comercializar sus productos”, dicen desde esta organización.
Un espacio para hacer compras responsables
Sabe la Tierra es un ejemplo de consumo responsable que se sostiene desde hace más de una década y demuestra que otra forma de consumo es posibe. Cuenta con 10 mercados semanales, incluye laboralmente a 1.200 personas y llega a 25.000 consumidores.
La propuesta se basa en ofrecer un espacio donde se puede comprar directamente de manos de los productores en condiciones social y ambientalmente éticas. De esta forma, los productores obtienen un pago justo por su trabajo, los consumidores realizan compras responsables y la comunidad gana generando conciencia acerca de los beneficios de consumir en forma local y natural, respetando los derechos sociales y preservando el medio ambiente.
Angie Ferrazzini, alma mater de Sabe la Tierra 👇🏼
En este último mes, se retomaron las actividades en los barrios de Belgrano, Palermo, y Balvanera. El COVID-19 los había puesto en pausa. “En tiempos de pandemia, la posibilidad de comprar en los barrios de cercanía alimentos saludables para cuidar nuestra salud y directo de pequeños productores locales, no tiene precio”, destacan.
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