Para muchas personas con discapacidad, los viajes de turismo, que debieran ser sinónimos de placer, se convierten en un sinfín de averiguaciones: si el transporte, el alojamiento o los servicios del destino elegido para vacacionar son accesibles. E, incluso, pese a contactar con anticipación a cada uno de los prestadores, luego se encuentran con que los lugares no están preparados para un viajero con su discapacidad particular.
“Un servicio turístico puede ser accesible en la medida de que atienda las necesidades específicas de cada persona. Por ejemplo, un restaurante que tenga rampas y baños adaptados es accesible para personas usuarias en silla de ruedas, pero si no cuenta con menús adaptados para personas diabéticas o celíacas deja de ser accesible para esta población”, explica Roby Ullmann, responsable de Viajá Sin Barreras, la división de turismo accesible de la agencia de viajes Soles Viajes.
“Hay pasajeros que viajaron y se encontraron con sorpresas desagradables y hasta insalvables, obstáculos que les impedían disfrutar una vez que ya estaban en el lugar”, agrega Ullmann, uno de los fundadores de la Asociación Argentina para un Turismo Accesible (AAPTA), un grupo de profesionales que se unieron para intercambiar información y promover que esta actividad recreativa sea para todos.
Ullmann se explaya: “Una vez visité un hotel que decía que estaba muy adaptado para personas con discapacidad motriz. Realicé un relevamiento del hotel y todas las áreas estaban muy bien adaptadas: mostrador de check-in, desayunador, acceso a la piscina, botonera en los ascensores, habitación amplia y cómoda… ¡pero el baño tenía bañera! Entonces ese hotel no era accesible para muchas personas”.
En esa línea, Ullmann considera que “no hay un servicio que sea accesible para todas las personas”, ya que en general lo son parcialmente o para ciertas discapacidades. “Por eso, nuestro trabajo es conocer con el mayor nivel de detalle posible la oferta turística y, a la vez, conocer muy bien las necesidades específicas de la persona con discapacidad”, explica.
Eso es lo que hacen en Viajá sin Barreras, una división de turismo accesible que nació hace 5 años, a lo largo de los cuales han ofrecido más de 85 viajes accesibles, el 90 % de ellos a destinos nacionales (principalmente a Iguazú, Ushuaia, El Calafate y San Martín de Los Andes), aunque también han armado viajes accesibles a otros puntos de América, Caribe, Europa y hasta Israel. Vale aclarar que durante este quinquenio, la actividad turística estuvo paralizada por la pandemia por un año y medio.
En la campaña del mes de julio promovemos iniciativas turísticas inclusivas para que las conozcas y te involucres. Y, por eso, además de contarte cómo trabaja Viajá sin Barreras, te invitamos a hacer un aporte: compartir información que conozcas sobre servicios turísticos adaptados, para que desde la agencia puedan chequearlo y acercarles estas oportunidades a las personas que lo requieran.
¿Conocés alojamientos, excursiones, restaurantes o algún otro servicio turístico accesible?
Hacer match
“Tenemos que saber, por un lado, qué ofrece el destino y, por el otro, comprender qué requiere el pasajero. Ahí buscamos hacer match, como se dice hoy en día. Porque hay destinos con guías para personas ciegas pero sin baños adaptados para quienes tienen movilidad reducida”, sintetiza Ullmann.
Cuando una persona con discapacidad se contacta con Viajá sin Barreras, analizan la información que le brinda el viajero y buscan en su base de datos si cuentan con información sobre servicios accesibles en el destino elegido. Si no la tienen, consultan a una red de agentes de viaje que Ullmann elaboró a lo largo de sus años en el sector. En este trabajo, señala el especialista, es clave generar un vínculo de confianza con los viajeros que requieren servicios accesibles. “Muchas veces se generan cortocircuitos porque un prestador ofrece algo como accesible, con un modelo que tiene en su cabeza de cómo son las personas con discapacidad y qué requieren. Pero esto produce mucha frustración y desconfianza en la persona cuando se encuentra con obstáculos”.
En esta nota de hace unos años contamos sobre el turismo accesible. Y enfatizamos que ofrecer servicios más inclusivos no es solo una cuestión de derechos humanos, sino que puede ser una estrategia comercial para llegar a más clientes.
Según Ullmann, quienes no brindan servicios turísticos accesibles se pierden de atender a una porción muy grande del mercado. “Cuando los proveedores tomen conciencia de que aproximadamente el 3% de la población turística son personas con discapacidad (según datos de la Organización Mundial del Turismo), pero que a la vez por cada una de ellas viajan entre 2 y 3 personas acompañando, van tomar conciencia del volumen de clientes que pierden”.
La campaña del mes cuenta con el apoyo de la Solutions Journalism Network (la Red Mundial de Periodismo de Soluciones).