Campaña del mes: abrigá a un niño que duerme en una escuela rural - RED/ACCIÓN

Campaña del mes: abrigá a un niño que duerme en una escuela rural

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Un grupo de tejedoras confecciona mantas que luego son enviadas a distintos colegios del país en donde los y las estudiantes viven de lunes a viernes, y que no cuentan con la mejor infraestructura para soportar el frío. Con tu ayuda (tejiendo, donando, apadrinando escuelas o difundiendo el proyecto) podés multiplicar estos abrigos.

Campaña del mes: abrigá a un niño que duerme en una escuela rural

Intervención: Julieta de la Cal.

¿Querés saber cómo podés participar de esta campaña del mes?

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  1. Doná cuadraditos tejidos o lana para hacer las mantas.
  2. Apadriná una escuela para asegurarte de que las mantas lleguen a quienes las necesitan.
  3. Invitá a alguien a tejer en grupo, ya que esta actividad también es de gran ayuda para quien la lleva adelante.
  4. Contanos a cuál de las propuestas te sumaste y cómo fue tu experiencia.

Ana María Masabeu empezó a tejer a Fines de los 90 para el proyecto de un colegio religioso, al que asistía una familiar, de enviar mantas a un paraje en Formosa. Luego sumó amigas a la tarea de tejer para otros. El proyecto comenzó a crecer y en el 2007 nació formalmente Abriguemos a un niño.

Este grupo de tejedoras (que hoy sigue el legado de Masabeu, fallecida en 2018) confecciona mantas a partir de cuadraditos que luego envía a diferentes escuelas rurales del país en donde, por la distancia con sus hogares, los estudiantes viven de lunes a viernes. “En muchas de estas escuelas no tienen una buena calefacción como la que tenemos en casa”, explica Silvia García, parte de Abriguemos a un niño. El año pasado entregaron 572 mantas en 11 escuelas de distintas provincias. Vos podés ayudar, especialmente en esta época de mucho frío, a que esta ayuda continúe y se multiplique.

Doná cuadraditos tejidos o lana

Fotos: Abriguemos. Intervención: Julieta de la Cal.

54 cuadraditos de 20 x 20 centímetros. Así está confeccionada cada una de las mantas que las tejedoras de Abriguemos elaboran para que estudiantes de todo el país tengan con qué protegerse del frío. Cada manta mide 1,20 x 1,80 metros.

Una de las formas en que podés colaborar es tejiendo cuadraditos con esta medida y donándolos para que puedan elaborar las mantas. También podés donar lana. Nueva o usada. Del color que quieras. “Nosotras la acomodamos”, dice Silvia, quien cuenta que incluso reciben lana de descarte de las fábricas. Para cada una de las mantas descritas se usan entre 1,5 y 2 kilos de lana.

Y otra alternativa es donar el dinero para comprar la lana que luego se convertirá en mantas para abrigar. Con un aporte de 3.000 pesos se puede elaborar una manta.

“Las escuelas a las que llevamos donaciones se caracterizan por ser escuelas albergue, de camino de herradura, es decir que solo se llega caminando... Esto significa que están en lugares muy alejados de las ciudades y/o pueblos. Por lo tanto, el acceso a abastecerse de indumentaria, útiles escolares, elementos de higiene y otras cuestiones de necesidad, se hace muy complejo”, explica María Pía Matsubara, parte de Padrinos Rurales, una organización que apadrina nueve escuelas en Jujuy y trabaja en conjunto con Abriguemos para proveer mantas en estas escuelas. Son escuelas de la puna o yunga jujeña, en una zona de altura con mucho frío.

Miguel Ángel Heitt, de 67 años, quien junto a su esposa Adriana apadrina tres escuelas entrerrianas y que en sus años de docente apadrinó a ocho, explica: “Cuando nos ven aparecer con las mantas llenas de infinitos colores, se les iluminan las caritas y las abrazan con una inmensa alegría”.

HACÉ TU DONACIÓN PARA ABRIGAR

Apadriná una escuela para darle abrigo

Fotos: Abriguemos. Intervención: Julieta de la Cal.

En la obra de Abriguemos hay un rol clave: el del padrino o madrina. Se trata del nexo entre una escuela y las personas que desean ayudar. Los padrinos o madrinas (muchos de ellos provenientes de organizaciones como Padrinos Rurales y APAER) son quienes perciben la necesidad de una escuela y hacen un relevamiento sobre qué les falta. Tanto en cantidad de mantas como en otros elementos que quizás también se puede hacerles llegar, como alimentos.

Luego de comunicar estas necesidades, hacen gestiones para ver cómo hacer llegar las mantas o donaciones a la escuela en cuestión.

“Ser padrino de una escuela significa acompañar a estudiantes, docentes y familia en el proceso educativo, el crecimiento personal y comunitario y que sientan que estamos junto a ellos simplemente por amor al prójimo. Que sepan que siempre vamos a estar presente y lo valioso que son para nosotros a pesar de la distancia, como al mandarles un mensajito por su cumpleaños”, cuenta Miguel Ángel. “Es una experiencia de amor, única e irrepetible. Como alguien nos dijo una vez, es ser una maderita de un puente colgante solidario que une a los que tienen (no a los que le sobra) con los que necesitan”, sintetiza. Actualmente, junto con su familia viaja 2 veces por año a las escuelas donde, además de llevar donaciones y compartir un par de días con la comunidad educativa, ayudan con trabajo: pintan, revocan o colocan cerámica, por ejemplo.

María Pía, por su parte, dice que el del padrino o madrina “es un rol difícil de explicar, porque nuestra misión no es el asistencialismo, sino el acompañamiento, el seguimiento, el vínculo... el apoyo en su desarrollo escolar, para lograr más y mejores condiciones educativas, lo que, en consecuencia, traerá muchas otras nuevas oportunidades de desarrollo”. Y cuenta que su experiencia ha sido “mágica” por la respuesta que tuvo de estudiantes: “Fueron voces y abrazos que me atraparon para siempre, que me comprometieron a estar y a hacer, a moverme por y para ellos”.

¿Conocés alguna escuela con necesidades? ¿Te gustaría apadrinar alguna?

CONOCÉ MÁS SOBRE CÓMO SER PADRINO O MADRINA

Invitá a alguien a tejer en grupo

Fotos: Abriguemos. Intervención: Julieta de la Cal.

“Tejer tiene un gran valor, no solo para quien recibe el resultado final, sino también para las personas que tejen. Al formar parte de un grupo, se comparte un momento práctico que estimula y cuyos resultados son concretos”, considera Silvia.

Hay unas 50 tejedoras que regularmente se reúnen para compartir esta tarea en los barrios porteños de Belgrano y Congreso. Una forma de ayudar es invitar a alguien que creas que puede hacerle bien tejer en grupo para que participe de la actividad.

“Personalmente me gusta mucho tejer y encontré una manera de darle una finalidad a mi trabajo: básicamente, abrigar a los niños que con gran esfuerzo asisten a escuelas albergues del interior profundo”, cuenta Patricia Goodliffe, una mujer jubilada de 78 años que se reúne una vez por semana en La Casa del Pueblo, en la zona del Congreso de la Nación. “A esta altura de la vida es una importante actividad social que me obliga a salir y poner las neuronas a funcionar”, dice.

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