Si bien el calentamiento del agua parece la consecuencia más evidente del cambio climático en los océanos y sus efectos están ampliamente descriptos en la literatura científica, también existen eventos de enfriamiento extremo —conocidos como surgencias— que se están volviendo más frecuentes. Y están afectando la vida marina de manera significativa, dado que la rapidez con la que la temperatura del agua cae puede resultar en hipotermia y disfunción fisiológica para distintas especies marinas, causando su muerte.
"El cambio climático es realmente complejo. No se trata sólo del calentamiento del planeta, sino que realmente está cambiando la forma en que funcionan nuestros océanos", afirmó Nicolas Lubitz, autor principal del estudio e investigador de la Universidad James Cook en Queensland, Australia, a CNN.
En los últimos años, los océanos del mundo atravesaron un calor sin precedentes, el cual tuvo efectos de diferentes magnitudes en la fauna y vida marina. Algunos de los más conocidos son el deshielo de la Antártida y los cambios de hábitos de algunos animales, como los pingüinos.
Por su parte, las surgencias son el movimiento de aguas profundas hacia la superficie por la interacción de los vientos, las corrientes marinas y la rotación de la Tierra, lo que termina reemplazando el agua cálida por fría. En este contexto, los animales huyen de aguas cada vez más calientes para luego ser asesinados por corrientes cada vez más intensas de agua fría que suben desde las profundidades.
De hecho, Lubitz comenzó a investigar las surgencias tras escuchar informes sobre animales marinos, como tiburones, rayas manta y calamares apareciendo muertos en la costa sureste de Sudáfrica en marzo de 2021. Más de 260 animales marinos de 81 especies diferentes murieron en aquel evento extremo. Gracias a su estudio, publicado en la revista Nature Climate Change, se sabe que esta extinción masiva estuvo asociada a eventos de enfriamiento extremo en la Corriente de Agulhas en el Océano Índico y en la Corriente Este Australiana.
Para llegar a esta conclusión, el equipo rastreó a un tiburón toro (Carcharhinus leucas) que sobrevivió a dicha surgencia y descubrió que había sido atrapado en agua que estaba 10°C por debajo de la temperatura a la que estaba acostumbrada esta especie tropical. El tiburón cambió su comportamiento en un intento de evitar las zonas frías y nadó mucho más cerca de la superficie de lo normal.
Ryan Daly, otro de los autores del artículo, dijo en diálogo con The Guardian: "Fue inquietante ver tantas especies arrastradas muertas. Uno pensaría que se habrían alejado nadando, pero fueron aplastados [por aguas más frías]. No pudieron escapar”.
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