En marzo de este año, el diario Público de España analizó una base de datos que va desde enero de 1987 a diciembre de 2023, con un total de 1.001.621 registros. Allí, se encuestaban a las personas respecto a su autoubicación ideológica (en una escala ideológica que va desde el 1 hasta el 10, siendo el 1 lo más a la izquierda posible y el 10 lo más a la derecha posible), sexo y edad.
Las conclusiones del análisis fueron que existe una brecha ideológica entre los géneros sin precedentes, con una inclinación de los hombres jóvenes hacia la derecha y las mujeres hacia la izquierda. Se consideraron jóvenes aquellos desde los 18 hasta los 24 años.
Más precisamente, los hombres jóvenes son el grupo de población más derechizado de toda la sociedad española, ubicándose en una media de 5.15 en dicha escala ideológica en el año 2023. Este puntaje tuvo un gran salto respecto al año 2019, donde el promedio era de 4.39. Las mujeres, en cambio, se ubicaron en una media de 4.2, lo que las convierte en el grupo con la posición ideológica más progresista de la sociedad española.
Análisis: tres hipótesis
Eva Anduiza, catedrática de Ciencia Política en la Universitat Autònoma de Barcelona, explica que "esta brecha entre la juventud es un problema global. A veces más por derechización de los hombres y a veces más porque las mujeres se desplazan hacia la izquierda, pero está pasando en multitud de países. Y ha coincidido con una polarización de todo lo relacionado con el feminismo, que ha perdido mucha transversalidad".
Silvia Claveria, politóloga y profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, suma la hipótesis de la importancia de la manósfera, que se refiere a un conglomerado de espacios virtuales (como sitios web, blogs y foros) que promueve discursos de masculinidad enfatizada, reconocidamente antifeministas y en muchos casos misóginos. "Estos espacios en la red protagonizados por influencers que promueven antiguos modelos de masculinidad […] tiende a generar postulados de extrema derecha".
Finalmente, los y las investigadoras también apuntan al impacto de la entrada generalizada de las mujeres en el mercado de trabajo. La hipótesis de Claveria es que "conforme las mujeres van entrando al mercado laboral, ven que necesitan políticas sociales para que no recaiga todo el trabajo en ellas". Además, aventura que "un chico de 18 años puede puede sentir que las chicas han podido estudiar de la misma manera que él, incluso sacando mejores notas. Entonces, puede percibir las leyes por la igualdad de las mujeres como un beneficio para ellas en detrimento de los hombres. Es algo que sucede porque aún no son conscientes del patriarcado y de sus consecuencias".
En el resto del mundo
Si bien esta investigación no contaba con datos duros que indiquen el carácter global del fenómeno, existen muchos países que encontraron resultados similares. Alice Evans (doctora en filosofía de London School of Economics and Political Science y experta en este tema) señala que esto es una gran ruptura con el patrón histórico en el que cada generación planteaba sus términos ideológicos. "En países de todos los continentes, se abrió una brecha entre hombres y mujeres jóvenes. Decenas de millones de personas que viven en las mismas ciudades, lugares de trabajo, aulas e incluso hogares ya no coinciden".
En Estados Unidos, según datos de Gallup en febrero de 2024, las mujeres de 18 a 30 años son ahora 30 puntos porcentuales más liberales que sus coetáneos masculinos (en un contexto político en el que "liberal" es la posición de izquierda, y "conservador" se refiere a la derecha). Este gran salto se produjo en tan solo seis años, después de un período de décadas en la que los sexos se repartían a partes iguales entre liberales y conservadores. Respecto al análisis, se alude a fenómenos que fueron bastante transversales en el feminismo a nivel global, como el debate sobre el aborto legal o el movimiento #MeToo, en el que las mujeres alzaban la voz y acusaban de las injusticias sufridas.
Según datos de Financial Times, "Alemania también muestra ahora una brecha de 30 puntos entre hombres jóvenes cada vez más conservadores y mujeres progresistas contemporáneas, y en el Reino Unido la brecha es de 25 puntos. En Polonia, el año pasado, casi la mitad de los hombres de entre 18 y 21 años apoyaron al partido de extrema derecha Confederación, frente a sólo una sexta parte de las jóvenes de la misma edad". Incluso se menciona que esta brecha se mantiene constante en China, Corea del Sur y Túnez.
¿Cómo es el caso en Argentina?
Para indagar sobre esta tendencia a nivel local, hablamos con Ana Miranda, doctora en Ciencias Sociales de la FLACSO e investigadora del CONICET. En la actualidad forma parte de la iniciativa Regional Vidas Sitiadas, una red de aprendizaje sobre jóvenes, trabajo y violencia en América Latina coordinada por el International Development Research Centre (IDRC Canada).
— ¿Cómo se relaciona en este aspecto Argentina con el resto del mundo?
— A nivel global, se ha analizado como lo que es el fenómeno del backlash, que es la vuelta atrás sobre figuras patriarcales, regresar al patriarcalismo, y a figuras más conservadoras. Este debate se dio en el mundo en simultáneo al crecimiento de las derechas. En el caso de Argentina, todavía queda por verse si se trata de un fenómeno incipiente o si está más relacionado a aspectos económicos que, en todo caso, se mezclan con los discursos que está teniendo el Gobierno de turno.
— ¿A qué se asemeja más entre esas dos posibilidades, desde tu perspectiva?
— En el caso de Argentina, yo lo veo más como algo vinculado al tema de la falta de creación de empleo y los problemas económicos que a la apelación concreta de medidas que vuelvan hacia atrás con políticas antifeministas, como criminalización del aborto y otros puntos que se reiteran tanto en La Libertad Avanza como en Vox, en España, y en otros partidos ultraconservadores europeos.
Sin embargo, lo matizaría agregando que también hay un fenómeno de redes donde efectivamente sí hay algo de las nuevas derechas. Estos grupos tienen mucha habilidad en el uso de canales digitales en comparación a grupos de la política más tradicional. Hoy mismo, un colega me comentaba que queda por verse de qué manera se puede usar esa herramienta para grupos de otro signo político. Quizás hoy día, los movimientos sociales progresistas se deben el debate sobre qué tipo de comunicación quieren impulsar y cómo volver a tener un vínculo más afianzado con las audiencias o con sus seguidores.
— ¿Se puede vincular con el surgimiento y triunfo electoral de LLA?
— En general se habla de brecha ideológica porque hubo un comportamiento electoral en donde se identificó que los votos en la contienda presidencial argentina hacia Milei tuvieron mucha fuerza entre jóvenes varones, y no tanta fuerza entre las mujeres. Si uno ve aspectos que hacen a las primeras manifestaciones de La Libertad Avanza, se notaba una fuerte presencia joven y masculina. Desde las investigaciones en ciencias sociales, lo que detectamos es que hay una fuerte apelación a esa población y, en algún punto, un voto castigo a ciertas corrientes que estuvieron en el oficialismo (sobre todo durante el periodo de la pandemia) por problemas relacionados con el acceso al empleo de la población joven masculina.
— ¿Qué significa esto?
— Mirando la evolución del mercado de trabajo durante la pandemia, se ve primero una caída muy fuerte del empleo y luego una evolución del empleo quizás un poco más favorable para las mujeres en comparación con los varones. No es que las mujeres estemos mejor en el mercado de trabajo, sino que hay una fuerte pérdida entre los varones en el acceso a las ocupaciones, sobre todo en el acceso a las ocupaciones de calidad o que brindan cierta estabilidad.
Al mismo tiempo (a pesar de que tuvimos fuertes manifestaciones feministas) vemos que hay una estructura de la división sexual del trabajo que apela a los varones pidiendo provisión económica que se ha mantenido en el tiempo. Incluso aunque se observen nuevas tendencias sobre la división del trabajo entre varones y mujeres de la clase media, sabemos que esta demanda no ha caído a niveles generales. Esta combinación entre menor acceso al empleo y demandas continuas de ser el hombre proveedor, genera una situación de mucho apego a algunos de los discursos de estas nuevas derechas. No solamente en la Argentina, sino en varios países del mundo.