Antes de que llegue el virus
Semanas antes de que el coronavirus llegara a nuestro país, la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) junto con la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) emitieron un comunicado en el que desaconsejaban el uso de barbijo para la prevención del COVID-19.
Y explicaban los motivos: “Los virus respiratorios, incluyendo el 2019-nCoV, no se encuentran suspendidos en el aire. Es necesario que una persona infectada lo elimine a través de sus secreciones y solo estarán expuestos quienes se encuentren a corta distancia. El principal motivo por el que se desaconseja el uso del barbijo es que es un sistema de barrera que va a evitar un contagio cuando existe una enfermedad respiratoria transmisible. En nuestro país no hay ningún caso, por ende, estamos malgastando recursos que no previenen nada”, dijo en aquel momento Ricardo Teijeiro, médico infectólogo miembro de la Sociedad Argentina de Infectología.
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Entonces solo recomendaban la higiene de manos y toser o estornudar sobre el pliegue del codo como método de prevención y el uso de barbijo en personas con síntomas respiratorios, como tos, fiebre, dolor de garganta, o que hubieran regresado de China o estado en contacto con personas enfermas o que hubieran viajado al gigante asiático.
Pero muy lejos quedaron aquellos días en los que el virus era un problema de países lejanos y nosotros, en el fin del mundo, nos sentíamos a salvo. Desde el mes de marzo, cuando se conoció el primer caso de coronavirus en la Argentina y comenzamos a ver cómo la epidemia se transformaba en pandemia reproduciéndose como una plaga imparable que enfermaba a millones de personas de todo el globo, el asunto se puso serio.
Y las medidas de prevención comenzaron a ser el eje alrededor del que giran las vidas de los ciudadanos y ciudadanas.
Incorporamos el lavado exhaustivo de manos, nos alejamos de nuestros seres queridos, nos confinamos en nuestras casas y sumamos largas rutinas de desinfección al volver cuando salir es inevitable. Pero qué conducta acatar con respecto a barbijo sigue siendo un terreno repleto de dudas y confusión.
A un mes de tener el virus en la Argentina
Pasaron apenas más de 30 días de la aparición del primer caso de una persona infectada en nuestro país, 20 de cuarentena obligatoria, y la situación cambió.
Hace unas pocas horas el sitio web del Ministerio de Salud de la Nación complementó el mensaje: de aconsejar el uso de barbijos solo para quienes tengan síntomas de infecciones respiratorias y para el personal de salud que atiende a esas personas, ahora agrega la recomendación de usar barbijos caseros entre "quienes concurran a lugares públicos donde otras medidas de distanciamiento social sean difíciles de mantener, como supermercados, farmacias, bancos, transporte público, etcétera".
Pero habla de barbijos caseros, "dado que la disponibilidad de barbijos quirúrgicos es limitada". Y en parelalo difunde un instructivo de cómo confeccionar un barbijo casero. Sin embargo, el uso de barbijo, casero o quirúrgico está lejos (al menos por ahora) de ser obligatorio por disposición nacional.
El Ministerio de Salud, en tanto, le dedicó una explicación a los constantes cambios de recomendaciones: "¿Por qué ahora recomiendan considerar el uso de barbijo casero y antes no?", pregunta en el sitio y responde: "En una epidemia la información y la evidencia científica disponible cambia rápidamente. Modificar las recomendaciones va en línea con nueva información disponible y a adaptarnos rápidamente al cambio de la situación epidemiológica".
Sin embargo, esta semana cinco provincias declararon la obligatoriedad del uso de barbijos para todos y todas las que salgan a la calle. Pasa en La Rioja, Misiones, Jujuy, Santiago del Estero y Salta. También el municipio bonaerense de Zárate imitó la iniciativa que encabezó Catamarca, la primera en instaurar su uso obligatorio el 27 de marzo. En algunos lugares, como Santiago del Estero, Jujuy y La Rioja, se anunciaron multas y sanciones para quienes incumplan la norma.
Ante estas acciones, el ministro de Salud, Ginés González García, volvió a sostener frente a la prensa que el uso de barbijos "no es necesario para todos”, que "depende mucho de cada caso y hay que asegurar el barbijo para quien tiene que usarlo". Pero también agregó que “el que no lo necesita y lo usa igual, bienvenido sea".
Y de nuevo más dudas y confusión.
En esta dirección, pero un poco más exhortante, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, recomendó a los ciudadanos y ciudadanas que, si deben salir, lo hagan con la boca tapada, pero con "dispositivos de fabricación casera", así los barbijos quirúrgicos y profesionales quedan disponibles para el personal de salud y los hospitales. Y en este último punto todos coinciden.
Fernán Quiros, su ministro de Salud, lo respaldó y señaló: “Está claramente demostrado que el barbijo protege al resto de las personas no al que lo porta sino al resto con que esa persona se vincula”. También dijo que "la mayoría de los tapaboca disminuye un 70% la capacidad de una persona de contagiar", punto en el que científicos y especialistas difieren entre sí.
El ministro de Salud Pública de Corrientes, Ricardo Cardozo, declaró, en esta dirección, que en su provincia “todo el mundo puede usar mascarilla de confección social para que los barbijos sean utilizadas en forma obligatoria por las personas enfermas y quienes las atienden".
El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se sumó y sugirió la utilización de pañuelos, bufandas y cualquier elemento que cubra nariz y boca para reemplazar los barbijos, aunque no hay certezas de que cualquier tipo de tela o dispositivo actúe de barrera protectora contra el virus.
Eso fue lo que señalaron las autoridades sanitarias de Chaco, quienes desconsejaron la utilización de este tipo de protección: “Lo que observamos en la calle es gente que circula con cualquier tipo de barbijo, de tela, de plástico, y eso tampoco está recomendado porque lo único que hace es ponerse un equipo de protección que no protege”.
Más al sur, la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, sostuvo que están “trabajando con Nación solicitando el cambio de perspectiva con respecto al uso de barbijo", y que en su provincia “están considerando la necesidad del uso obligatorio".
A cuatro meses de tener el virus en el mundo
Argentina no es el único país que está cambiando sus recomendaciones con respecto al uso de barbijos y tapabocas como método de protección.
Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue sosteniendo que deben llevar mascarilla sólo quienes presentan síntomas respiratorios característicos de la COVID-19 o cuidan de una persona que pueda haber contraído esta enfermedad, los argumentos a favor crecen en diferentes partes del mundo pero también aparecen algunos en contra.
Como la Argentina y la mayoría de países de América y Europa, Estados Unidos seguía la línea de la OMS, aconsejando un uso restrictivo de los barbijos: "Enserio, dejen de comprar barbijos. No son efectivos para evitar que el público en general contraiga #Coronavirus, pero si los proveedores de atención médica que atienden a pacientes enfermos no pueden conseguirlos, ¡los pone a ellos y a nuestras comunidades en riesgo!", tuiteó el titular de Salud Pública, Jerome Adams al comienzo.
Mientras los países asiáticos recomendaban extenderlo a toda la población: el director general del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades en China (CCDC), George Gao, sostuvo que los países occidentales cometían “un gran error” al no indicar que todos llevasen barbijos, además de lavarse las manos y mantener la distancia social.
Con el aumento de casos, Estados Unidos, convertido hoy en el epicentro de la pandemia, cambió su postura. Algunos municipios del país del norte publicaron guías para el uso de máscaras cuando se sale a hacer compras o visitas médicas: “Las protecciones faciales no tienen que ser de nivel hospitalario, sino que deben cubrir la nariz y la boca. Por ejemplo, pañuelos, máscaras de tela y polainas de cuello son aceptables. Se pueden lavar y volver a usar", dicen.
También el presidente, Donald Trump, aconsejó en una de sus conferencias de prensa que las personas se cubriera nariz y boca con sus propios atavíos, dada la escasez de los barbijos profesionales: “Se pueden usar bufandas, otras cosas”, sostuvo.
Según la publicación Los Angeles Times, las nuevas recomendaciones se deben a nueva información sobre el coronavirus: “Cuando la situación cambia, el manual cambia”, señaló Cameron Kaiser, funcionario de salud pública. “Vemos que nuestras cifras aumentan más rápidamente de lo que anticipábamos, y eso significa que nuestra estrategia también tiene que cambiar”.
Scott Gottlieb, médico estadounidense y excomisionado de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA), redactó una propuesta sobre cómo volver a la normalidad social y económica en la que los barbijos y tapabocas tienen un rol importante: “Son una capa adicional de protección”, dijo. Y señaló como ejemplos a Corea del Sur y Hong Kong, dos lugares que los usaron —acompañadas de las otras medidas como testeo y aislamiento de casos, cuarentena, aislamiento social y lavado de manos— y consiguieron controlar la epidemia.
Ayer, miércoles 8 de abril, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades emitió un nuevo informe en el que cambia de postura sobre las mascarillas y las recomienda también entre las personas que no tienen síntomas: “Deben ser contempladas como una medida complementaria”
William Schaffner, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, indicó lo que preocupa a la mayoría de los países con respecto al uso extendido de barbijos y pidió que, dada su escasez en hospitales, las personas no salieran a agotar el stock porque podría traer un problema más grave: si los médicos y médicas se quedan sin mascarillas y se contagian no podrán atender a los infectados. “Máscaras caseras, chales, bufandas y cualquier cosa que se pueda hacer en la casa puede ser una buena idea. No está claro que vayan a dar mucha protección, pero sí que cada pequeña barrera ayuda", aclaró.
Con esa motivación, Gottlieb instó al Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades en China (CCDC) a brindar guías para fabricar y usar correctamente barbijos caseros: “Las mascarillas de algodón, hechas de manera adecuada, deberían brindar un grado razonable de protección”, aseguró.
Un trabajo realizado por expertos en salud pública para American Enterprise Institute (AEI) al que Gottlieb contribuyó fue concluyente: “Todos, incluyendo a las personas sin síntomas, deben ser animados a usar máscaras faciales de tela no médicas mientras están en público”.
La recomendación hace sentido si pensamos que el uso de la mascarilla tiene dos funciones: no contagiar y no contagiarse. Ya que, como se sabe, algunas personas pueden tener el virus sin siquiera enterarse y transmitirlo a otras para las que sea letal.
El uso extensivo de mascarillas en países que lograron controlar el brote, como Hong Kong, Mongolia, Corea del Sur, Singapur, China y Taiwán, parece haber sido una medida importante. Otro caso de éxito es la República Checa, que estableció una cuarentena estricta y el uso obligatorio de barbijos en espacios públicos con multas abultadas al que no lo cumpliera.
Según expertos, estas medidas frenaron exitosamente la propagación del coronavirus que se disparó en los países vecinos como Austria y Alemania. De hecho, el primer ministro checo recomendó a Donald Trump a través de Twitter que decretara el uso obligatorio de barbijos.
Los mayores riesgos de la utilización generalizada de los tapabocas señalados por los especialistas y por la OMS son que se genere un desabastecimiento dejando al personal de salud sin este insumo que resulta imprescindible para ellos —motivo por el que se alienta a usar protectores caseros—, y que las personas confíen en que llevarlos los vuelve inmunes y se relajen con el resto de las medidas de prevención como mantener distancia o lavarse las manos.
Es de máxima importancia recordar que el barbijo solo no protege, pero combinado con la higiene de manos y la distancia social podría ayudar a reducir la transmisión del coronavirus.
Entonces, ¿cuáles son los mejores materiales a los que podemos recurrir para reemplazar los barbijos profesionales?
De tela, lavables, pañuelos, bufandas, gorras y sombreros aparecen en el oráculo universal de internet si hacemos una búsqueda de cómo fabricar barbijos y tapabocas caseros. Sin embargo, diferentes científicos e investigadores están estudiando la resistencia y efectividad de diversos materiales. Y grandes medios de comunicación, como The New York Times y El País publicaron instrucciones para confeccionarlos correctamente.
La Universidad de Cambridge, en Reino Unido, realizó un estudio en el que comparó diferentes materiales cotidianos con los que se pueden confeccionar mascarillas. Les arrojaron distintos microorganismos para comprobar su efectividad y concluyeron que “una bolsa de aspiradora impidió el paso del 86%; una toalla de cocina del 73%; una remera de mezcla de algodón del 70%; la funda de una almohada antimicrobial del 68%, el lino del 62%, la funda de almohada común del 57%, la seda del 54%, el algodón 100% del 51% y la bufanda del 49%”.
Si bien ninguno llega a cubrir el mismo porcentaje que una mascarilla quirúrgica, todos dan al menos la mitad de la protección, lo que es mejor que no llevar nada. Cabe recordar que su eficacia también depende del buen calce del barbijo y de la higiene que se le provea. Si son de tela deben lavarse con agua y jabón después de cada uso.
El mismo Ricardo Teijeiro, quien antes de que llegue el virus había desalentado el uso de barbijos, ahora aseguró que los barbijos se pueden armar con cualquier tela porque el objetivo es frenar las microgotas de saliva que se emanan cuando al hablar. "Es para proteger a los demás”, sostuvo.
El doctor Daniel López Rosetti, reconocido médico argentino con mucha presencia en los medios, también difundió su método para fabricar barbijos caseros. El más sencillo lo confecciona con una tela de algodón de 30x60 cm, una servilleta de papel y dos gomitas elásticas. También explica cuál es el la manera en que se debe quitar y cómo lavarlo. Su conclusión es tan simple como crucial y podría acercarse a esa respuesta que buscamos: “Si lo usamos todos cuando salimos de casa, yo te protejo a vos y vos me protegés a mí”.