Ayelén es contadora pública con especialización en Economía Social y Desarrollo local. A lo largo de su carrera colaboró en Proyectos de Impacto e Inclusión a nivel nacional e internacional, actualmente se desempeña como Directora Ejecutiva en En Buenas Manos.
—¿Qué balance hacen, a más de un año, de lo que lograron y lo que no en En Buenas Manos con la pandemia?
—Por un lado, destacamos cosas muy positivas que logramos como organización. En principio sostenernos en pie, que para organizaciones como la nuestra no fue tarea fácil. Y en segunda instancia la reinvención de los servicios. Perdimos casi 200 clientes en los primeros 5 días de la pandemia. Salimos rápidamente a pensar las necesidades de las empresas y qué valor podíamos agregar las personas con discapacidad. Es positivo haber logrado reinventarnos y haber sacado a flote tres servicios nuevos, también estamos actualmente con tres servicios más en puerta, totalmente distintos a lo que teníamos antes. Lo que no logramos fue recuperar el volumen de clientes o ventas que nos ayude a sostener toda la nómina de asociados de En Buenas Manos. Se nos vuelve cuesta arriba a nivel económico. El país y el contexto no colaboran cuando hay que salir a vender servicios o productos.
EN ESTA NOTA CONTAMOS CÓMO SE REINVENTÓ EN BUENAS MANOS
—¿Qué aprendieron en materia de inclusión?
—Creo que tiene mucho que ver con la resiliencia. Era algo que ya conocíamos y la pandemia reafirmó. Creemos que las personas con discapacidad en este contexto quedaron aún más desamparadas en materia laboral que en el contexto previo. Pero a la vez el teletrabajo abrió algunas puertas. Algunas barreras se rompieron, sobre todo las motrices. Y esto permite el acceso a algunos puestos a personas con discapacidad a los que antes, quizás, no hubiesen accedido. Pero aún la inclusión de personas con discapacidad, no solo laboral, sigue siendo una materia pendiente en Argentina. En transporte, gastronomía, cultura. Y una gran deuda fue que al virtualizarse todo, así como permite el acceso a una discapacidad motriz, quita el acceso a la comunidad de personas sordas, por ejemplo.
—¿Por dónde tiene que empezar la inclusión laboral de las personas con discapacidad?
—Creemos que hay distintos inicios. Uno es que se cumpla la ley de cupo para organismos y empresas del Estado del 4% que hoy no se lleva adelante. Por otra parte, en cuanto a lo privado, creemos que se empieza por romper prejuicios y derribar mitos que en general tienen las áreas directivas de las empresas. Claro que, al igual que las personas sin discapacidad, no todos estamos preparados para ocupar ciertos roles. Hay un poco de todo, igual que con las personas sin discapacidad: hay potenciales variados, pero todos pueden sumar en las distintas áreas de las empresas. Hay limitaciones, como en todos los casos. Pero hay que perder el miedo e investigar, asesorarse, conocer sobre el valor que pueden agregar las personas con discapacidad en el ambiente laboral y los distintos puestos de trabajo.
— ¿Cómo puede ayudar una persona cualquiera, sea empleador o empleado, a la inclusión social y laboral de las personas con discapacidad?
—No es necesario modificar sistemas, equipos o infraestructura para que una persona con discapacidad sea parte del equipo. Sí deben tener en cuenta una comunicación clara con la persona. Y lo que en todo trabajo se espera: tareas claras, responsabilidades claras. Y ganas de diversificar los equipos, creemos que eso enriquece muchísimo.