—¿Qué hicieron bien y qué hicieron mal en el gobierno de Cambiemos?
—Un logro que se irá viendo con el tiempo con más claridad es haber demostrado que se podía gobernar de una manera distinta, con otra cultura política y de poder. Para eso nos votaron. En 2015 teníamos un mandato de cambio de estilo de gobierno, más que económico. Igual lo malo fue no haber logrado la situación económica que nos propusimos. Pero ser el primer gobierno no peronista que en cien años termina el gobierno, y lo hace de manera no traumática, y es capaz de representar a una porción muy importante de la sociedad, y mantiene su vocación de poder para volver al gobierno en 2023… Todo eso me parece un logro muy importante.
—Se habla de hacer un acuerdo nacional para salir de la crisis. ¿Cómo ves esa idea?
—Depende del diagnóstico que uno tenga. Una mirada superficial de los problemas de la Argentina hace pensar que eliminando a los extremos, a Cristina y a Mauricio, los moderados se ponen de acuerdo y el país sale adelante. Ahí nadie cede demasiado. Sólo se genera algo de confianza con una señal de moderación, pero no necesariamente con eso basta. Creo que los problemas del país requieren de reformas más profundas para las que todos tienen que ceder algo: los empresarios tienen que animarse a competir, los sindicalistas a modernizarse y enfrentarse a la presión nacionalista o de la izquierda, la clase política a recortar gastos aunque eso los debilite políticamente, etc. Si el diagnóstico es superficial, el acuerdo va a ser conservador, para proteger un orden. Un acuerdo más ambicioso tiene que ser perjudicial, al menos en el corto plazo, para los que lo firman. Si no, no vale la pena.
—¿Qué comunicaron bien y qué comunicaron mal durante el gobierno de Cambiemos?
—Hago también una autocrítica sobre esto. Creo que el trayecto que les propusimos a los argentinos en 2015 era el correcto: la situación es delicada, vamos a hacer ajustes que van a llevar tiempo, pero después todo va ir mejorando. Tené paciencia. Eso funcionó, ganamos las elecciones de 2017, pero se cortó poco después con la batalla por la ley de la movilidad jubilatoria y se agravó con la devaluación de abril y mayo de 2018. La gente dejó de ver la luz al final del túnel en ese momento. Creo también que no trabajamos bien la explicación del gobierno a lo que llamamos el Círculo Rojo. Se hicieron decenas de reuniones, pero nos faltó conectar con ellos. Como equipo, veníamos con una tradición de trabajar en campañas, donde se necesita menos a los intermediarios (como son el Círculo Rojo y el periodismo), pero tardamos en ver que cuando se gobierna se necesita de ellos.
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