A pesar del clima gélido, quienes viven cerca de los polos de la Tierra son realmente privilegiados porque pueden disfrutar del espectáculo de luces que a menudo se ve en el cielo nocturno: las auroras. Dado que se espera que la actividad del Sol incremente en los próximos meses, es probable que haya más tormentas geomagnéticas y que el fenómeno se extienda hacia el ecuador en sitios aparentemente inusuales.
¿Dónde se pueden ver las auroras y cómo?
Cerca del Polo Norte, el fenómeno se llama aurora boreal o northern lights, mientras que las del Polo Sur se llama aurora austral o southern lights. Ambas son físicamente iguales, solo difieren en su ubicación, según explica el sitio Space.
National Geographic aclara que “el hecho de que haya menos asentamientos humanos en el Polo Sur hace que sean más famosas y más fáciles de ver las primeras (boreales), pero este fenómeno se produce por igual en ambos polos”.
Una vez dentro de la zona auroral, para observarlas hay que alejarse lo más posible de la contaminación lumínica de las ciudades y pueblos. En general, se contratan empresas y guías especializados que conocen con detalle el momento y lugar justo.
¿Cómo se originan las auroras?
El Sol no sólo envía calor y luz a la Tierra, vitales para la supervivencia, sino también partículas energizadas. Esta cantidad de energía no es todo el tiempo igual, sino que hay una corriente constante de viento solar y también tormentas solares, explica un portal educativo de la NASA.
Durante un tipo de tormenta solar llamada eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), nuestra estrella huésped arroja una enorme burbuja de gas electrificado que viaja a altas velocidades por el espacio. En algunas ocasiones, las CME pueden viajar en dirección a la Tierra y las partículas terminan desviándose hacia las líneas de campo magnético en los polos norte y sur de nuestro planeta.
En ese instante, interactúan con los gases y generan un increíble espectáculo de luces: el oxígeno emite luz verde y roja, mientras el nitrógeno brilla en azul y púrpura. "Cada tipo de átomo o molécula, ya sea hidrógeno atómico o una molécula como el dióxido de carbono, absorbe e irradia su propio conjunto único de colores, que es análogo a cómo cada ser humano tiene un conjunto único de huellas dactilares", precisó el astrónomo Billy Teets, director del Observatorio Dyer en la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos, a Space.
¿Hay riesgos para la Tierra?
Las eyecciones de masa coronal son comunes y ocurren en promedio dos veces al día durante el período más activo del ciclo solar que dura 11 años, informa la página del National Weather Service estadounidense. Además, la mayoría de ellas no están dirigidas hacia la Tierra.
Cuando nuestro planeta sí aparece en el camino de estas eyecciones, pueden afectar a la red eléctrica. No obstante, la industria y los reguladores anticipan posibles tormentas geomagnéticas para minimizar impactos. Con todo, las tormentas más intensas son extremadamente raras.
En segundo lugar, pueden afectar a las comunicaciones por radio de alta frecuencia, principalmente a aerolíneas y al funcionamiento de satélites. Por último, los astronautas que están en la Estación Espacial Internacional pueden verse perjudicados por la radiación.
¿Por qué podrían aumentar de acá al 2025?
A finales de abril pasado, los residentes del sur de Arizona, el centro de California (Estados Unidos) y el sur de Inglaterra se sorprendieron al ver un cielo con rayas verdes y violetas, relató The New York Times. El fenómeno que usualmente ocurre en los polos de nuestro planeta se acercó más a los cielos del ecuador.
La explicación es que en diciembre de 2019 comenzó el ciclo solar 25, un período de unos 11 años del Sol que, según arrojó el científico espacial Rob Steenburgh, provocará "variaciones en el entorno espacial entre el Sol y la Tierra”.
El experto explicó que se espera que la estrella alcance su punto más activo, conocido como máximo solar, a mediados de 2024. En consecuencia, la actividad de la estrella puede generar auroras más intensas, mientras que los riesgos de impacto para los humanos son significativamente bajos.