“¿Nos reemplazará?”, es una de las preguntas que surgió este año con la expansión de la inteligencia artificial en una escala global. Bill Gates, el exitoso creador del software Microsoft, abordó el tema en su artículo La era de la IA ha comenzado y explicó que en este nuevo “periodo” cambiará la manera en que las personas trabajen, aprendan, viajen, obtengan asistencia médica y se comuniquen con el otro.
En 2023 el fenómeno de la IA alcanzó límites insospechados. Libros producidos por IA comenzaron a copar la lista de bestsellers de Amazon, los actores en Hollywood se pronunciaron y exigieron una regulación pronta por el uso de IA, nuevas máquinas en la medicina con más precisión se introdujeron en la radiología, una misa fue dictada por la inteligencia artificial.
Pero, ¿hasta qué punto la IA puede reemplazar a las personas en tareas en las que están en juego la empatía o la emoción? De acuerdo con un reciente artículo de The Guardian, una startup llamada Inflection AI lanzó en mayo su chatbot Pi cuyo objetivo se reduce a brindar apoyo emocional a las personas a través de consejos y respuestas amigables. Fue entrenado con más de 600 personas, incluyendo profesionales de la salud mental, para dotarlo de características “sensibles y conversacionales".
Earkick es otro chatbot con objetivos similares: promete utilizar el poder de la inteligencia artificial para contribuir al bienestar mental, explica esta nota de Times Magazine. Solo hace falta describir tu problema a unos de estos chatbots y podrá responder con aparente empatía, ofreciendo sugerencia o haciendo preguntas de seguimiento tal como lo haría un psicólogo.
Un estudio del National Library of Medicine, sugirió que este tipo de chatbots tiene el potencial para ofrecer elementos de terapia cognitivo-conductual y otras herramientas de salud mental como para reducir un poco los síntomas de la depresión y el estrés. Sin embargo, todavía no hay evidencia suficiente para hacer una conclusión definitiva.
También, los datos brindados por Earkick indican que las personas que utilizan la aplicación durante unos cinco meses registran una mejora del 34% en el estado de ánimo y una reducción del 32% en la ansiedad. Además, en una encuesta, el 80% de las personas que habían utilizado ChatGPT para obtener asesoramiento sobre salud mental la consideraron una buena alternativa a la terapia habitual.
Pero, ¿pueden los bots realmente llegar a actuar como un ser humano? Según una artículo de Science un estudio dirigido por Hang Juang, informático del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), concluyó que los modelos de lenguajes que entrenan a la inteligencia artificial pueden adquirir diferentes tipos de personalidades con rasgos como introvertido, antagonista, neurótico para luego reproducirlos en una conversación.
La emoción, una cualidad irremplazable
No obstante, Candela Arregui, psicóloga especializada en adolescentes y adultos, explica en diálogo con RED/ACCIÓN que aunque los chatbots pueden ser muy útiles en determinados contextos, es imposible que reemplacen las interacciones humanas. “La tecnología es una manera de simplificar la realidad, pero la humanidad es compleja, intrincada, con un nivel emocional y espiritual, del cual muchas veces nos alejamos”, profundiza.
A su vez, la profesional señala que si bien estas fuentes de acompañamiento pueden reproducir palabras e ideas cargadas y entrenadas por los seres humanos, no pueden tener empatía frente a una persona que sufre, por ejemplo, soledad. “No hay sentimientos por parte del bot. Las respuestas son programadas, no existe la particularidad”, continúa Arregui.
Por su parte, el científico Marcel Binz explica en la revista Science que la IA podría necesitar interactuar físicamente con el mundo para imitar exactamente a los participantes humanos ya que es difícil aprender todos los matices del comportamiento inteligente solo a través de la lectura pasiva. Sin embargo, cree que, en cualquier caso, la IA progresará y llegará a producir un comportamiento indistinguible del humano.
“Hoy en día, el sistema nos empuja a convertirnos cada vez más en máquinas que producen y consumen”, expresa la Arregui. “Pero nos olvidamos que no podemos escapar de nuestra naturaleza y autenticidad”, concluye, en relación a un posible “reemplazo” de los humanos con la inteligencia artificial