Belén Arcucci es politóloga y coordinadora del programa Derechos de las Personas con Discapacidad de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ). Junto con Asociación Azul, ACIJ lleva adelante el concurso Sin Barreras: hasta el 21 de marzo se convoca a presentar distintas piezas artísticas que ayuden a visibilizar la importancia de trabajar por la autonomía de las personas con discapacidad.
—¿Por qué el arte para visibilizar el derecho de las personas con discapacidad para una vida independiente? ¿Cómo surgió la idea?
—El arte siempre fue utilizado como una herramienta de visibilización y denuncia, que sirve para señalar y poner luz sobre aspectos de la realidad que son habitualmente naturalizados o normalizados. También es una canal de expresión muy versátil, que permite que cada voz pueda manifestarse a su manera y en la forma que le sea más accesible. Estos dos elementos hacen que sea una gran herramienta para desarticular prejuicios y para mostrar versiones alternativas de las cosas a las que normalmente miramos desde una perspectiva hegemónica. Y en este caso particular, en donde las barreras que enfrentan las personas con discapacidad tienen que ver con paradigmas profundamente arraigados en el conjunto de la sociedad, las diferentes expresiones culturales y artísticas son herramientas muy potentes. Especialmente cuando son las propias personas con discapacidad quienes las usan y rompen con los estigmas que pesan sobre ellas. Por todo esto surgió la idea, buscando formas nuevas y creativas para promover los derechos y producir un cambio cultural.
—¿Qué esperan que despierten las obras ganadoras en la sociedad? ¿Cómo imaginan su difusión?
—Yendo un paso atrás en tu pregunta, más allá de los resultados y obras ganadoras, en las consultas y comentarios que estamos recibiendo vemos que el propio proceso está despertando cosas muy valiosas, como las ganas de informarse y producir obras en torno a la temática, y también mucho entusiasmo entre personas con o sin discapacidad que ya tienen obras elaboradas y encuentran en el concurso un espacio que las recepta y les da valor. Y una vez que se definan las obras ganadoras, esperamos despertar en primer lugar interés en el tema y mayor conciencia sobre las barreras que enfrentan las personas con discapacidad, y a partir de allí un cambio en la mirada y en las concepciones sobre la discapacidad que se traduzca en acciones. Cuando se definan las obras ganadoras, serán exhibidas en una galería virtual y a través de los canales digitales establecidos por ACIJ y Azul, pero no descartamos más adelante otras formas como un evento presencial si la situación sanitaria lo permite.
—¿Qué es lo más difícil para generar consciencia sobre el tema de vida independiente?
—Lo más difícil es que las barreras más fuertes que enfrentan las personas con discapacidad para vivir de forma independiente, es decir, para ejercer su derecho a decidir y elegir lo que quieren para su vida y participar plenamente en la comunidad con los apoyos necesarios, no son sólo físicas ni provienen únicamente de los déficits de las políticas públicas, sino que tienen que ver con paradigmas culturales que son difíciles de transformar. Visiones que parten de considerar la discapacidad desde el modelo médico rehabilitador, y ven a las personas como personas enfermas y receptoras pasivas de cuidados. Derribar estos enfoques tradicionales, que muchas veces desde las mejores intenciones dejaron un legado de paternalismo, dependencia y estigmatización, es un camino arduo. Entonces la dificultad es que hay que generar cambios en niveles diversos: en las políticas, pero también en las prácticas y en las culturas.
—¿Qué lectura hacen de las obras recibidas hasta ahora?
—Dado que extendimos el plazo hasta el 21 de marzo todavía no podemos hacer una lectura global del contenido de las obras, pero sí vemos que más de la mitad de las personas que se inscribieron se consideran personas con discapacidad, y se están presentando muchísimas piezas muy diversas en la categoría “en primera persona”, que busca reivindicar sus propias voces. Esto nos demuestra que hay mucho talento y mucho interés en contar las propias experiencias para que sirvan como motor de cambio.