Cook Master es una empresa B que desde hace años brinda soluciones gastronómicas a grandes comunidades. Una de ellas es la de personas privadas de su libertad. Y a raíz de llevar comida a distintos penales bonaerenses, la empresa entendió que podía ayudar a que quienes cumplían una condena tuvieran una nueva oportunidad.
“La empresa notó que las personas iban aprendiendo distintos roles en la cocina e incorporaban recetas. El dueño de la compañía pensó que no faltaba casi nada para recibir una capacitación completa que habilitara a las personas a trabajar una vez recuperada su libertad”, cuenta Hernán Pantuso, Jefe de Comunicaciones de Cook Master.
Ese fue el inicio de una escuela de Gastronomía que luego se replicó en las 13 cárceles bonaerenses donde Cook Master tiene presencia. A su vez, la empresa se convirtió en fundadora de la Red Creer, compuesta por 80 organizaciones que promueven la inclusión sociolaboral de personas privadas de su libertad y liberadas.
Quienes participan del programa de capacitación, una vez terminado el curso, reciben diplomas oficiales que los habilitan a trabajar cuando sean liberados. "Como empresa nos comprometemos a tomar parte de ellos y de hecho el 15 % de nuestro staff está integrado por personas liberadas. Además, también lo promovemos en la Red Creer que se contraten a estas personas”, señala Pantuso.
Hoy son 56 las personas que se capacitaron, cumplieron su condena y trabajan en Cook Master. Desde sus inicios en 2017 el programa logró que 195 personas fueran incluidas en el mercado laboral.
A su vez, actualmente hay unos 1.000 internos que se están capacitando en las 13 escuelas de gastronomías distribuidas en distintas unidades del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Las capacitaciones están abiertas para todas las personas, aunque solo se da trabajo a quienes no tuvieron una condena por abuso sexual u homicidios.
Impacto
Dentro de las 195 personas liberadas que están incluidas en el mercado laboral dentro del Programa Creer solo se registró un 3 % de reincidencia (una cifra al menos ocho veces menor que la que arrojan la mayoría de las fuentes estadísticas. Si se toma el total de 3.690 estudiantes que se capacitaron en la escuela de gastronomía del programa Creer (tanto mientras cumplían su condena o luego de ella), solo el 0,001 % son reincidentes. El promedio general de reincidencia es de alrededor del 50 %.
“Nuestro trabajo nos ayudó a entender a los golpes que no es soplar y hacer botella. Con solo darle trabajo a la persona que sale de la cárcel parece mucho, pero no hacés casi nada. La persona sale muchas veces sin nadie que lo acompañe”, señala Pantuso. Lo explica con un ejemplo: “Hemos tenido experiencias de personas que los soltaron a las 10 am en una cárcel en mdio del a nada sin un peso”. Y añade: “El sistema te mete adentro porque no hay una salida ordenada sin oportunidades”.
Además de dar trabajo y capacitaciones, el programa Creer implica un trabajo de contención, de enseñar habilidades blandas. “Para que cuando se enfrenten a la adversidad de, por ejemplo, hacerle caso a un jefe, lleguen con eso mamado”, cuenta Pantuso.
En ese marco, un eslabón del programa son las Casas del Liberado, espacios físicos donde se da contención psicológica, emocional y espiritual a quien sale de la cárcel, además de un lugar transitorio para vivir. Ahí también funcionan escuelas de gastronomía del programa.
Hasta el momento se inauguraron cinco y en cada una de ellas participan aproximadamente 20 personas. Están en Beriso, San Martín, Maquinista Savio y Melchor Romero.
Actualmente, Cook Master solo capacita en el Servicio Penitenciario Bonaerense. Entre 2020 y 2022, en el marco de la pandemia, se realizaron capacitaciones virtuales en cárceles federales de Ezeiza y Marcos Paz y también en una cárcel de Misiones.
“La idea es expandir el modelo hacia otras provincias y países”, adelanta Pantuso.
“Hoy puedo dormir tranquilo”
Lucas Huari tiene 41 años y vive en José C. Paz. “Ya estoy del lado de afuera”, dice para referirse a que ya cumplió su condena en la Unidad 46. Fue ahí donde aprendió a cocinar, lo que lo llevó a ser parte de Cook Master hoy en día.
“Hace algo más de cinco años un chico que también estaba detenido me preguntó si quería trabajar en la cocina de la cárcel. Le dije que no, pero a la semana me insistió, me dijo que era una oportunidad y dije: ‘Voy a probar’”, recuerda. Primero aprendió trabajando, y luego en las capacitaciones del Programa Creer. Dice que aprendió paso a paso: desde las tareas de limpieza en la cocina a trabajar con los alimentos. Y, cuenta, también aprendió valores.
Al mes y medio de salir en libertad lo llamaron de Cook Master. “Le doy mucha importancia a la oportunidad que me brindaron, me cambió la vida totalmente”, enfatiza. Dice que también lo ayudaron para refaccionar su hogar, pintarlo, instalar un termotanque y otros arreglos.
En Cook Master, además, no sufrió discriminación, algo que viven en sus entornos laborales quienes cumplen una condena. “Todo lo contrario: no solo no me discriminaron, sino que me brindaron apoyo psicológico para salir adelante”, dice. Y cierra: “Hoy puedo dormir tranquilo porque tengo una casa y un trabajo digno”.