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¡Buenos días! La organización judía es un faro entre quienes practican la solidaridad en la Argentina y en pocos días celebra un nuevo aniversario. La historia de esta institución comenzó con los primeros migrantes judíos del país y su impacto llega hoy a toda la sociedad.
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Cuando uno piensa en la AMIA le vienen muchas imágenes. Conociéndolos desde hace tiempo, nos remite al abrazo, al afecto, la contención. A la delicadeza y la ternura. Es una mutual que nació hace más de 100 años, en una época de muchas migraciones hacia nuestro país. Se necesitaba un lugar de recepción cálido, afectivo. Algo que la AMIA pudo mantener con el correr del tiempo.
Por supuesto, un capítulo aparte es el homenaje a las víctimas del atentado, que no solo impactó a la AMIA, sino a toda la comunidad argentina. Esa herida aún nos duele y muchas familias siguen sufriendo aún hoy por las ausencias o las heridas. No podemos dejar de mencionar esa catástrofe generada por el terror y que nos dejó una huella para siempre.
AL mismo tiempo, cuando inician sus actividades y llegaban cada vez más personas provenientes de distintos países, la AMIA fue abriendo el panorama de respuestas: aparecían nuevas necesidades y nuevas respuestas.
Pasaron los años y se diversificaron en su manera de abrazar: pensaron cada vez más en los otros, algunos que migraban o quienes eran segunda o tercera generación de migrantes. Todos con alguna necesidad.
Por otro lado, la AMIA es el origen de otras instituciones. Como la Fundación Tzedaká, que significa justicia: un concepto que nos iluminó muchísimo. Porque los medicamentos o platos de comida tienen que estar garantizados por justicia antes que por solidaridad. Es una institución de las más admirables entre los que están cerca de los más postergados.
También nacieron la Federación de Comunidades Judías de la Argentina y el Concejo Central de Educación, instituciones que buscan consolidar en el tiempo las transformaciones que inició la AMIA.
En este siglo de historia podemos destacar que cuando estas personas que migraron se fueron poniendo más grandes, se volvieron admirables en su calidez para tratar a adultos mayores. Y el servicio social fue abriendo otras ventanas: la discapacidad, la infancia, el voluntariado.
Y una oficina de empleo que reluce en momentos de crisis económica.
No tenemos más que aplaudir la maravillosa labor de AMIA. Es un orgullo para los argentinos y argentinas. Su capacidad de mantener su espíritu en el tiempo y dar nuevas respuestas. Todo esto la convierte en un faro para tantas otras instituciones. Pero, de nuevo, más allá de todos, para nosotros AMIA es esfuerzo, compromiso, calidez. Todo lo que se define en un enorme abrazo a la comunidad argentina.
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La AMIA nació el 11 de febrero de 1894, cuando los primeros inmigrantes judíos del país fundaron un cementerio comunitario. Fue la primera acción mediante la cual buscaron, como conjunto, vivir sus tradiciones y cultura milenaria en la nueva tierra que los acogía. Pero con el correr de las décadas (y con la llegada de más y más inmigrantes) se fueron sumando actividades y diversificando las áreas de trabajo. Así, la institución se convirtió en el espacio de articulación y participación de los judíos de la Argentina.
Hoy, AMIA impulsa e implementa proyectos solidarios para acompañar y brindar respuestas en el ámbito de la asistencia alimentaria, de salud, vivienda, ropa, apoyo escolar y socialización.
También se ocupa de la promoción del trabajo, a través del Servicio de Empleo AMIA, una referencia nacional en temas de intermediación laboral, y desarrolla decenas de iniciativas en el campo de la educación, el arte, la cultura, la responsabilidad social empresaria, la inclusión de personas con discapacidad, la promoción de los derechos de las personas mayores y de la infancia.
El departamento AMIA Social cuenta con diferentes programas y servicios, como el Servicio Social que trabaja en dos centros: uno abocado a problemáticas específicas de las familias y otro adaptado a las necesidades particulares de las personas mayores.
Su servicio de voluntariado es otro de los ejemplos de ternura que deja AMIA, con más de un centenar de personas que trabajan en distintas acciones solidarias.
Pan American Energy busca ser un promotor activo en el desarrollo de las comunidades en las que opera. Por ello, lleva a cabo acciones de triple impacto para crear valor económico, social y ambiental a través de la articulación público-privada. Su trabajo en Sustentabilidad se basa en cuatro ejes estratégicos: educación y cultura, salud y deporte, desarrollo local y ambiente. En el último año, con sus más de 100 programas, la compañía alcanzó a más de 300.000 personas.
Conocé más en pan-energy.com/sustentabilidad
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Por otro lado, el reclamo de justicia y preservación de la memoria es uno de los pilares de AMIA. Especialmente luego de aquel fatídico 18 de julio de 1994 del atentado contra la institución. En cada aniversario, AMIA lidera los pedidos de justicia mediante distintas iniciativas. Por ejemplo, estas dos que te contamos en las siguientes notas:
“60 músicos homenajearon a las víctimas del atentado a la AMIA tocando sus canciones favoritas”
“AMIA decidió renacer con más fuerzas y volver a levantarse en ese mismo lugar, como una manera de demostrar que el terrorismo no pudo vencer y que la vida es el valor supremo para honrar en cada una de las acciones”, dice la organización en su sitio oficial.
AMIA es, además, una fuente de referentes y de historias que hemos retratado en RED/ACCIÓN en los últimos años. Te recomiendo estas notas que, aunque tienen un tiempo, nos ayudan a entender el espíritu solidario de la organización.
Los 500 llamados de Oscar, el hombre de 81 años que habla por teléfono con adultos mayores que viven solos. Esta nota cuenta la historia de una persona mayor en pandemia. Pero no de alguien que recibió atención, sino que se dedicó a ayudar, desde el lugar que podía. Él fue uno de los 140 voluntarios que participaron de un programa que AMIA desarrolló en plena cuarentena para fortalecer emocionalmente a personas mayores.
Las personas con discapacidad sufren más por la discriminación y el destrato que reciben que por su discapacidad. Esto fue lo que nos dijo Ana Dorfman, especialista en discapacidad de AMIA. “Creo que muchas personas discriminan porque les falta información”, contaba en esa pequeña entrevista.
Nelly, la abuela tejedora que descubrió el valor de la solidaridad: "No todos saben cuánto pueden dar hasta que se hace un clic y sale afuera". Es conmovedor lo que contaba Nelly en esta charla sobre la tarea de Tejedoras Solidarias.
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Hablamos con Daniel Pomerantz, director ejecutivo de AMIA.
—¿Qué lecciones aprendió la AMIA a lo largo de su historia?
—La AMIA fue creada hace 130 años con el espíritu y la misión de promover la equidad y la inclusión. El primer aprendizaje es la constancia, el tener en claro las convicciones y diseñar las mejores respuestas para los destinatarios de nuestras acciones. En sus comienzos, esos destinatarios fueron integrantes de la comunidad judía que venían a estas tierras buscando un futuro mejor. Con el tiempo, siguieron llegando al país sucesivos contingentes migratorios, la comunidad creció, y las actividades de AMIA aumentaron y se diversificaron. A lo largo de las décadas se han ido incorporando otros colectivos a los cuales la institución sirve, que alcanzan a toda la sociedad argentina.
—¿Qué papel juega AMIA hoy en la comunidad en medio de la crisis que atraviesa la Argentina?
—Organizaciones como la AMIA tienen un rol subsidiario al del Estado. La Constitución y todo el marco legal argentino establecen la responsabilidad que tiene el Estado nacional, y los Estados subnacionales en la atención de su población. Sin embargo, en la comprensión de que la vocación innata del ser humano de asociarse para buscar el bien del otro, el rol de la AMIA es justamente complementar esa acción del Estado y llegar a los hogares que lo necesitan brindando los programas que mejoren sus condiciones de vida.
Por supuesto que, en ese sentido, las iniciativas vinculadas con lo social son preeminentes, y por eso tenemos un conjunto importante de proyectos que atienden a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. La entidad impulsa e implementa programas solidarios en el ámbito del servicio social, la educación, la cultura, la creación de empleo, la responsabilidad social empresaria, la integración de personas con discapacidad, la promoción de los derechos de las personas mayores, de la infancia, etc.
—¿Dónde está puesto hoy el foco de AMIA?
—La adaptación al contexto y a las circunstancias es una de las características que forman parte de la AMIA. No hay organización que pueda tener un recorrido de décadas, e inclusive superar los cien años como es el caso nuestro, sin ese gen que forma parte de nuestra identidad y que nos permite adaptarnos a los desafíos que propone la agenda en cada momento.
En ese sentido, y atendiendo a la situación argentina actual, nuestro foco está puesto, en principio, en la promoción del desarrollo humano, y más en particular de grupos que pueden estar afectados, y que integran la población que ya venimos atendiendo.
Estamos permanentemente estudiando, junto con otras organizaciones argentinas de la comunidad judía y fuera de la comunidad, el impacto que tienen los indicadores actuales de inflación y demás, en el deterioro de la vida de las familias y hogares que atendemos. Lo social es un foco central.
El mantenimiento de nuestras tradiciones y nuestra identidad es un segundo foco. La educación, el sistema de escuelas de la comunidad judía, para la AMIA es una prioridad permanente. Estamos constantemente debatiendo y considerando nuevas formas de mejorar lo que allí se lleva adelante.
Nuestro quehacer no se agota en las necesidades primarias. El foco también está puesto en el desarrollo integral del ser humano y en la atención de sus derechos no solo económicos y sociales, sino también culturales. Es por ello que diariamente ponemos en práctica aquello que hace a nuestra definición, a nuestra identidad, que es el sentido de comunidad.
—¿Y qué rol tiene AMIA en un contexto en el que vuelve a hablarse de antisemitismo?
—El antisemitismo es un flagelo que no es nuevo, tiene milenios. Pero que hemos visto crecer en las últimas décadas, y muy en particularmente luego de los horrorosos hechos terroristas que sucedieron en el sur de Israel con el ataque de Hamas el 7 de octubre pasado. Un antisemitismo que no está alojado en un solo lado del aspecto ideológico, hay antisemitismo de izquierda, hay de derecha, que se unen a tantos otros antisemitismos a lo largo de la historia.
Afortunadamente, nuestro país se diferencia de otros países del continente americano y del mundo, a través de una tradición más vinculada al respeto por la diversidad, al trabajo en común y al diálogo interreligioso. Entendemos que el rol de nuestra institución es, en ese sentido, tender puentes con diferentes colectivos de la sociedad, atender justamente las necesidades de aquellos que están más vulnerables a las circunstancias económicas, sociales y culturales. Eso nos genera un mayor acercamiento.
—¿Cuál cree que es la principal causa de este antisemitismo?
—Una de las mayores razones del antisemitismo es el desconocimiento, la duda, el rechazo a lo desconocido y, por supuesto, la educación es un pilar central en la lucha contra el antisemitismo y cualquier otra forma de discriminación.
— Sin dudas, AMIA es un referente no solo en la comunidad judía, sino en la sociedad argentina. ¿Cómo creen que influye la tarea que hacen en otras organizaciones de la sociedad civil?
—La AMIA es una institución referente dentro del sector por su trayectoria y por el alcance de su accionar que se despliega en numerosas y muy diversas áreas. Es muy difícil encontrar otra institución que se destaque en disciplinas tan distintas, con un abordaje profesional dirigido a transformar realidades. Es por estos motivos que la AMIA ha sido fundadora, junto con otras organizaciones argentinas, del Foro del Sector Social, a mediados de la década del 90, de la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI) en el año 2005, convocada a participar de numerosos consejos consultivos y a otros espacios, tanto públicos como privados. Ha forjado alianzas con organizaciones internacionales como Naciones Unidas o el BID.
La vinculación permanente con otras instancias abarca diferentes campos. Compartir experiencias, hacer incidencia en los temas que el sector considera relevantes y, por supuesto, para tener una voz escuchada dentro de un sector que trabaja todos los días para proveer soluciones a miles de personas.
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Visitas guiadas. Para conocer más del patrimonio cultural de la comunidad judía argentina, podés participar de "Recorrido AMIA": una iniciativa de puertas abiertas destinada a compartir con visitantes de todo el mundo el patrimonio cultural de la comunidad judía argentina, en el marco de su institución más emblemática.
Declarado “Lugar Histórico Nacional”, la icónica sede de Pasteur 633 ofrece diferentes puntos de interés para visitar, muchos vinculados con obras de arte que impulsan el reclamo de justicia por las víctimas del atentado.
Las entradas para participar de las visitas guiadas, que son bilingües y se realizan de lunes a viernes acá.
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Hace unos días estrenamos la campaña del mes de febrero. Está llena de oportunidades para ayudar a que más jóvenes cuenten con educación. Enterate cómo ayudar acá. Y recordá que podés contarnos de iniciativas solidarias que podamos sumar a la campaña.
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David