La Argentina saldrá de la crisis por el nuevo coronavirus siendo un país más pobre y más desigual. Lo dice Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, uno de los máximos investigadores del tema durante la última década.
En esta breve entrevista, Salvia habla sobre las medidas que habría que tomar para aliviar el impacto en los más vulnerables y lo que hay que hacer para combatir la pobreza estructural.
—Ya sabemos que vamos a salir de la pandemia más pobres y con más desempleo. La Organización Internacional del Trabajo estima que los jóvenes son particularmente vulnerables. ¿Qué políticas de corto plazo puede implementar el Gobierno para aliviar el impacto en los jóvenes?
—En principio, cuantos más adolescentes vuelvan al colegio y más jóvenes vayan a la universidad habremos perdido menos. Para ellos, becas e incentivos. Al mismo tiempo, los jóvenes excluidos de la escuela necesitarán programas de empleo para tareas de cuidado, recreación, trabajo comunitario, todo a cambio de un salario mínimo, tanto varones como mujeres.
—¿Qué tendencias negativas dejó al desnudo la pandemia y qué lecciones nos deja para mirar al futuro?
—La crisis que acompaña a la pandemia nos dejará una sociedad con más pobreza estructural y más desigualdad. No es cierto que somos todos más iguales frente al COVID-19, y mucho menos frente a sus consecuencias. Una nueva capa de niños, niñas, jóvenes y asalariados adultos de pequeñas y medianas empresas, trabajadores autónomos y empleadores serán los nuevos pobres en una sociedad ya estructuralmente empobrecida.
—La crisis reveló la brecha digital entre los jóvenes a la hora de poder seguir educándose y la falta de inclusión financiera de las familias a la hora de poder recibir la ayuda del estado. ¿Qué importancia le da a esos factores y qué medidas se pueden implementar al salir de la cuarentena para acortar esas brechas?
—La única salida contra la exclusión es el trabajo productivo o socialmente útil a cambio de una remuneración justa, protección y seguridad social. Luchar contra la pobreza demanda mucha inversión en capital físico, capital humano, capital social y capital simbólico, e incluso, ambiental ¿Por qué no crear desde el Estado, a través de las organizaciones de la sociedad civil, los empleos que hagan posible esa inversión para y desde los sectores más pobres?
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—¿Qué le parece la efectividad del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y las otras medidas que implementó el gobierno para aliviar el impacto de la crisis?
—Son todas medidas que alivian la crisis, evitan su estallido, pero muy lejos están de resolverla, ni siquiera de aportar su solución. Sin embargo, hay que exigir más en medio de la tormenta. Es fundamental preservar las fuentes de trabajo de los pequeños negocios y las medianas empresas, al mismo tiempo que invertir en la reconstrucción de los sectores informales y las clases medias que habrán perdido su empleo, todo ello al mismo tiempo que se generan cientos de miles de empleos en la economía social para invertir de manera estratégica en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.
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