A fines de mayo de 2021, WhatsApp habilitó una nueva funcionalidad que dio bastante de qué hablar. Los típicos audios que se mandan por esta plataforma ahora pueden reproducirse un 50% más rápido o incluso al doble de velocidad. Es decir, podés escuchar un mensaje en la mitad del tiempo real. Esta nueva característica ya está al alcance de la mano para más de 2.000 millones de usuarios que tienen esta aplicación.
No es novedad que muchísima gente no se sienta cómoda con los mensajes de audio. Por ejemplo: hay usuarios que en su estado de WhatsApp ponen: “No escucho audios de más de un minuto”; o directamente: “No escucho audios”.
En este mismo sentido, se habló mucho de las virtudes que tiene la nueva funcionalidad, porque permite más eficiencia a la hora de escucharlos, y los receptores ahora pueden ahorrar tiempo. ¿Pero qué pasa si esta nueva herramienta tiene efectos contraproducentes?
Martina Rua, periodista especializada en innovación, tecnología y productividad, coautora de los libros La fábrica del tiempo y Cómo domar tus pantallas, explica sobre esta nueva actualización de la plataforma:
“La innovación de WhatsApp es una respuesta que se hace eco de una queja permanente de los usuarios sobres los audios y su longitud. Pero me pregunto si, realmente, es una solución. Por otra parte, me hace reflexionar sobre por qué tienen esta innovación y no otras más ligadas al bienestar digital de las personas. Por ejemplo: ¿por qué vos no podés programar los mensajes de WhatsApp para que salgan en un horario deseable o que cuide tu tiempo o el horario de los demás, y sí te permite acelerar los audios? Entonces, con cada innovación me parece que la propuesta es que nos preguntemos: ¿a qué responde? ¿Cuáles son los intereses? ¿Cuánto más tiempo voy a estar o cuánto menos adentro de su plataforma? Lo que se está comercializando es nuestra atención. Entonces, es una herramienta superútil para trabajar, colaborar, comunicarnos, pero también tiene ciertas innovaciones que responden a intereses mucho más de la empresa que a los nuestros”.
Por otro lado, el periodista Pablo Martín Fernández, también coautor de La fábrica del tiempo y Cómo domar tus pantallas, y director de Innovación y Comunicación de Chequeado, señala que esta última actualización resalta mucho sobre la relación que tenemos las personas con el tiempo. “Es esto de estar siempre corriendo, todo tiene que ser rápido, todo tiene que ser ya, termina una serie y ya me está mostrando que viene otra en 10 segundos, estoy consumiendo redes sociales y necesito seguir scrolleando, necesito apretar hacia abajo para que se cargue nuevos contenidos, toda esta idea de inmediatez”.
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¿Acelerar audios de WhatsApp puede volvernos más ansiosos y más impacientes?
Fernández explica: “No sé si acelerar los audios de WhatsApp nos vuelve personas menos pacientes o más ansiosas. Lo que demuestra es que estamos menos pacientes y más ansiosos. No todo el mundo va a usar esa función. Yo, por ejemplo, no la uso. Pero también tiene que ver con que hice un trabajo previo que llevó mucho tiempo y muchos diálogos tratando de evitar los audios. Entonces, la mayoría de las conversaciones son por texto, si quiero hablar con alguien lo llamo y hablo con esa persona, ojalá pronto, más asiduamente, me pueda tomar un café en algún lugar, pero tiene que ver con eso. No es que inventa la ansiedad sino que, de alguna manera, la promueve o la acelera, va por ahí. Lo que hace es que quita los tonos, los modos, los silencios que son superimportantes para la conversación hablada y eso es algo que en el chat se perdía. Para eso, justamente, la gente manda audios. Pero parte de lo que tiene [el audio] es el tono, que cuando lo aceleras se pierde”.
“Las consecuencias psicológicas y emocionales que pueden traer tienen que ver con esto de ser más ansiosos, tener menos paciencia cuando uno se ve cara a cara o tener menos paciencia en general”, responde Ornella Benedetti, licenciada en Psicología y cofundadora de RedPsi, una red interdisciplinaria dedicada a la salud mental compuesta por psicólogos, psiquiatras y psicopedagogos. Además, la especialista afirma que esta función “viene, de alguna manera, a alimentar más este sistema en el que, en realidad, ya estamos sumergidos”.
En el mismo sentido, hubo quejas respecto a este tema en las redes sociales. Por ejemplo, en Twitter, a algunos usuarios no les gusta que perdamos las cualidades de la voz, como el tono, la velocidad, las pausas y que de golpe todos somos “ardillas”. Otros comentan que con esta función se pierden las entonaciones emocionales y los silencios, que comunican al igual que las palabras.
¿Cómo acelerar los audios de WhatsApp podría conspirar contra la sensibilidad en la comunicación entre personas?
Para Benedetti, el tema se relaciona más con la manera en que nosotros le damos lugar a esta nueva funcionalidad en nuestras vidas: “Me refiero a si esto del avance de la tecnología y en el sistema en el que estamos sumergidos me va a comer o si yo me voy a alimentar de esto porque también se le puede hacer un buen uso y puedo tomar herramientas, siempre y cuando no haya un exceso y esto me termine consumiendo”.
Si consideramos la última innovación de WhatsApp y otras que también tuvieron lugar en el pasado en esta misma aplicación, como por ejemplo, el poder borrar los mensajes, pareciera haber una tendencia a que los usuarios tengan más control sobre su experiencia. Instagram, por ejemplo, está empezando a ocultar la cantidad de likes para que no podamos ver cuántos recibieron los demás. La decisión, supuestamente, llega para favorecer el mayor bienestar psicológico y emocional de los usuarios. No es noticia que hay personas que se sienten estresadas y ansiosas con respecto a la cantidad de likes que recibieron o se comparan con otras cuentas en las redes.
¿Las redes sociales no deberían poner en su agenda el bienestar emocional y psíquico del consumidor? ¿WhatsApp está siendo irresponsable en el momento en el que permite que las personas aceleren los audios?
En esta misma línea, Martina Rua explica: “Las redes sociales deberían tener más fuerte en su agenda las cuestiones de bienestar emocionales y psíquicas del consumidor o del usuario. Nosotros a eso lo llamamos ‘bienestar digital’. De hecho, las mismas grandes plataformas están pensando el concepto de bienestar digital desde hace dos o tres años, a nuestro criterio de una manera tardía. Tenemos los smartphone hace más de una década y recién ahora, con bastantes consumos problemáticos que se hacen desde la plataforma, aparecen estas propuestas. El bienestar digital lo tienen que fomentar no solo desde la ética y la responsabilidad, sino porque también es negocio para ellos. Para tener una plataforma sustentable en el tiempo, tenés que dar pautas de consumo saludable a los usuarios”.
Benedetti hace un recorrido sobre cómo se fue transformando el vínculo de las personas a través de la evolución del medio de comunicación. “Primero, por el teléfono de línea, después por el celular y luego el WhatsApp, pero antes estaba el MSN. Después, con WhatsApp se vio esta cuestión en relación a que se fueron acrecentando cada vez más funciones: poder borrar el mensaje, poder reproducirlo varias veces, ahora, nos encontramos con que se pueden acelerar. Esta funcionalidad denota que la tecnología avanza más y más. Y muchas veces favorece la comunicación entre las personas o familias que viven muy lejos, pudiendo conectarse entre sí mediante videollamadas y mediante mensajes diarios. En esta pandemia, sin dudas, fue una herramienta muy útil y necesaria. El tema es, como con todo, cómo la uso”.
“Cuando consultamos a todas las grandes plataformas, en especial con todo lo que tiene que ver con Google y también con Facebook. Todas tienen un plan de bienestar digital y están empezando a ensayar desde que puedas elegir las palabras que no ves hasta el tiempo de pantalla o distintas aplicaciones que te ayudan a ser más consciente. Es un trabajo que no puede ser solo de las plataformas, debe ser de los gobiernos, de las ONGs que velan por el derecho de las personas y también del consumidor o usuario, quien debe tener un rol mucho más activo. Pero para eso tenemos que darle valor al rol de la ciudadanía digital: cuáles son nuestras responsabilidades, cuáles son nuestras obligaciones y exigirles mucho más a estas compañías en la que estamos depositando buena parte de nuestra vida y de nuestro tiempo”, agrega Martina Rua.
¿Qué podemos hacer para poder usar todas estas innovaciones de una manera inteligente?
“Creo que en vez de demonizarlo, lo que tenemos que aprender es justamente a regularlo y darle un uso adecuado. Quizás, el foco habría que hacerlo en esta necesidad de hablar que hay, en esta impaciencia por este sistema en el que estamos y en esta incapacidad que tenemos de poder escuchar tanto a otros, pero también a nosotros mismos”, dice al respecto Benedetti.
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Por otro lado, Fernández hace énfasis en que “lo ideal sería hacer acuerdos con la gente con la que trabajamos, con la que vivimos, y de ahí, sé que puede sonar a ciencia ficción, pero se pueden hacer acuerdos de mandar audios en cierto momento. Nosotros hacemos una recomendación que funciona: después de cierto tiempo de pedirlo de manera amable, podés lograr, por ejemplo, que un audio te venga con título. Entonces, vos sabes qué hay adentro de ese audio. También hay mucha gente que no deja de mirar WhatsApp porque lo que está ahí le genera ansiedad. En cambio, si vos ves que te mandaron un audio que no podés escuchar por un tiempo porque estás en una reunión o lo que sea y tiene un título que te deja tranquilo o tranquila, podés esperar. Es eso, tratar de encontrar los momentos en los cuales tiene sentido y en los que no, usar audios muy cortos o escribir. Es eso un poco la idea”.
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