¿Somos lo que comemos? Un grupo de científicos argentinos está probando que el dicho popular es, parcialmente, cierto. Sumados a la edad, el sexo, la ubicación geográfica, la familia, la salud mental y hasta tener o no mascotas, todos son factores que influyen en la composición de microbios que habitan en el intestino de una persona: es decir, la microbiota. Esta mixtura de bacterias, virus y hongos es única en cada ser humano y el equipo de MicrobiAr está explorando cómo cambia a medida que la persona adquiere una alimentación saludable basada en plantas (lo que, en algunos casos, la ayuda a revertir la diabetes tipo 2).
“Hay muchísima evidencia que demuestra que el tipo de alimentación está ligada a la predisposición y la facilidad de tener distintos tipos de condiciones en el proceso de salud/enfermedad. Hay muchas enfermedades que tienen una base genética también, para las cuales el entorno influye muchísimo. La alimentación es uno de los factores principales y, a través de ella (sumada a la actividad física y el buen descanso), se pueden revertir un montón de estas afecciones, como la diabetes tipo 2, que estamos estudiando en MicrobiAr. Yo diría que en un alto porcentaje somos lo que comemos”, resume el doctor en Química Biológica e investigador del CONICET Juan Bustamante, autor principal del estudio junto al médico clínico especializado en diabetología Gustavo Frechtel.
El equipo de profesionales de la medicina, la nutrición, la informática y la ingeniería del Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la UBA no solo busca resultados científicamente satisfactorios de su ensayo clínico, sino “mejorar la vida de las personas”, como cuentan en su página web. De hecho, la investigación comenzó hace un año y ya lograron “alcanzar mejoras sintomáticas que las personas disfrutan en su día a día, como por ejemplo, poder descansar mejor, respirar mejor, caminar unas cuadras sin agotarse, no estar más constreñidas”. También registraron mejoras clínicas: “Sus valores de glucemia y hemoglobina glicosilada registran una evolución positiva significativa”, cuentan en el documento de actualización, cuyos resultados aún no fueron publicados en ninguna revista científica internacional.
Actualmente llevan reclutadas más de 180 personas con obesidad, diabetes y/o prediabetes, y otras en el grupo control. Para fin de año apuntan a llegar al total, que son 480 personas. “Los resultados que venimos obteniendo son un poco lo que esperábamos, aunque hay datos que todavía no podemos saber cómo dieron, que son los análisis de microbiota y de microbioma (incluye a los microorganismos de la microbiota, pero también a sus genes y sus posibles funciones) porque recién estamos procesando muestras y son procesos extensos. Mucho de lo que veamos va a ser bastante nuevo porque la realidad es que no se conoce cómo se va modificando la microbiota a medida que una persona va mejorando en su proceso de salud/enfermedad”, señala Bustamante, que también es profesor en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral y en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).
El equipo de MicrobiAr calcula tener publicados los resultados preliminares en el primer cuatrimestre del 2024 y, al cabo de los dos años que dura el ensayo, a fines del próximo año, van a publicar el estudio más profundo sobre la dimensión longitudinal de la investigación “en revistas de alto impacto a nivel internacional, tal como se suele hacer en muchos estudios de este tipo”, señala el científico.
Más ciencia y más soluciones frente a la epidemia de diabetes tipo 2
Más de 62 millones de personas en América viven con diabetes tipo 2, número que se triplicó desde 1980 y se estima que alcanzará los 109 millones para el 2040, convirtiéndola en una verdadera epidemia, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Esta enfermedad metabólica se caracteriza por los niveles elevados de glucosa o azúcar en sangre que, con el tiempo, conduce a daños graves en el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios.
“Durante muchísimo tiempo e incluso hasta hoy en día, se considera a la diabetes tipo 2 como una enfermedad crónica. Pero hoy sabemos que, en realidad, se puede revertir en muchos casos, sobre todo si la persona está en un estadio relativamente temprano (a los seis a ocho años desde el diagnóstico). A través de la medicina del estilo de vida, en forma escalonada, en el marco de una planificación, se pueden mejorar un montón de aspectos, como bajar la inflamación, no tener constipación, descansar mejor, tener un buen manejo energético, en la digestión, en procesos inflamatorios, desarrollar un sistema inmune fuerte, entre otros”, enumera Bustamante.
¿Cuál es el diferencial de la propuesta de MicrobiAr en cuanto al tratamiento de la diabetes tipo 2? “Una de las diferencias respecto a la medicina tradicional, en la que se sigue un tratamiento estrictamente farmacológico, es que la medicina del estilo de vida propone un acompañamiento. Si bien con los fármacos se logran valores ‘normales’ de laboratorio, la enfermedad no se revierte en ningún caso. Con nuestra propuesta eso sí sucede y, no solo eso, hay muchos casos en los que se puede llegar a quitar la medicación al paciente”, explica Bustamante.
Julieta se enteró de MicrobiAr por redes sociales y hace un año que participa. “Me interesó porque no incluía medicación ni palabras mágicas, sino que tenía que ver con hábitos saludables. Hay mucha confusión con respecto a la obesidad, muchos tratamientos y dietas que juegan mal con la salud. Yo lo sufrí y no quiero que nadie más lo sufra”, cuenta. Y ejemplifica: “Toda la vida tuve anemia y para mí era imprescindible comer con carne, pero ahora no como carne y tampoco tengo problemas de anemia ni de glucemia. A nivel de valores médicos mejoré muchísimo, pero también a nivel bienestar. Incluso, el ensayo me sirvió para cambiar las cosas en mi familia y generar también en ellos buenos hábitos”.
Liliana, por su parte, se enteró de MicrobiAr gracias a un familiar profesional de la nutrición. “Entré a MicrobiAr como prediabética, pero comía carnes, queso, huevos, fiambres, por lo que un poco me costó al principio, pero lo bueno es que nadie te obliga a cambiar inmediatamente. Por el contrario, lo que te plantean es cambiar un hábito, empezar a entender qué pasa en el cuerpo, qué es lo mejor, que todo no se logra de un día para el otro, que es buscar un poquito más todos los días, paso a paso”, relata.
Si bien otras investigaciones internacionales ya demostraron que se puede lograr la remisión de la diabetes tipo 2 a través de la alimentación saludable y el ejercicio físico, que son la base sobre la cual surgió MicrobiAr, hasta ahora no hay evidencia que lo corrobore en argentinos, ya que la composición de la microbiota depende de diversos factores, incluida la ubicación geográfica. Esto también se propone entender el ensayo clínico, cuál es el rol de la microbiota y el microbioma en el intestino y en otras partes del cuerpo, “ya que son un montón de actividades funcionales que no las hacen nuestro cuerpo per se, sino nuestro cuerpo como un macroorganismo conformado por nuestro cuerpo y toda la microbiota que lo habita: las bacterias, los virus, los hongos y las arqueas. Es un trabajo interdisciplinario entre todos los microbios y nuestro cuerpo que da lugar a que haya un montón de actividades que, de otra manera, no las podríamos hacer”, precisa Bustamante.
¿Qué busca aportar MicrobiAr? “Con el estudio de la microbiota y el microbioma lo que estamos realizando es un estudio de vanguardia a nivel mundial. Para ello estamos caracterizando y viendo cuáles son los cambios de la microbiota y del microbioma a medida que estas personas van mejorando en ese proceso de salud/enfermedad. El objetivo es obtener, entre otras cosas, accionables (información que les permita a los profesionales tomar decisiones y hacer recomendaciones) que ayuden a mejorar los tratamientos para este tipo de desórdenes y para otros”.
Cómo funciona y cómo participar de MicrobiAr
Tal como contamos en una nota del año pasado, el Proyecto MicrobiAr comenzó a gestarse cuando Bustamante trabajaba en una empresa de Estados Unidos que es líder en el mercado de estudios sobre microbiota. Tras ganar un subsidio de 450.000 dólares, volvió a la Argentina y se contactó con el doctor Frechtel, también investigador del tema a través de un subsidio del Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo (INIGEM). En efecto, junto con el apoyo financiero del CONICET y el de la Universidad Austral, iniciaron este ensayo clínico que consta de una parte descriptiva transversal (en un momento dado) y otra de intervención longitudinal (a lo largo de los dos años), y que está registrado en ClinicalTrials del National Institute of Health (NIH) de Estados Unidos. En todo el proceso trabajan con dos empresas estadounidenses, Illumina y Zymo Research, para poder estandarizar estos procesos y acceder a reactivos y kits para análisis de microbiota y microbioma “que son muy caros”, cuenta Bustamante.
En la etapa transversal lo que realizan es una caracterización de una muestra única —que apuntan a que sea de 480 personas divididas en cuatro cohortes de 120 personas cada una—: controles de referencia, sujetos con obesidad, con obesidad y prediabetes y con obesidad y diabetes tipo 2. Asimismo, generan una historia clínica y un registro de alimentos junto con las pruebas de laboratorio clínico. También se les realiza un análisis de microbiota y microbioma intestinal mediante muestras de heces. Por otro lado, durante la etapa longitudinal, los voluntarios se dividen en forma aleatoria en dos grupos de intervención: uno sigue una intervención con un seguimiento nutricional personalizado cada un mes, mientras que el otro grupo sigue una intervención con un seguimiento personalizado cada tres semanas y una reunión grupal semanal en forma remota. En ambos casos, se sigue un plan de alimentación basado en las recomendaciones del servicio de nutrición del Hospital de Clínicas de acuerdo, a su vez, con las recomendaciones de la guía de la American Diabetes Association (ADA) de 2019, con énfasis en alimentación basada en plantas y alimentos integrales. Además, se entregan recomendaciones de ejercicio físico.
Liliana, participante hace un año del ensayo clínico cuenta: “Después de enterarme de MicrobiAr, me anoté, me llamaron, califiqué, hice un cuestionario y mandé un video contando por qué quería entrar. Ahí expliqué que no quería llegar a la vejez tomando muchas pastillas, que quería tener una mejor calidad de vida y poder, de alguna manera, tener una vida más sana, más libre, poder viajar y no estar tan pendiente de mi salud. Por suerte me encontré con un equipo de gente maravillosa que está haciendo las cosas ad honorem, solo por la investigación. Me encanta ser partícipe de algo que va a tener una resonancia mundial”.
Por su parte, Bustamante concluye que “además de ser un gran servicio para nuestra comunidad, también apuntamos a crear una red de profesionales de la salud de distintas áreas que nos vamos capacitando en todo este proceso. Hoy en día somos cerca de 170 profesionales y estudiantes, por lo que no solo es para la gente que lamentablemente padece estas condiciones de salud, sino también para que nos podamos ir formando de manera interdisciplinaria en áreas de vanguardia”.
Si te interesa conocer más y anotarte, visitá este link.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.