Damián Furman tiene 19 años. Está rodeado de familiares, entre ellos su papá, que el 18 de julio de 1994 estaba en el edificio de la AMIA y sobrevivió al atentado. Su tío, Fabián Furman, fue una de las 85 víctimas fatales de aquel día de hace tres décadas.
“No nos vamos a olvidar nunca”, cuenta a la salida del acto en conmemoración y reclamo de justicia por un nuevo aniversario del atentado, pese a que él no había nacido cuando un coche bomba destrozó la sede de la mutual israelita en la Ciudad de Buenos Aires. “No tengo miedo de que el tema se diluya. En la colectividad siempre estamos remarcando el hecho. Siempre van a haber actos y cosas para recordar”, agrega.
A su lado, desfilan familiares y sobrevivientes, entre ellos, un matrimonio con dos niños en edad escolar. Acaso sea una imagen que sintetiza lo que se logra cada 18 de julio, cuando a las 9:53 suena la sirena en las inmediaciones de Pasteur 633: que las nuevas generaciones conozcan la magnitud de aquel atentado y tomen la posta del reclamo de justicia que lleva tres décadas.
“Espero que este Gobierno pueda hacer algo, lo veo bastante implicado al presidente, ojalá sea así”, acota Damián. A unos metros, uno de los hermanos escolarizados repasa los funcionarios del Gabinete que estuvieron presentes en el acto.
“Desde que nací, hace 30 años, este día estuvo marcado por el atentado”, recuerda desde el escenario la actriz y modelo Stefi Roitman, que nació el día del atentado. La miran atentos familiares de las víctimas de todas las generaciones: desde octagenarios hasta infantes. Desde quienes reclaman cada año a quienes asisten por primera vez. Varios de ellos, desde el escenario o entre la multitud, rememoran con ojos vidriosos o aplausos a aquellos familiares que fallecieron en estos 30 años.
Seguridad, referentes políticos y aplausos
El acto en el aniversario 30 contó con una seguridad mayor a la habitual y con una cantidad de gente que dificultó el ingreso al sector delimitado para presenciar el acto.
“Que los políticos vayan atrás nuestro”, gritaron familiares cuando, a las 9:40, diez minutos antes del comienzo del acto, denunciaban que había muchos otros parientes de víctimas que aún no habían ingresado.
El reclamo se intensificó cuando cinco minutos más tarde pidieron desde el escenario dar un paso atrás para que los que aún no habían ingresado pudieran hacerlo. “Los políticos no se mueven, que dejen entrar a la gente", se quejaba una señora. Javier Milei y buena parte de su gabinete estaban en primera fila, junto a otros referentes políticos, como el Jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri.
También asistieron líderes de organizaciones internacionales de la comunidad judía. “El Gobierno acaba de impulsar un proyecto para juzgar en su ausencia a iraníes acusados del atentado”, le contó en inglés una intérprete a un referente del Comité Judío Americano.
La jornada estuvo lleno de momentos emotivos. Desde los recuerdos que desde el escenario hicieron familiares de víctimas. Como Tamara Basiglio, la séptima hija de Hugo Norberto, una de las 85 víctimas fatales del atentado. Tamara tenía un año y cinco meses cuando su papá murió.
También hubo fuertes aplausos cuando el presidente de la AMIA, Amós Linetzky criticó a organizaciones feministas o humanitarias que no apoyan a personas judías. O cuando desde el escenario se recordó al fiscal Alberto Nisman. Un cartel entre la multitud señalaba al fiscal como la víctima número 86.
En varios pasajes se alzaron los carteles con las fotos de las víctimas fatales, con sus historias de vida al dorso. “Presente”, se escuchó a coro cuando se mencionó cada nombre.
Aunque los ojos vidriosos y las lágrimas estaban en muchos rostros, los llantos se multiplicaron cuando se proyectaron en la pantalla gigante las fotos de varios familiares de personas fallecidas que murieron desde el 18 de julio de 1994 hasta hoy. Justo en ese momento, el sol se asomó por encima del escenario e iluminó los rostros de los presentes, que levantaban la mirada al cielo, acaso una forma silenciosa de sostener un reclamo de justicia que trasciende a las generaciones.