La cantidad de chicos que repite está en aumento y es uno de los principales problemas que atraviesan las escuelas de la provincia de Buenos Aires, sobre todo las estatales, donde los alumnos que no promocionan llegan a quintuplicar a los que repiten en las privadas.
Esa es una de las conclusiones más preocupantes del informe "El estado de la escuela", un diagnóstico del sistema educativo presentado por la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense.
Consulta el informe sobre las escuelas bonaerenses
El informe grafica que de cada 100 chicos que cursaron la secundaria en 2017, 11 repitieron, uno más que en 2013. Además, esa relación cambia según el tipo de gestión: en las estatales los chicos que repitieron fueron 15 de cada 100 y en las privadas 4 de cada 100.
En el nivel primario el indicador no es tan abultado pero registró una suba alarmante. En promedio, el 3,5 % de los nenes no pasó de grado, lo que representa un aumento del 43% en comparación con el 2,45 % de 2013. Si se toman solo las estatales, la cifra escala al 5%, cinco veces más que la tasa que registran las primarias privadas: 1%
Un sistema que reproduce desigualdades
“El mérito del informe es que transparenta la situación y demuestra que la oferta de las escuelas públicas reproduce desigualdades”, considera Alieto Guadagni, director del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano. Se basa en datos del CEA que exponen que de cada 100 niños que ingresan al sistema educativo, en las escuelas secundarias privadas egresan 70 y en las públicas 30. Guadagni agrega que un alto porcentaje de los que abandonan son los chicos más humildes.
María Teresa Lugo, investigadora del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la Unesco, identifica dos grupos de problemas por lo que sube la repitencia y más aún en la gestión estatal: “Por un lado, existen causas socioeconómicas, como la necesidad de que los jóvenes trabajen desde chicos, las barreras que tienen para llegar a la escuela en tiempo y forma o la dificultad familiar para acompañar su aprendizaje”.
Lugo identifica un segundo grupo de problemas relacionado al ambiente escolar: demasiados chicos por aula, formación docente débil, baja calidad del material didáctico y un modelo pedagógico “poco saludable”. “La repitencia no garantiza un buen aprendizaje porque la sobreedad genera baja autoestima y favorece el abandono”, señala Lugo y afirma que “estudios muestran que el 90% de los repetidores no mejoran su nivel al año siguiente”.
Estrategias bonaerenses para revertir la situación
La Dirección General de Cultura y Educación bonaerense empezó a trabajar en tres programas que apuntan, entre otros objetivos, a bajar la repitencia.
Por un lado, lanzaron una capacitación en temas de conducción pedagógica y gestión estratégica con la que planean llegar este año a 2.000 de los 10.000 directivos de escuelas estatales que hay en la provincia. “Queremos que puedan identificar las causas de la repitencia y logren elaborar un plan de acción para tomar durante el año y no al final”, afirman desde la Dirección Provincial de Evaluación y Planeamiento.
En paralelo iniciaron, en marzo, dos experiencias. En 620 escuelas secundarias implementaron el plan nacional Secundaria 2030, que pone el foco en erradicar el fracaso escolar y conseguir la permanencia de los estudiantes en la escuela. El principal cambio es que orienta los contenidos al desarrollo de capacidades y de proyectos de vida. “Apostamos al aprendizaje significativo, donde los estudiantes ven la utilidad de lo que aprenden”, dicen desde Provincia.
La segunda experiencia abarca 2.000 escuelas, de las cuales 1.400 son de nivel primario y secundario, y 600 de inicial. Se trata de la Red de Escuelas de Aprendizaje, que impulsa la colaboración e intercambio de buenas prácticas entre colegios incluso desde una plataforma online. Uno de los ejes es también la formación docente. “Empezamos a perfeccionar cinco docentes de cada una de las primarias y de las secundarias. El aspecto más innovador es que estamos ayudando a los docentes a tener estrategias para mejorar el clima escolar”, resaltan desde la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense.
El primer balance de estas tres iniciativas estará a fin de año.
¿Cómo hizo la Ciudad para bajar la repitencia?
Hasta 2015, las primarias estatales de la Ciudad de Buenos Aires tenían una tasa de repetidores del 2,25%. En dos años, bajó al 0,85%, una relación mucho más cercana al 0,32% de las escuelas privadas.
Lo que instrumentaron y permitió conseguir esa mejora fue un programa al que llamaron Promoción Acompañada. “En septiembre, todos los docentes deben hacer un listado de los chicos que no lograron aprender los contenidos necesarios para promocionar. A partir de ahí, el docente tiene que preparar trabajos específicos para que esos chicos hagan durante las clases, es decir sin sufrir la estigmatización de trabajar de manera aislada”, cuenta Andrea Bruzos, subsecretaria de Coordinación Pedagógica porteña.
La estrategia no termina ahí. En diciembre resuelven qué chicos de la lista siguen sin haber aprendido esos contenidos. “En esos casos, un chico que debía pasar a segundo, por ejemplo, en lugar de hacerlo repetir, lo mantenemos en segundo durante los primeros dos meses del próximo ciclo, es decir hasta el 30 de abril, que son meses de repaso y afianzamiento. Recién después de esa fecha, decidimos si debe continuar en segundo o puede pasar a tercero y volver con sus compañeros”, explica Bruzos.
Un secundario con promoción casi perfecta
En Santa Teresa, un pueblo agrícola del sur de Santa Fe, viven 3200 personas y tienen un solo secundario, el José M. Estrada, fundado por una cooperativa de padres.
En 2013 tenían una repitencia del 8,5%, por arriba del 5,25% de los secundarios privados santafesinos. “Ese año implementamos una transformación de la escuela basándonos en tres pilares: aprendizaje centrado en el estudiante, transparencia administrativa y pedagógica, y liderazgo distribuido. Ese cambio cultural se tradujo en una mejora de los desempeños y las trayectorias de los estudiantes”, explica Ariel Rotondo, director del colegio, que en 2017 bajó la repitencia al 0,6 %: un alumno de 166.
El aprendizaje se basa en proyectos, problemas y desafíos. Apuestan al trabajo en equipo. Y los exámenes escritos y orales fueron reemplazados por una evaluación de competencias que tiene en cuenta “inteligencias múltiples” y al “error como proceso de aprendizaje”.
“También instrumentamos un seguimiento de los egresados durante un año, para apoyarlo en el estudio o trabajo que elija. Tenemos relevado que el 85% de nuestros egresados trabaja o estudia”, asegura Rotondo y cuenta que todo lo que hacen en el colegio puede ser consultados por la comunidad desde su página web.