La crisis sanitaria, económica y social generada por la pandemia de COVID-19 es una oportunidad para replantear el modelo económico. El paradigma que prevaleció hasta ahora, basado en la explotación de las personas y la naturaleza, y la acumulación de siderales ganancias en manos de unos pocos, es una de las causas primarias de la emergencia ambiental y está en la génesis de la pandemia que lo ha puesto en jaque.
La salida a esta nueva recesión global no debe lograrse a costa de aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero: o se correrá el riesgo de caer en una crisis climática y ecosistémica mucho más compleja que la provocada por un virus.
Para evitar el colapso, es preciso cambiar las formas de producción y consumo hacia modelos más sustentables, que satisfagan las necesidades actuales sin comprometer las de generaciones futuras.
Esta transformación de los modelos productivos y de negocios, lejos de implicar un freno al crecimiento económico y el bienestar, representa una oportunidad para el verdadero desarrollo con equidad y la generación de nuevos empleos verdes para América Latina, la región más rica y diversa en recursos naturales y humanos, pero también la más desigual.
Las tecnologías para lograrlo ya están disponibles. Las energías renovables, por caso, son más costo-eficientes que las de origen fósil y además impulsan el crecimiento del empleo y las inversiones en la región.
Nuevos biomateriales, que utilizan insumos naturales y reciclables, reemplazan a materiales convencionales (como el plástico) que resultan contaminantes.
La revolución digital y las plataformas como Uber, Airbnb, los portales de comercio electrónico, las criptomonedas, las redes sociales y soluciones innovadoras como los “bancos de horas”, están empoderando a los ciudadanos y los convierten en pro-sumidores.
A su vez, las interacciones entre nanotecnología, inteligencia artificial, robótica y otras innovaciones están produciendo nuevos materiales inteligentes, sistemas de energía y remediación de la contaminación ambiental.
La transformación del actual modelo lineal de extracción de recursos naturales, producción, consumo y descarte hacia un modelo de Economía Circular donde los materiales se reaprovechan y vuelven a insertarse en el sistema productivo, representa una oportunidad de desarrollo económico con beneficios ambientales e inclusión social.
Además, ayudaría a América Latina a dejar de depender de las industrias extractivas y las prácticas agrícolas que impulsan la deforestación, y en su lugar, crear valor reaprovechando materiales que hoy se desechan.
A partir de la Pandemia, muchas sociedades eligieron priorizar la salud por sobre la economía. Y es hora de revalorizar al Ambiente, ya que sin él, ni la salud ni la economía son posibles.
Un cambio de paradigma es necesario y urgente. Y no solo es responsabilidad de los gobiernos y las empresas, sino de todos, todas y todes. Depende tanto de resoluciones en las grandes esferas, como de decisiones cotidianas, a la hora de alimentarnos, vestirnos y transportarnos.
No hay soluciones, materiales ni tecnologías mágicas. Reducir la contaminación y la emisión de gases de efecto invernadero requiere de educación, un cambio de hábitos y de conciencia. De acciones tan simples como separar los residuos en nuestros hogares, elegir la bicicleta en lugar del auto para trasladarnos en la ciudad, comprar directo a los productores y pagar un precio justo, intercambiar y compartir en lugar de acumular.
El momento de actuar es ahora.
María Gabriela Ensinck es una periodista especializada en Ciencia, Salud, Ambiente y Negocios. Es autora del libro Economía Verde. Innovacioń y Sustentabilidad en América Latina.