Este contenido contó con participación de miembros y lectores de RED/ACCIÓN
“Hay tantas cosas/ Yo sólo preciso dos/ Mi guitarra y vos”, canta Jorge Drexler. ¿Qué otras tres agregaría si pudiera elegir cinco, en total, para tener a mano en una cuarentena hiperaislada? Quizás elegiría algún libro. La lectura es una de las actividades más mencionadas por los que en esta nota seleccionaron elementos para pasar una cuarentena hiperaislada.
“Me llevaría un lector Kindle porque puedo tener infinitos libros ahí, e incluso comprarlos (asumiendo que la tarjeta de crédito no cuenta como objeto)”, dice Tamara Tenenbaum, la autora de El fin del amor. Agrega “una Volturno (la verdad es que no la uso todos los días porque me da fiaca lavarla, pero cada café que me tomo en ella es como un gran momento de la semana). Un edredón blanco (otra cosa que no uso porque los gatos lo destrozarían en segundos, pero creo que incide muy positivamente en la felicidad de uno). Una compu, para escribir. Y un buzo: yo no era de usar buzos en la vida común pero ahora me parecen espectaculares”.
Nicole Becker, referente de Jóvenes por el Clima, también elige un lector de ebooks. “Porque me permite tener diferentes libros ahí”, dice (cuando la entrevisté, ella estaba leyendo el ebook de On Fire: The Burning Case for a Green New Deal, de Naomi Klein). Sus otros objetos: “cuaderno y lapicera, para poner en palabras las cosas que voy sintiendo; la guitarra, porque en cuarentena puedo aprender a tocar; y el celular, para estar en contacto con quienes extraño”.
En la película Náufrago, Tom Hanks interpreta a un hombre que se queda solo en una isla durante años. Una de sus pertenencias más preciadas es una pelota de vóley a la que le dibuja una cara y le pone un nombre, “Wilson”. El ser humano necesita compañía y cada Adán tiene su Eva. Pensando en el modelo de la isla desierta (a fin de cuentas, la palabra “aislamiento” se desprende de “isla”), algunos lectores y miembros de RED/ACCIÓN mencionan bolsas de dormir, cuchillos de caza y helicópteros.
“Llevo a una chica que me gusta mucho, un baúl con TODOS los libros de Salinger, Fuguet, Fresán y Tolstoi; una bici, una MacBook Pro con la pantalla más grande posible, y un helicóptero”, me dice Juan Fernando Andrade en Facebook. Anahí Flores: “Carpa, bolsa de dormir, calentador y cosas para cocinar, cuaderno y lápiz, comida y elementos necesarios para purificar el agua. Voy a extrañar los libros, pero sin lo otro sería difícil sobrevivir”. Y Blas Cardozo: “Llevo Así habló Zaratustra, una cuaderno, una lapicera y dos armas. ¡Ja!”.
Odiseo, el héroe clásico griego, también estuvo aislado varias veces en su viaje (aunque no fue un náufrago varado por años en un mismo sitio). Gabriela Cabezón Cámara lo menciona en su elección: “Una edición de la Ilíada y la Odisea juntas, Las mil y una noches y la Biblia: son libros que se abren constantemente, que tienen, de una manera u otra, miles de voces resonándoles. Si no puedo llevar más libros, los prefiero polifónicos y largos”. Completa: “Una caja de herramientas y un piloto con abrigo desmontable”.
Preguntar qué 5 objetos te llevarías a una cuarentena hiperaislada es un modo de preguntar por algunas de tus cosas más preciadas. Y como todos tenemos muchas cosas preciadas, responder no es fácil. La lista, casi como género literario, está en el origen de la cultura, escribe Umberto Eco en su libro El vértigo de las listas. “¿Cómo nos enfrentamos a lo infinito?, ¿cómo se puede intentar comprender lo incomprensible? A través de las listas, a través de catálogos”. Lo mismo rige a la hora de pensar cómo organizarnos una rutina en cuarentena hiperaislada.
Cocó Muro, que se presenta como periodista, cantante y estudiante, ama las listas y es autora del libro 10 razones por las cuales usted debe tener este libro, donde hay… muchas listas. Su perfil de Facebook está repleto de ellas, también. “Encontré que son un método sistemático, de pasos finitos, que ordena las ideas, estimula la creatividad y lejos de ser exhaustivas (porque no son un inventario), cada ítem es una cápsula que dentro de sí incluye otras ideas”, dice. “El desafío es elegir la mamushka adecuada”.
Para esta cuarentena, enumera: “Lápices de colores: la lapicera puede gastarse y no tendría repuestos. Los lápices, si son de colores, sirven no sólo para escribir listas por ejemplo, sino también para dibujar y diseñar. Atlas: si me llevo un libro, que sea uno que me ubique. Grabador: la herramienta ideal para registrar una canción, un texto, sonidos y ruidos. Eventualmente, para conversar conmigo misma. Perfume Chanel Chance: una sola gota me lleva de las narices a lugares de la memoria que atesoro. Whisky Swing de Johnny Walker: tanto en tierra firme, como en un aislamiento en alta mar, esta botella cumplirá su propósito”. (Si querés leer más sobre listas y escritores, Florencia Ure les dedicó una edición de su newsletter SIE7E PÁRRAFOS).
Se ponen interesantes las elecciones de personas muy diferentes que coinciden en un elemento, o más.
- El influencer afro Louis Yupanqui selecciona: “Computadora y tableta porque con eso edito mis fotos y dibujo; libros para leer; cama para vaguear y dormir; y comida para comer”.
- Bröder, el DJ de la fiesta Bresh: “Compu, parlantes, kit de dibujo, guitarra y la cama king con las mejores sabanas del planeta tierra”.
- Daniela Aza, influencer que promueve la comunicación sobre artrogriposis múltiple congénita, una condición que genera contracturas en las articulaciones: “Un cuaderno y una lapicera porque la escritura salva y libera; computadora para conectarnos con el mundo; espejo para no olvidarme quién soy y verme con amor; fotos viejas (en papel) para recordar las raíces y de dónde venimos; y reproductor de música porque la música siempre inspira”.
- Leandra Atenea Levine Hidalgo, artista performática y primera alumna trans en egresar del colegio Carlos Pellegrini con una nueva identidad de género, dice: “un generador de energía solar, la notebook, un celular satelital con una compañía que tenga buena cobertura mundial para poder pasarle internet a la compu, unos parlantes potentes y algunas hierbas”.
- Y Mariana Iácono, referente de las personas que viven con VIH y buscan soluciones: “Medicación para el VIH, el teléfono para ver fotos si no hay internet, una caja de Marroc, whisky y el equipo de snorkel”.
En Facebook, la ilustradora Kiti López me contó que dibujó este “cuarentennial starter pack” en los albores de la cuarenta, y todavía mantiene la selección de elementos:
El año pasado contamos la historia de un refugiado sirio, Eddy Jaabary, y de la mujer que lo recibió en la Argentina, Susana Gutiérrez Barón. Ahora, convocados a elegir, hipotetizan:
- Jaabary: “Un celular (con internet y cargador): ahí tengo lectura, música, películas, de todo… Una birra, porque se necesita paciencia, y a la noche estaría bueno tomarme una para no angustiarme. Pesas para entrenar. Una afeitadora para que la barba no me llegue al piso. Y una guitarra: no sé tocar pero siempre quise aprender”.
- Gutiérrez Barón: “Me lo tomaría como un retiro espiritual impuesto y seguramente algún día tendría nostalgia de mis seres más amados, por eso llevaría fotos. Una obsidiana negra porque acompaña en la oscuridad como un escudo, un cuarzo rosa porque es la piedra del amor y me da clarividencia: siempre ando con las dos y han sido bendecidas bajo la luna. Y un cuaderno y un lápiz para escribir todo lo que pueda canalizar en ese tiempo, y después comunicarlo”.
Acá van dos que no se olvidan del disfrute gourmet (ni de la lectura, ellos tampoco), ni siquiera en las malas. Nicolás Piccoli, periodista techie de Río Negro: “Un Kindle cargado de libros, una horma de queso, una barrica de vino, lápices y papeles”. Y el médico y psiquiatra (y famoso perito judicial de, por ejemplo, los casos Carrasco y Menem Jr.) Mariano N. Castex: “Un Kindle cargado de adelantos de libros de historia (no hay ya plata para comprarlos) y los adelantos te ubican y te hacen más inquieto, los remedios (por la avanzada edad), el iPhone con su cargador, algo de abrigo y una horma de queso cheddar con cognac”.
Y para terminar, mi propia lista:
- Conviene tener un sitio adonde ir, la antología de Emmanuel Carrère.
- Una lapicera Lamy con infinita tinta negra.
- Este anhelado fetiche (de precio prohibitivo): una cámara digital Olympus Pen F.
- Un teléfono con una conexión a internet superrápida.
- Un cuenco para té, con té.
¡Ahora sí, estamos listos para más cuarentena…!