Ruanda es el décimo noveno país más pobre del mundo, con un ingreso per cápita de alrededor de 700 dólares. Arsenal es uno de los clubes de fútbol más ricos del planeta. No debería sorprender que los cerca de 40 millones hayan provocado malestar en algunos.
Ruanda sigue sorprendiendo. Hace poco, el Comité de Desarrollo Ruandés firmó un millonario acuerdo de patrocinio de camiseta con Arsenal, el club de la Premier League de Londres. Durante un período de tres años, la propaganda de 200 centímetros cuadrados “Visit Ruanda” le costará al país 39 millones de dólares.
Se sabe que el presidente Paul Kagame es un activo fan de Arsenal. Recientemente escribió de hecho un tweet en el que anunciaba que el club necesitaba un nuevo entrenador después del pobre rendimiento en las últimas temporadas de Arsene Wenger, invencible alguna vez y ganador de la copa y de la liga. Uno supone que el hecho de que el acuerdo se cerrara justo después del retiro de Wenger al término de la temporada 2017/18 es una coincidencia.
/Tweet:
Paul Kagame
@PaulKagame
Mi opinión sobre mi amado club Arsenal -muy bueno en el partido y con un entrenador tan bueno como Wenger- este no tendría que haber sido el fin para una era. ¡El entrenador se va y desde hace tiempo que el club está sin trofeos! Sigo siendo un fan comprometido que avanza. Culpen a los dueños. 6:17 pm. 3 de mayo de 2018./
Ruanda es el décimo noveno país más pobre del mundo, con un ingreso per cápita de alrededor de 700 dólares. Arsenal es uno de los clubes de fútbol más ricos del planeta. No sorprende entonces que los cerca de 40 millones hayan provocado malestar en algunos.
Los legisladores holandeses, incluídos algunos de la coalición gobernante, reaccionaron de inmediato con enojo a la noticia de que un país tan pobre como éste, que recibe mucha ayuda de los Países Bajos, iba a patrocinar a uno de los clubes de fútbol más ricos del mundo. Reacciones similares se escucharon en el Reino Unido, el segundo donante bilateral más importante de Ruanda. Un parlamentario calificó al acuerdo como “un objetivo propio para recibir ayuda externa”.
Además, aquellos a los que les preocupan la democracia y los derechos humanos piensan que el acuerdo envía el mensaje equivocado sobre un país que cuenta con un fuerte rasgo autoritario.
La pregunta es: ¿celebra Kagame un acuerdo con su club favorito para promover el turismo o lo hizo para mejorar su imagen y protegerla de las críticas? Al parecer, tomó la decisión por iniciativa propia: el contrato parece no haber sido discutido en el gabinete y el dinero no figura en el presupuesto aprobado por el Parlamento.
La lógica de Ruanda
Para el gobierno de Ruanda, el acuerdo es parte de una estrategia para aumentar el turismo, que en 2017 representó cerca del 12,7% del PBI y 400 millones de dólares en ingresos. El país ve al esparcimiento de lujo y al turismo de congresos como un importante sector de crecimiento. Y cuenta con muchas cosas a favor de todo ello: frondosos paisajes verdes, los gorilas de montaña en la zona de los volcanes Virunga, la reserva natural de Akagera, el bosque tropical Nyungwe, el idílico Lago Kivu y hasta los monumentos al genocidio -todo ello en un espacio de nada más que 26.000 kms cuadrados.
Esta estrategia está integrada y tiene sentido en papel. El estado ha invertido fuertemente en su aerolínea de bandera RwandAir, y ha construido el Centro de Convenciones Kigali así como lujosos hoteles. También está en marcha la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional Bugesera, destinado a convertirse en un importante centro regional.
De todos modos, hay dudas sobre la rentabilidad de estos emprendimientos. RwandAir, por ejemplo, todavía debe abrirse camino, aún cuando han pasado 14 años desde su lanzamiento. El gobierno la mantiene a flote con un subsidio anual de 50 millones de dólares únicamente para la parte operativa.
Las inversiones en una flota en constante expansión para una creciente red de destinos continentales e intercontinentales exigen la toma de importantes préstamos a un elevado costo. El riesgo fiscal involucrado en la estrategia de gobierno es alto, y los economistas se preguntan qué tan sustentables serán estos gastos en el mediano plazo.
Cálculos como éstos son los que debe considerar el gobierno ruandés. Pero ¿consideró Arsenal la señal que está dando a la luz de los antecedentes de Kagame en derechos humanos y democracia?
Los riesgos para Arsenal
La periodista de investigación canadiense Judi Rever documentó en el libro In Praise of Blood: The Crimes of the Rwandan Patriotic Front (En elogio de la sangre: los crímenes del Frente Patriótico Ruandés), que el régimen de Ruanda masacró a decenas, si no cientos de miles de civiles inocentes, en los años 90 en particular.
Y el año pasado la organización Human Rights Watch emitió preocupantes informes sobre abusos a los derechos humanos. Entre estos se cuenta el arresto y detención arbitraria de indigentes en “centros de tránsito” del país, represión generalizada en disputas territoriales, asesinatos extrajudiciales y tortura y detención ilegal en predios militares.
En octubre de 2017, el subcomité sobre Prevención de la Tortura de Naciones Unidas suspendió su visita a Ruanda a raíz de “una serie de obstrucciones impuestas por las autoridades”. El subcomité hizo esto en nada más que tres oportunidades en 10 años.
Además de todo esto, han habido análisis y comentarios generalizados sobre el estado de la democracia en Ruanda. El país es un estado de facto, de un único partido, sin ninguna oposición política importante, ninguna libertad de prensa y ausencia de una sociedad civil independiente.
El control del poder que ejerce Kagame es absoluto y en agosto del año pasado fue reelecto con más del 98% de los votos. Un referendo sobre una enmienda constitucional realizado en 2015 le dio derecho a permanecer en el poder hasta 2034.
Consciente de que las batallas se libran también en los medios, si no más que en el campo de batalla, el partido de Kagame, Frente Patriótico Ruandés (FPR), creó una formidable estrategia de comunicación e información que se remonta a la guerra civil que lanzó en octubre de 1990.
Kagame dijo alguna vez: “Hemos usado a la guerra informativa y de comunicación mejor que nadie. Hemos descubierto una nueva forma de hacer las cosas”.
Esto supuso pagar a aquellos que pueden ayudar a promocionar la imagen adecuada, incluídas firmas de relaciones públicas.
Deporte y ética política
Es cierto, el deporte y la ética política no se llevan bien. Hasta hace poco, el club de fútbol Barcelona había aceptado el patrocinio de Qatar, que hizo que este país apareciera en las camisetas del equipo. Qatar cuenta con antecedentes políticos muy escabrosos. Tiene previsto ser el país anfitrión de la Copa Mundial 2022 y es famoso por sus abusos a los derechos humanos, en especial en lo que tiene que ver con los derechos de las mujeres y los trabajadores inmigrantes.
Otro ejemplo es Atlético Madrid, que fue polémicamente patrocinado por Azerbaijan, en donde tendrá lugar el torneo de fútbol Euro 2020. Este país del este europeo fue señalado por Amnesty International por “reprimir el derecho a la libertad de expresión, en especial, luego de revelaciones sobre corrupción política a gran escala”.
No es que marque alguna diferencia, pero estos dos países son muy ricos, mientras que Ruanda es muy pobre.
Y casi me olvidaba: muchos hinchas de Arsenal se oponían al acuerdo, no por los antecedentes sobre democracia y derechos humanos de Ruanda, sino porque no les gustaba el diseño de las letras sobre la manga (de la camiseta).
(Filip Reyntjens es profesor de Derecho y Ciencias Políticas en el Instituto de Administración y Políticas de Desarrollo de la Universidad de Antwerp)
© The Conversation
(Traducción: Silvia S. Simonetti)