La paternidad es un cúmulo de preocupaciones. Todos los que son padres y madres lo saben. Que el niño coma, crezca, duerma e incluso que juegue bien (por no hablar del colegio). Ahora la tecnología parece sumar una preocupación más a esa lista.
¿Cuál es la edad apropiada para que tenga un móvil? ¿Jugar a los videojuegos tendrá un efecto nocivo en el cerebro de nuestros hijos? Nos hacemos un sinfín de preguntas de esta índole. La sociedad y los medios de comunicación ofrecen mensajes contradictorios que suman más inseguridad y vulnerabilidad entre padres y madres.
Nuestros hijos han nacido en una sociedad tecnológica y de información. Viven en ella y en ella tendrán que desarrollarse como ciudadanos y profesionales. Así lo recordó en una reciente entrevista para el podcast Crecer con Medios la profesora Mar Rodríguez, especialista en comunicación y menores. Son los tiempos que les ha tocado vivir. Y a nosotros como padres y madres también. Es necesario abogar por una educación abierta y comunicativa, con un fuerte enfoque creativo y participativo en la que la tecnología sea la aliada y no la enemiga. Y esa educación comienza en casa, con la familia.
La actitud de los progenitores
La educación en relación con los medios y la tecnología no empieza en el colegio, sino en las familias y en casa. Los progenitores son el primer y principal modelo de conducta de los hijos. Una actitud positiva y de acompañamiento ante los medios es esencial para sacar el máximo partido a la tecnología en familia. Después de la casa, pueden participar activamente otros espacios de creación sociales como son las bibliotecas, talleres, cuentacuentos o la escuela. En todos estos espacios las familias juegan una pieza fundamental.
Los progenitores se mueven entre diferentes actitudes ante los medios: principalmente positiva, aunque con preocupación ante el impacto de los medios digitales en sus hijos. En este contexto, las opiniones se polarizan en los dos extremos de cuántas y cuánta pantalla permitir a los más pequeños: a favor de las tecnologías o cero pantallas.
Las familias de Silicon Valley
Titulares sobre las restricciones digitales que imponen a sus hijos los gurús de Silicon Valley alimentan una visión negativa de la tecnología en el aprendizaje de los niños en sus primeras etapas en familia. Pero hay que matizar estos titulares y explicar la historia completa.
Lo que estos padres no quieren fomentar es el consumo indiscriminado de pantallas, pero animan a sus hijos de forma proactiva a que sean creadores de contenidos y productos digitales. Y lo hacen en espacios donde la tecnología se incluye junto con elementos más tradicionales como LEGOs o bloques de construcción. Por lo tanto, el componente tecnológico sí está en sus vidas, pero más desde un prisma de creación que de mero consumo. Y lo desarrollan de manera conjunta con los adultos.
Jugar, participar y crear con ellos
Una de las principales claves en la integración de la tecnología en casa es no centrarse exclusivamente en qué ven los niños con las pantallas, sino en qué hacen o pueden hacer con ellas.
Tradicionalmente, se ha visto a los padres como mediadores centrados en qué ven los niños, sobre todo para poner límites y protegerles de los potenciales peligros de internet y las pantallas.
Recientes investigaciones ponen el foco en las familias como pieza esencial de la educación tecnológica de los niños, de maneras más participativas, creativas y lúdicas que la mera mediación.
Los niños aprenden jugando, participando con otros de manera colaborativa y siendo capaces de crear algo nuevo en un entorno agradable y seguro. La tecnología une a las familias: ven películas, juegan a videojuegos, etc. El uso de herramientas para comunicarse con familiares que están lejos, como Skype, aumenta la conectividad emocional con los seres queridos.
¿Un modelo perfecto?
Un buen progenitor digital utiliza la tecnología de manera consciente, intentando colocar el producto adecuado en el momento adecuado. Aunque es evidente que no siempre será posible.
El deseo es que la tecnología no lo inunde todo, y que también haya momentos y espacios libres de tecnología para fomentar otro tipo de conexiones. Puede ser desde un día sin pantallas, una tarde, las últimas horas del día… Es importante que los padres se informen sobre buenos productos y especialistas a los que consultar cuando surjan dudas, de la misma manera que se consultan preocupaciones con el pediatra cuando hay dudas médicas.
En este sentido, existen especialistas en educación en medios que pueden ser muy útiles. Acompañar a los hijos mientras consumen contenido digital, incluso también jugar y participar con ellos, es un buen aliciente para estar en familiar y compartir aficiones.
Por tanto, podríamos resumir que la clave de la paternidad digital no está tanto en fijar límites en cuanto a número de horas o pantallas, sino en qué hacer con la tecnología y hacerlo junto a los hijos.
María del Mar Grandío Pérez es Coordinadora del Máster en Comunicación Móvil y Contenido Digital, Universidad de Murcia.
© The Conversation. Republicado con permiso.