"Estamos ante un cambio importante para todo el sector productivo de Argentina. El desafío ahora es que, al finalizar una campaña agrícola, no solo nos preguntemos: ‘¿Cómo te rindió el trigo?’, ‘Cómo te fue con la soja?’, sino que nos preguntemos: ‘¿Cómo te fue este año con tu balance de carbono?’”.
Así introdujo Eduardo Serantes, representante del Grupo de Países Productores del Sur (GPS), al nuevo Programa Argentino de Carbono Neutro, una ambiciosa iniciativa del sector privado que busca poner a la Argentina un paso adelante en materia ambiental ante los mercados internacionales.
El Programa Argentino de Carbono Neutro tiene por objetivo que los alimentos, bebidas y bioenergías de exportación neutralicen su huella de carbono, es decir que reduzcan y compensen la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos durante su ciclo de vida, desde su producción hasta su deposición final.
Impulsado por las bolsas de cereales y de comercio del país, este programa incluye un mapeo ambiental de la producción, es decir calcular la huella de carbono de cada sector, y también certificar el balance de carbono de los productos argentinos de exportación.
“Hay un nuevo paradigma productivo que tenemos que empezar a considerar si queremos vender más. Los estándares públicos y privados repercuten en el acceso a mercados, en nuestra competitividad, en nuestros costos de producción y en la percepción que los consumidores y las cadenas de comercialización tienen de nosotros”, sostuvo Sabine Papendieck, consultora en negocios internacionales.
Papendieck reconoció que este programa más que ganar nuevos mercados, lo que pretende es que Argentina no pierda los que ya tiene. “Hace 10 años, era un plus, pero hoy es para no perder mercados. Ahora, los estándares ambientales son una condición de acceso que exigen los mercados europeos, pero que también empieza a verse en países como China”, expresó.
Argentina compite en producción agropecuaria con países vecinos como Uruguay, Brasil y México, cuyos sectores agropecuarios ya han comenzado a adherirse a condiciones más estrictas sobre las emisiones de carbono generadas en la producción.
José Martins, presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, coincidió: “No se trata de vender un valor adicional, sino de estar a la par de las nuevas demandas mundiales de certificación ambiental”.
Aunque la participación en el programa es voluntaria, Martins es optimista ante el desafío productivo que proponen: “Logramos alinear a toda la cadena agroindustrial y a todas las bolsas del país en pos de un objetivo: trabajar en el cuidado del medio ambiente, un tema que nos preocupa mucho”, aseguró a Diálogo Chino.
Cómo se logra un alimento “carbono neutro”
La neutralidad del carbono se puede alcanzar de tres maneras, de acuerdo con Ramiro Costa, subdirector ejecutivo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Un productor puede generar mayor eficiencia a través de inversión en tecnología limpia, puede implementar compensaciones directas por sus emisiones como forestando o cambiando el uso del suelo o comprando bonos que compensen por el carbono emitido. Para Costa, se trata de “una oportunidad” para las empresas.
“Nosotros creemos que hay claros beneficios porque la demanda de los consumidores apunta hacia esto y uno queda mejor posicionado en el mercado. Además, al productor le va a acarrear mejoras en su propia eficiencia y le va a traer mejoras en el acceso a mercados; le va a ser más fácil competir con otros países”, consideró.
Las empresas que participen en la reducción de sus emisiones pueden empezar a ser incluidas en listados de empresas verdes por bancos de inversión y de crédito y recibir financiamiento con tasas diferenciales, sostuvo Costa. “Entonces, no se trata sólo de entrar en un mercado internacional, sino también, de eficiencia productiva y financiera”.
Una respuesta a los nuevos consumidores
Los responsables de este programa y los expertos consultados coinciden en que estos cambios productivos responden a las nuevas demandas de los consumidores de productos argentinos en el exterior.
Ya se trate de los países de la Unión Europea, Estados Unidos o China, los empresarios deben tener en cuenta cada vez más variables de responsabilidad ambiental en su cadena de producción, transporte, almacenamiento y distribución e incluso, su destino final.
“Los consumidores en la gran mayoría de los países compradores están cada vez más preocupados por las cuestiones ambientales y los pedidos de certificaciones ambientales vienen creciendo”, afirmó Costa.
Miguel Ángel Cinquantini, coordinador del Programa de la Huella de Carbono Corporativo de la Red Argentina de Municipios frente al Cambio Climático (RAMCC), afirmó en ese sentido: “El cambio climático está muy presente en los consumidores porque es una problemática acuciante”, opinó.
China es un buen ejemplo del surgimiento de nuevos consumidores que valoran el cuidado del ambiente en los productos que adquieren.
De esta manera lo describió a Diálogo Chino Ernesto Fernández Taboada, director ejecutivo de la Cámara de la Producción, Industria y Comercio Argentino-China: “Más de la mitad de la población china ya es urbana, creció la clase media y tiene un mejor nivel de vida. Eso les permite probar nuevos productos y ampliar la dieta. Esos nuevos consumidores -jóvenes- tienen una preferencia por los productos ecológicos”.
Para Fernández Taboada, el certificado de carbono neutro seguramente será una nueva realidad para muchos productores en el futuro cercano. “La evolución de los mercados internacionales, especialmente el chino, es vertiginosa. Argentina da un paso adelante con un programa de estas características”.
El sector privado ante el cambio climático
Según el último inventario de gases de efecto invernadero, la agricultura y la ganadería (junto a silvicultura y otros usos de la tierra) son responsables de alrededor de un 40 por ciento de las emisiones contaminantes de la Argentina.
Una reducción de las emisiones de estas actividades como las que propone este programa ayudaría al cumplimiento de los objetivos de mitigación de cambio climático comprometidos ante las Naciones Unidas.
Asimismo, los países compradores de alimentos y materias primas buscan reducir las “emisiones importadas” generadas en la producción de esos productos.
Eso fue planteado en el reciente Informe sobre Brecha de las Emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA): “El flujo neto de carbono incorporado va de los países en desarrollo a los desarrollados. Incluso cuando los países desarrollados reducen sus emisiones territoriales, la importación de carbono incorporado contrarresta en parte este efecto”.
Para Cinquantini, de la Red Argentina de Municipios frente al Cambio Climático, “con el Acuerdo de París en 2015 quedó claro que no alcanza lo que hacen los gobiernos nacionales y los gobiernos locales y provinciales, sino que el sector privado se tiene que involucrar fuertemente”.
Un total de 177 empresas se comprometieron en la COP25 de cambio climático con metas ambiciosas de reducción de emisiones para limitar los efectos del cambio climático. El grupo de empresas representa más de 5.8 millones de empleados y abarca 36 sectores en 36 países.
Jorge Segura Mora, presidente de Planeta Carbono Neutro, una consultora que otorga certificaciones ambientales a empresas en la región, elogió la iniciativa: “En un mundo cada vez más preocupado por el futuro del planeta, es de esperar que este programa haga más atractivos los productos argentinos a nivel internacional”.
Desde el gobierno también celebraron el lanzamiento del programa. El ahora exsecretario de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable, Carlos Gentile, sostuvo: “Este es el tipo de iniciativas que el sector privado tiene que promover. Es la forma de mostrar una radiografía de lo que es y no es el sector en cuanto a emisiones. Tiene mucho potencial y se adelanta a eventuales medidas restrictivas del comercio internacional”.
Nota originalmente publicada en Diálogo Chino