Todos los jueves de 15 a 17, María Yofre se reúne en un departamento con un grupo de adultos mayores y una profesora que les da clases de literatura. Allí discuten sobre cuentos. La semana pasada leyeron a William Faulkner. A sus 71 años, Yofre dice que disfruta mucho de estos encuentros.
En la Argentina, el 29,9% de las personas mayores de 60 años están interesadas en seguir aprendiendo. Es decir, 1.800.000 personas. Pero solo el 10% participó de alguna actividad, taller o curso durante el último año, según un informe que hizo el Observatorio de la Deuda Social de la UCA junto con la Fundación Navarro Viola.
De los que participaron de algún aprendizaje, el 50% lo hizo en una institución privada, el 40,8% en una pública y el 9,2% en una organización de la sociedad civil.
¿Por qué es importante desarrollar las capacidades para aprender de los adultos mayores? Según la Organización Mundial de la Salud, al continuar aprendiendo, las personas mayores pueden adquirir conocimientos y capacidades para controlar su salud, mantenerse al día respecto de los avances en materia de información y tecnología, adaptarse mejor al envejecimiento (por ejemplo, a la jubilación, a la viudez o a cuidar de otra persona), mantener su identidad y conservar el interés en la vida. Además, se relaciona estrechamente con las capacidades para crecer -en lo mental, en lo físico, en lo social y en lo emocional- y de tomar decisiones.
"Antes pensaba dónde iba a estar en mi vejez y ahora pienso cómo me quiero sentir"
Yofre es voluntaria de la Fundación Navarro Viola, una organización que busca apoyar la educación, la medicina social y la atención a la ancianidad. Por ejemplo, el año pasado Yofre dio capacitaciones en el municipio de Pilar a las personas que trabajan en la Secretaria de la Tercera Edad. También, una vez por semana, toma clases de meditación. “Antes imaginaba la vejez y me preguntaba dónde iba a estar. Ahora pienso en cómo me quiero sentir”, señala.
María hizo el secundario en un colegio de orientación bachiller y después no siguió en la universidad. Pero siempre le gustó participar de cursos de formación. La literatura y la filosofía son las áreas que más le interesan. Participó de varios cursos gratuitos en la Biblioteca Nacional.
“Me fascina aprender. Me genera adrenalina cuando aprendo algo nuevo. No hay mucho tiempo que perder. Antes podía dejar cosas a un costado, ahora no. Yo soy una vieja feliz de mi edad. Para mi la vejez es una mano amiga que me ha permitido hacer cosas que antes no me animaba. Como volverme a enamorar”, expresa María.
En 2020, Yofre quiere seguir estudiando. Le gustaría hacer más cosas. Está pensando en hacer un curso de francés. “Con el inglés ya desistí y ya me da más fiaca. Voy a seguir aprendiendo literatura y filosofía”, señala.
Muchas veces la parte física condiciona a las personas mayores para asistir a los cursos. “Pero hay que elegir qué actitud tomar frente a eso. Yo me encuentro bien, pero el cuerpo a cierta edad empieza a pasar factura. Hoy me cuesta leer, pero no por falta de comprensión, sino por Netflix, que me enganchó y me saca tiempo. Igual la lectura tiene un sabor distinto. Te deja pensando”, comenta.
El interés por seguir formándose es más alto entre los adultos mayores de la Ciudad de Buenos Aires (44%) y de las ciudades medianas del Interior (33,1%) respecto del conurbano bonaerense (20,9%). Por su parte, al momento de tener en cuenta el estrato socio-ocupacional, manifiestan mayor interés en seguir estudiando o formándose quienes pertenecen al estrato medio profesional (51,9%) y al estrato medio no profesional (38,3%), en contraste con el 17,5% de quienes pertenecen al estrato bajo marginal.
"Mis nietos están orgullosos de que a los 81 años curso una maestría en Historia"
Respecto a la edad, si bien el interés de seguir aprendiendo disminuye con el tiempo, aún después de los 75 años hay un 22,8% (algo así como 450.000 personas mayores) que preferirían seguir estudiando. Por ejemplo, Isaac tiene 81 años y está cursando la Maestría en Historia en la Universidad Torcuato Di Tella.
“La carrera exige dedicación absoluta, de todos los días. Es imposible que a mi edad pueda hacerlo. Por eso curso una materia por cuatrimestre y elijo las que más me interesan. Voy una vez por semana. La universidad me permite cursar algunas materias sin ser alumno regular. Ahora estoy cursando una materia sobre los populismos en América latina”, cuenta Isaac.
A Isaac no le interesa el título. Dice que asiste para nutrirse. “Después de haber trabajado tanto, tengo mucha lectura pendiente en mi vida. Todos los días dedico al menos una hora a leer. Fui un estudiante ejemplar en mi vida. Me recibí de contador a los 21 años y después hice el doctorado en Ciencias Económicas. Cuando cumplí 80 años me retiré de la empresa”, comenta.
Lo que más lo mueve a Isaac es la ambición de querer saber más. Además, la actividad lo mantiene ocupado. “Es importante cuando uno deja de trabajar, planificar qué va a hacer después”, señala. Además de estudiar, cinco veces por semana va a un gimnasio a hacer gimnasia. Se define como un loco por sus nietos y siempre que puede merienda o almuerza con ellos.
“Con mis nietos no comparto mi interés por la Historia, pero siempre me preguntan cómo me está yendo. Cuándo voy a la facultad, qué materias estoy cursando, qué libros estoy leyendo. Están orgullosos de tener un abuelo que a esa edad tiene ganas de aprender. Cuando ya no tenga más materias para hacer en la especialización quiero tocar el teclado. siempre tenés que tener algo para hacer”, expresa Isaac.
En relación a las clases y a sus compañeros, Isaac comenta que a veces le resulta un poco complicado seguirlos. “Ellos están muy preparados y tienen un manejo de inglés perfecto. Leer en otro idioma me cuesta. A veces nos dan textos en inglés o portugués”, agrega.
A los adultos mayores que quieren aprender, según el informe de la UCA, les gustaría formarse en una multiplicidad de campos, pero el que más se destaca es el de la educación artística, que incluye artes visuales y música. También son muy frecuentes, las preferencias por estudiar idiomas extranjeros. El más mencionado es el inglés, seguido por el portugués.
También son varios los que quieren estudiar una carrera universitaria completa. Abogacía es la mención más frecuente. La otra carrera universitaria bastante mencionada es Medicina, casi seguramente el graduado universitario con el que están más en contacto por razones del cuidado de su propia salud.
La ingeniera que a los 70 años decidió aprender sobre arte
Rita Campillo es ingeniera química, tiene 72 años y hasta los 60 trabajó en Telefónica. También se desempeñó como docente en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) hasta los 70. Hace unos años, empezó a aprender cosas que nada tenían que ver con su actividad profesional. Por ejemplo, durante cinco años realizó un curso de vitreaux.
En 2012, Campillo participó de un proyecto que realizó el Malba junto a la Fundación Navarro Viola. “Palabras compartidas en MALBA” apuntó a formar a personas de más de 65 años para crear e implementar un nuevo ciclo de visitas en este espacio cultural.
Se buscó que los adultos mayores tuviesen un rol protagónico: que revivieran y compartiesen historias, vivencias y sensaciones, y que a su vez esos relatos, en sus voces, guiaran a los visitantes de una manera lúdica y placentera por obras de artistas latinoamericanos.
Primero fue capacitado el equipo educativo del MALBA por una especialista en psicogerontología, quien profundizó sobre cuestiones que involucran el envejecimiento, lo intergeneracional y el arte. Simultáneamente, tuvo lugar la convocatoria, en la que se anotaron cerca de 200 adultos mayores interesados en ser ‘educadores de museo’, y entre los que fueron seleccionados, finalmente, 25 participantes. La capacitación se desarrolló a lo largo de siete meses. Por último, se llevaron adelante las actividades diseñadas por los propios adultos mayores, dirigidas al público del museo, que resultaron en experiencias participativas, inclusivas, centradas en el diálogo, en la escritura y el juego, que involucraron a más de 600 visitantes.
Si bien el proyecto organizado por el Malba terminó, Rita y cuatro compañeros siguen dando charlas en distintos museos y universidades. “Generamos encuentros para hablar de arte con adultos mayores. El intercambio generacional lo he disfrutado durante muchos años. Es muy satisfactorio estar con jóvenes. Uno se divierte, pero lo bueno de estar con pares es que uno siente que comparte algo”, comenta Campillo.
Las presentaciones exigen bastante preparación. El grupo arma películas, power points y música. Es una experiencia interactiva para el público. La última charla que dieron fue sobre Antoni Gaudí, el arquitecto español y máximo representante del modernismo catalán.
“Me da mucha satisfacción poder hacer algo donde uno ve que la gente se va contenta. Este año fuimos a dos centros de jubilados a llevar la experiencia. Todos aprendemos en estos intercambios”, concluye Rita.