Todo lo que necesitás saber sobre Leonardo da Vinci en el siglo XXI
Mercedes Ezquiaga y Héctor Pavón
Paidós
Uno (mi comentario)
Resultaba todo un desafío hablar de un hombre que vivió hace más de 500 años; repensarlo y anclarlo a esta era volátil, de posverdad, influencers y la (por momentos aparente) sobreabundancia informativa. Pero Mercedes Ezquiaga y Héctor Pavón lo lograron, en parte, porque la obra y legado de Leonardo da Vinci todavía da que hablar y a propósito de ello apelaron a un tono y diseño -recuadros, destacados y copetes-, lejos del académico, científico o pretencioso. A través de una veintena de artículos viajan del presente al pasado con ejemplos que explican cómo y por qué se mantiene vigente el autor de La Gioconda y La última cena, la trascendencia que logró como inventor, ingeniero, arquitecto, ecologista, poeta y muchos otras ocupaciones, oficios e inquietudes. Les autores advierten que sería un error hablar de Da Vinci como un genio porque lo encasillaría en alguien tocado por una varita mágica. Por el contrario, lo humanizan y recuerdan que fue hijo ilegítimo de un notario y una campesina de 15 años; dan cuenta de carencias en su formación, errores, fracasos; desmienten invenciones que se le atribuyen (la bicicleta, por caso); la orientación sexual y la religión que profesaba o los puntos de contacto con innovadores modernos como Steve Jobs. En suma, Ezquiaga y Pavón elaboran un retrato diverso de una personalidad polifacética que 500 años después inspira y enseña porque tuvo una vida que aún reverbera.
Dos (la selección)
Leonardo da Vinci estaba lejos de cualquier especulación financiera. Bolsa de valores, Lebacs, plazos fijos, tasas de interés, ahorro en dólares no existían en el Quattrocento italiano. Y no fue hasta el siglo XVII que se produjo la primera especulación financiera de la historia, con la crisis de los tulipanes, en los Países Bajos. Más lejos aún estaba el Renacimiento de pensar en términos de una moneda virtual, o criptomoneda, como numerosos especialistas de hoy en día prevén que usaremos. El dinero no era un tema de preocupación de Leonardo, no aparentaba ser codicioso ni avaro. De hecho, se le atribuyen a él varias frases vinculadas a condenar la codicia, como "¡oh, miseria humana, a cuántas cosas te sometes por el dinero!" o "el que pretende enriquecerse en un día se verá apremiado durante un año". Más aún, condenaba el tema de las especulaciones con frases del estilo "el renombre del rico termina con su vida".
Tres
El biógrafo Walter Isaacson sostiene que Leonardo y Miguel Angel -entre otros- eran homosexuales y que, mientras Miguel Ángel, cristiano devoto, se sentía culpable y al parecer se autoimpuso el celibato, en cambio Leonardo vivía con normalidad y franqueza el hecho de tener parejas de su mismo sexo. Le encantaba la ropa, vestía túnicas cortas de colores vivos y capas forradas de piel.
Cuatro
Sin siquiera haber conocido las redes sociales, la figura de Leonardo da Vinci puede darse el lujo de ser trending topic, un eterno hashtag, una etiqueta permanente, un post, miles de post. Sus creaciones artísticas son subidas a Instagram, Facebook, Twitter; miles de personas se toman selfies junto a ellas. Sus frases, tanto las atribuidas como las auténticas se comparten cada día, y nunca pasan de moda, sin contar las efemérides.
Cinco
El Leonardo arquitecto no se conformó con idear, diseñar y soñar con todo tipo de edificaciones, tal como se imagina uno que es el papel del que diseña una construcción desde el aspecto, la fachada y los detalles. También necesitó pensar en la fortaleza de las estructuras. Interpretó como pocos las formas de complementarse profesionalmente a sí mismo, tal como lo vemos en lo estudios o talleres dedicados a la construcción del siglo XX y XXI que sientan en la misma mesa a arquitectos e ingenieros.
Seis
Hay un doble juego en la obra de Da Vinci que lo ubica en el mundo espiritual y/o religioso. El recibe pedidos laborales por parte de la iglesia, trabaja para las instituciones que le solicitan ilustraciones místicas. A su vez, hace referencia al "gran arquitecto o ingeniero" para referirse a Dios. Y también es un hombre de ciencia, un racionalista que acepta la intervención divina.
Siete
Como descendiente de una larga dinastía de notarios, Leonardo da Vinci poseía un buen instinto para anotar cosas. Las observaciones, las listas, las ideas y los bocetos "le salías solos", señala Walter Isaacson en su biografía. Continúa explicando que Da Vinci, hacía 1480 en Milán, comenzó a tomar nota de todo o casi todo en lo que luego íbamos a conocer como cuadernos. Lo hacía en hojas sueltas y también en volúmenes encuadernados que podía llevar en el bolso. Anotaba escenas interesantes, subraya Isaacson.
Diego Igal es periodista, docente e incipiente hacedor de libros.
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