En la zona norte del Barrio 31, justo frente al playón que pertenecía a YPF, a Luciano López, obrero de la construcción, le toca trabajar en la integración de las casas más antiguas con las que se construyeron en ese sector. Ya derribaron una parte del muro que separaba ambos espacios. Ahora coloca un ventanal en una de las casas tradicionales para que desde allí se pueda ver la nueva parte del barrio.
“Estamos comunicando el barrio nuevo con el viejo para que no se armen diferencias entre los vecinos. La idea es que esta casa mire al barrio nuevo”, comenta. Falta poco para las doce y en la parrilla cilíndrica ya se empieza a preparar el almuerzo. A todo volumen una cumbia de Grupo Green se intercala con el ruido del taladro.
López, de 36 años, es más conocido como Chipi. Al menos así lo llaman los vecinos que pasan por ahí y lo saludan. Él llegó a la villa hace más de 20 años, cuando se fue de José C. Paz porque no encontraba trabajo. No solo es uno de los trabajadores de las obras de urbanización, también es vecino.
El Barrio 31, también llamado por los vecinos Barrio Mugica y conocido también como Villa 31, está en Retiro y es uno de los principales asentamientos informales de la Ciudad de Buenos Aires. Ahí viven más de 40.000 personas. Si bien está ubicado en una zona central en la ciudad, históricamente tuvo condiciones deficientes de hábitat, infraestructura y acceso a servicios básicos, como agua potable, cloacas y red de gas y energía eléctrica.
López es uno de los 445 vecinos del barrio que integran las cooperativas que participan de las obras de infraestructura y vivienda que lleva adelante la Secretaría de Integración Social y Urbana de la Ciudad, creada a fines del 2015 con la misión de integrar la villa a la ciudad formal. Además, de la urbanización también participan empresas. Esas empresas tienen como requisito que el 20% de los trabajadores que empleen sean vecinos de allí.
Desde los 14 años, López trabaja en el sector de la construcción. "Un primo me enseñó el oficio y me ayudó a empezar. Trabajé como techista y como albañil dentro y fuera del barrio”, cuenta, que vive en el barrio junto a dos de sus tres hijos.
López trabaja hace muchos años en la cooperativa "Argentina por el Medio Ambiente". En el marco del proceso de urbanización, la cooperativa fue contratada para instalar servicios básicos como cloacas, colocar adoquines en las calles y mejorar espacios público y deportivos. Además de los trabajos de construcción, la cooperativa recolecta residuos del barrio, hace tareas de limpieza y barrido. Todos los trabajadores de las cooperativas son monotributistas.
La fecha que se dispuso para terminar las obras de infraestructura es diciembre de 2019. En este sitio web se va actualizando el progreso de las obras. La infraestructura nueva, en total, representa 11.815 metros lineales y la readecuada, 5.433 metros lineales. Hasta ahora esas obras están avanzadas en casi un 80% y un 64%, respectivamente. En los últimos tres años, el gobierno invirtió más de $ 6000 millones en obras de urbanización.
“Ya podemos ver las diferencias por las obras. Antes cuando llovía no podíamos salir, pisábamos barro. Ahora falta que se iluminen más las cuadras y llegue más seguridad”, señala Lopez.
Al caminar por el barrio, se ve a los vecinos esquivando las obras para pasar. Incluso se arman algunos embotellamientos. López señala que los adoquines por los que está caminando, hace algunos años, fue él y sus compañeros de la cooperativa los que tuvieron que colocarlos uno por uno.
"Los adoquines se sacaron de las calles de San Telmo para reemplazarlos y se vinieron para acá", comenta. Al levantar la vista, en la misma calle, se ven los cables del tendido eléctrico irregular, que se entrecruzan, provocando riesgos para los vecinos. En algunos aspectos se ven cambios en la infraestructura y en otros todavía falta camino por recorrer.
Otro eje fundamental del proyecto de la Secretaría de Integración Social y Urbana tiene que ver con las condiciones de vivienda del barrio. Hasta el momento se hicieron mejoras en 1.761 viviendas y planifican terminar 8.660 para 2023.
Como no todas las viviendas del barrio podían ser mejoradas, algunas familias tuvieron que mudarse a hogares nuevos. Por ejemplo, los que tenían su casa bajo la Autopista Illia son los que tienen prioridad para mudarse. Para eso, se trabajó en la construcción de viviendas en dos predios: Containera (120 unidades) y en el predio que anteriormente perteneció a YPF (1.146 unidades).
Luciano deja sus herramientas de trabajo y da una vuelta por las nuevas viviendas, en el ex predio de YPF. Algunas puertas tienen carteles de bienvenida con el apellido de la familia que está por mudarse. Esas viviendas fueron construidas por una empresa. Allí, se encuentra con Vicente Ramón Gamboa, un hombre de 70 años que se mudó hace pocos días. “Antes tenía un rancho debajo del puente y ahora estoy en una casa de material. Es un cambio radical para mí”, le comenta el hombre.
Carlos Vargas es el capataz que trabaja con Luciano. Llegó hace 8 años a la villa desde Salta y es el encargado de distintas obras. Una de las más importantes que hizo la cooperativa, de la que participaron López y Vargas, fue la cancha 9. Allí se creó un polideportivo. Toda la superficie de la cancha de fútbol se realizó de césped sintético especialmente preparado para alta competición y se delimitó con un alambrado olímpico. El sector de básquet que funciona como playón multifuncional es de piso duro. La iluminación general del espacio se realizó enteramente en led para integrarse a la red de alumbrado de la ciudad formal.
“Llevo un año y dos meses de trabajo. Hoy la cooperativa se encarga del mantenimiento. Igual, en este tipo de obras no se ve vandalismo. Cambiar el aspecto exterior de un lugar, muchas veces cambia la forma de cuidar y se genera más seguridad”, opina Vargas.
“Al principio, todos los cambios generan molestias. Es natural. Los vecinos siempre preguntan cuánto van a demorar las obras. Solemos ser los receptores primarios de enojos y quejas. Una frase muy común que escuchamos es 'vienen a romper y después se van'. Porque eso pasó muchas veces en el barrio con las empresas que venían de afuera. Cuando ven que las obras empiezan a mejorar su calidad de vida, cambia la actitud. Cuando ven que estás trabajando, te traen agua fresca, hielo y se genera un ambiente más cordial”, cuenta Vargas.
Según Vargas, en la villa hay más de 40 cooperativas y dan trabajo a muchas personas en el barrio. Los materiales que utilizan para las obras son de calidad media para superior. Eso es lo que exigen los contratos. “Ahora hay menos trabajo que en años anteriores. Antes, había obras más grandes para hacer”, señala.
En relación al trabajo que realiza el sector privado en el barrio, López cree que hay muchas empresas que vienen a hacer las cosas así nomas y después desaparecen. Dice: “Hay que hacer las cosas de una vez y bien. Siempre se empezaron obras de infraestructura, pero se veían las falencias: malos materiales, terminaciones de obras desastrosas y problemas en la logística”.
En este sentido, Vargas agrega: “Se ve la diferencia entre una obra hecha por una empresa y una cooperativa. Nosotros estamos trabajando con mejores material, todos los trabajadores tienen seguro y somos los propios vecinos los que revisamos las terminaciones de las obras. Acá ya paso muchas veces, que hay que desarmar lo que se hizo y empezar de nuevo”.