Cielo se sienta y cruza las piernas. Le ponen una caja de té delante y está un buen rato eligiendo la variedad. Cuando llega la tetera, hace algo extraño: sirve el agua en la taza y pone ahí el saquito en vez de en la tetera. Volverá a hacerlo después con cada té, como si empezara de cero.
En las calles casi no hay movimiento. En el bar -una librería/bar- casi tampoco. Son las cinco de la tarde de un martes en la localidad de City Bell, al lado de La Plata, donde vive desde que se separó. Conviven en esa casa ella, sus padres y sus hijas (de 11 y 9 años). “Pero ya me voy, pero ya me voy”, promete.
Hoy Cielo tiene 35 años y acaba de volver a la vida pública con la aparición de Adiós, su nueva novela, que agotó la primera edición en apenas una semana. Conoce de cerca cuando eso pasa. A Cielo la fama le llegó abruptamente a los 21 años, cuando publicó Abzurdah, una novela autobiográfica en la que contaba su historia con la anorexia, la bulimia, y un amor abusivo del que no podía salir. Él -Alejo- 24 años. Ella -Cielo- 14. “Me hubiera gustado que más gente me hubiese advertido. Para mí estaba bien, para mí era que me gustaban los grandes... pero no me daba cuenta de que eso era una relación abusiva”, dice.
El libro fue un boom de identificación, catarsis y liberación para miles de personas que se vieron reflejadas en la historia. Abzurdah vendió más de 200 mil libros en América Latina, se hizo una película protagonizada por la China Suárez, y puso a Cielo Latini en la lista de best sellers absolutos.
Y con ese éxito vino la maldición, el miedo de sentirse una impostora. “Si me tengo que definir diría que soy escritora. O autora de novelas. Escritora es muy fuerte… Siento que no me merezco el título, no sé. Inseguridades. Nunca fui a un taller literario, nunca fui a aprender a escribir. Mi próxima meta es meterme en uno o varios talleres literarios para trabajar la escritura. Quiero hacer eso antes de escribir una próxima novela. Si hago esto sin haber estudiado... por ahí si estudio puedo hacer algo espectacular. ¿No?”
—¿Por qué nunca fuiste a un taller?
—Siempre tuve miedo de que me limitaran, de que me dijeran esto no se puede, esto tampoco… y me pusieran en un cuadradito en el que no pudiera moverme. Entonces los esquivé, pero ahora me gustaría. Lo que sí hago es leer. Leo muchísimo. En inglés y en castellano. Está bueno leer en otro idioma para conocer otras formas de decir y de contar, otras voces. Eso es lo que hago para mejorar.
—¿Qué te gusta leer?
— Mi escritor favorito es Jaime Bayly. Yo soy muy amigo de su esposa (Silvia Núñez del Arco), que es escritora de novelas. Nos conocimos cuando ella presentó mi primera novela en Miami, y resultó que ella salía con un periodista 20 años mayor (Jaime) y yo salía con mi ex, que también era un periodista 20 años mayor (Rolando Graña), y pegamos muy buena onda. Somos como gemelas pero una vive en el norte y otra en el sur. Así que tuve la oportunidad de conocer a Jaime y de pasar tiempo con él. Es un ser fascinante. ¡Yo quiero escribir así, como él! Pero no...
—El mercado al menos dice que sos tan escritora como él...
—Pero yo creo que no. Nunca estuve sentada con otros escritores, como que no pertenezco. Soy re outsider. Tampoco he buscado meterme ahí porque me da un poco de vergüenza. Recién ahora estoy empezando a leer una novela y escribirle al autor para contarle lo que sentí. Lo que hacen conmigo muchos, de hecho.
Abzurdah fue un éxito inmediato. Rápidamente Cielo comenzó a recorrer canales, revistas, diarios. El protagonista masculino de la historia se enteró de la existencia del libro un día que se encontró con Cielo en la tapa de la revista Viva. Todo explotó en su universo, que ya estaba suficientemente explotado. Una nena de veinte años saliendo de la anorexia y de una relación abusiva recorriendo programas de televisión para contárselo al mundo.
Y entre el caos, su segunda historia grande de amor, nuevamente con un hombre mayor que ella (26 años más, en este caso): el reconocido periodista Rolando Graña. Ella recuerda el primer encuentro: “Lo conocí en una entrevista que me hizo. Yo tenía 21 y notamos enseguida que había algo ahí, una sensación de que estaba pasando algo que no había pasado con las 10 mil entrevistas anteriores, que esto era algo diferente. Y aparentemente a él algo parecido le pasó también”, cuenta. Comenzaron un romance largo. Tuvieron dos hijas: Adolfina y Cordelina. En el año 2010 se casaron.
Año 2008. Cielo y su ya establecida pareja viven en un country. Tienen una hija y otra en camino. Un día sale de su casa y ve a una vecina esperando el colectivo. Te llevo, le dice. La vecina se sube. Hace mucho no se ven. Cielo le pregunta dónde estuvo, que no aparecía. Internada en un psiquiátrico, le dice la vecina. Habían pasado ya cuatro años de su última novela y Cielo quería escribir. Se fueron a un bar, charlaron durante horas mientras se grababa la conversación. Esta es mi nueva novela, le dijo. La vecina aceptó, feliz. A los pocos meses, Chubasco llegó a todas las librerías. Vendió cerca de 20 mil ejemplares.
No fue suficiente para ella. Le gustó más que Abzurdah, sintió que su escritura había mejorado, pero todavía había algo incompleto. Su vida pasaba entre los muros de un country y la crianza de sus hijas, a quienes se entregó por completo. Entre tanto, entró a trabajar en la tele: primero panelista de un talk show sobre parejas (“Venían personas que tenían una relación y yo tenía que opinar… No me gustó nada, además no me divierte hablar de los demás”), después en Cadena de Noticias. Era el año 2012, “la mejor época de mi vida, disfrutaba mucho de hacer ese programa. Manejaba todos los días hasta Capital pero lo disfrutaba”.
Pero entonces, la culpa: “una mujer debía dedicarse a sus hijas”, se decía en algún lugar de su ser. Con el tiempo aprendió a discutir ese mandato. “Yo tenía ganas de laburar, como lo estaba haciendo en Cadena de Noticias; quería tener horas para escribir... pero a la vez me pasaba que sentía una culpa muy grande, grandísima, por dejar a mis hijas. Tuvimos una muy mala experiencia con una niñera, descubrimos con el tiempo que le daba gotas para dormir a las bebés en la mamadera… Eso me llenó de culpa. Y me di cuenta de que nadie se va a ocupar como yo. Entonces me metí ahí y esa casa fue un agujero negro que me fue consumiendo, que me hizo perder mi relación con mi ex. A veces, una desaparece a través de la maternidad”.
Un día, la inspiración volvió. Tras nueve años sin publicar nada, Cielo sintió que era hora. Se sentó en su estudio durante meses, años, y comenzó a trabajar la historia de Adiós, su nuevo libro, que agotó la primera edición de 6 mil ejemplares en pocos días. Cuenta una historia que comienza con amor, sigue con psicopatía y encierro, y termina en liberación. Autobiografía, dice que no. Sin embargo, confiesa que “le presté algunos de mis dolores a Elena”, la protagonista.
—¿Cuánto tiempo estuviste escribiendo Adiós?
—Tres años estuve recopilando cosas que yo venía escribiendo, porque nunca dejé de escribir pero guardaba todo en un word con la fecha del día en que había sido escrito. Mis words decían 1 del 1 del 2014 ponele...
—¿Eran como diarios?
—Cosas que se me ocurrían. Entonces lo primero que hice fue recopilar todo el material. Tenía como cinco años escritos. Y ahí empecé a barrer, a pasar la aspiradora y ver qué servía y qué no. Y fui armando la estructura de una novela que cuando la terminé se la llevé a Paula Pérez Alonso, mi editora, y ella me dijo que estaba buenísima pero que podía hacerlo mejor. Por qué no hacés esto y lo otro, que a ella acá le pase tal cosa, y fijate cómo le caería si él... Y me fue dando puntas. Entregué cinco veces la novela, que fueron cinco novelas diferentes.
—¿Cuán sano puede ser el amor hoy?
—Yo veo que ahora depende de en qué círculos te movés. Tengo amigas que son muy tradicionales, con parejas tradicionales y yo no creo en eso. Por otro lado tengo amigas mucho más libres. Yo hoy si estuviera en pareja me gustaría que no hubiera infidelidad.
—¿Te interesaría probar el famoso poliamor?
—No sé si poliamor, pero dos jueves hacé lo que quieras y descargá por ahí, qué sé yo (se ríe). Si yo te amo y somos felices juntos, qué problema hay. Para mí el sexo no es amor.
—Sería como poliamor pero con un Google Calendar...
—Ponele… Yo lo he propuesto y siempre me encontré con un no rotundo y terminaron esas parejas. La verdad es que no estoy en búsqueda pero estoy superpreparada para que venga alguien y me rompa la cabeza. No me pasa nunca. Me enamoré dos veces en la vida y ahora hace mucho tiempo que no me pasa.
—Quien venga que lo haga preparado para ser ejecutado en un próximo libro, ¿no?
—No sé si ejecutado... por ahí termina bien. Bueno, si termina bien no hay libro. Y si te portás mal bancátela. Antes creía que el amor era lo más importante, hoy aprendí a estar sola. Ya no creo en ese amor que lo coloniza todo.
—¿Sentís que tus lectoras y lectores piensan como vos?
—Estamos empezando a despertar. Ojalá podamos relajar en ese sentido y amarnos sin títulos, sin ataduras.